El día estaba algo caluroso solo esperaba que el verano terminara pronto, era mi estación menos favorita, aunque me gustara las vacaciones no podía tolerar el calor, por eso me gusta demasiado el otoño las cosas son más tranquilas durante esa estación. El sol estaba tan brillante que no quería salir, me quería quedar acostada en mi cama todo el día pero a pesar de que esa idea me parecía excelente debía ir a la biblioteca a estudiar un rato por lo menos, no podía perder tanto el tiempo durante estas vacaciones y sobre todo si mis practicas con pacientes empezarían iniciando septiembre, así que con la poca energía que me quedaba me levante de mi cama y fui hasta mi baño para tomar una ducha de agua fría e intentar sentirme algo fresca, no me quería demorar en ir a la biblioteca conociéndome si no lo hacía ahora no lo haría nunca.
Una media hora después ya me encontraba lista para irme, tome un pequeño bolso y guarde mi cuaderno con los apuntes más importantes, mi laptop, mi celular, mis documentos y mi botella de agua; me dirigí al primer piso para decirle a mis padres que me iría a estudiar un par de horas, los busque por todas partes pero no se encontraban en la casa, algo que me pareció realmente extraño siendo que los fines de semana ellos casi nunca salían y si lo hacían me avisaban, intente llamarlos para saber dónde estaban, pero ambos celulares estaban apagados, me pareció muy extraño lo que estaba sucediendo pero no le di importancia, tome un post it de lo que mi madre usaba para avisar cosas en la cocina y le escribí que estaría en la biblioteca que luego nos veríamos lo pegue en la puerta del refrigerador, ya avisando tome las llaves de mi motoneta y así poder marcharme.
El viaje hasta la biblioteca fue realmente muy tranquilo, me había ayudado mucho con el tema del calor, no iba a gran velocidad pero la brisa me golpeaba las piernas y los brazos mientras manejaban me ayudaron a sentirme muy bien; al llegar a la biblioteca pude notar que no estaba muy llena, algo que agradecía, porque siempre he tenido problemas para distraerme al estar vacía me podría concentrar con gran facilidad. Entre a la biblioteca por la puerta principal, caminé por el gran corredor, no se oía nada, disfrutaba mucho de esa tranquilidad; subí por las escaleras hasta el tercer piso que era el área de medicina.
Antes de entrar pude notar que Luciano estaba sacando un libro de anatomía. Luciano me había gustado desde el primer día de clases cuando entramos a la universidad, podría decir que fue amor a primera vista, no fue mutuo, pero al verlo llegar ese día en clase de biología quede derretida, era demasiado apuesto, era muy alto, su cabello dorado como rayos de sol, sus ojos tan misteriosos y con ese color miel que al mirarte hacia que olvidaras lo que pasaba a tu alrededor, eran hipnotizantes, desde que habíamos empezado a estudiar no habíamos tenido grandes conversaciones, aunque me gustara mucho nuestra interacción era casi nula y si seguía de esa manera nos graduaríamos y jamás pasaría nada. Y mucho menos importante que lo hacía tan popular en toda la universidad, era el capitán del equipo de Waterpolo. Muchas mujeres sin importar la facultad estaban detrás de él. No las culpo ese hombre es perfecto en cualquier aspecto.
― Hola Nessa ― Me saludo con un leve susurro, en esa área se podía hablar muy suave, pero si nos adentrábamos en la biblioteca era prohibido hacer el ruido. ― ¿Cómo estás? ― Me preguntó con una hermosa sonrisa en su rostro su dentadura era perfecta, ese chico era demasiado lindo. Ese hombre me atontaba un poco a veces no sabía cómo actuar frente a él, me sentía como una quinceañera que se enamora por primera vez y no sabe ni como decir hola.
― Hola Luciano. ― Dije con un tono un poco chillón odiaba que me pasara ese tipo de cosas y después de eso no pude decir nada más.
― ¡Vaya! ― Escuche esa estrepitosa y molesta voz.
― Hola Antonella. ― Mire a la chica que se acercaba a Luciano moviendo las caderas de un lado a otro como si estuviera en una pasarela de verdad no comprendía para que estaba estudiando. Antonella siempre tenía la misma actitud tan desagradable y presuntuosa. Ella se creía mejor que cualquier persona en este mundo, siempre estaba coqueteando con todos los hombres de la facultad muchos la detestaban. Pero era muy territorial con cualquier mujer que se acerque a Luciano, si pudiera marcar territorio como hacen los animales para que las demás ni lo miráramos lo haría. Ella se creía la chica perfecta, con su altura de más de 1.78 podría ser perfectamente modelo, sus ojos azules con pestañas bastante largas incluso le gustaba usar pestañas postizas para que se le vieran más pobladas, su nariz era pequeña pero perfecta para su tipo de rostro, tenía pecas en sus pómulos y nariz que la hacían ver como si fuera una chica muy tierna y muy bonita, su cabello pelirrojo ondulado y largo que le llegaba hasta debajo de las nalgas, su figura esbelta, según ella no necesitaba hacer ningún ejercicio ni nada para estar perfecta como siempre su hermana, primas, madre y abuela eran como ella y agradecía ser así, no era una mujer muy agradable.
― No sabía que venias aquí Vanessa. ― Me miro de arriba abajo, ella me odiaba nunca me había interesado saber el por qué si yo era todo lo contrario a ella, media 1.57 cm, mi cabello era castaño, me llegaba hasta los hombros, no soy esbelta como ella, soy acuerpada mi madre dice que mi abuela era latina y por eso tengo más curvas. Creo que eso era lo que molestaba a Antonella que tenía curvas y ella no.
― Todos los días nos podemos sorprender. ― Ironice.
― Parece que este lugar le permite la entrada a cualquiera. ― intento humillarme para hacerme sentir mal, pero todo lo que ella me decía me resbalaba.
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Editado: 02.06.2022