Secretos & Venganza

Capítulo 01

                     
                                               *Actualidad*

Gente caminando de un lado a otro, todos totalmente concentrados en sus labores. Mila —empleadora de más de cincuenta hombres y mujeres—, daba órdenes para que no hubiesen errores y así tener a su cliente satisfecho, pues este le había pedido que todo saliera a la perfección igual no hacía falta que lo pidiese, puesto que Mila jamás había cometido error alguno en su empleo. Era pulcra y muy eficiente, no hace falta mencionar que el trabajo era parte de su orgullo y felicidad. 

Sus empleados la respetaban y a su vez obedecían a cada unas de sus estrictas órdenes, puesto que ella además de ser muy autoritaria a un nivel de amabilidad increíble, también era muy buena con todos y cada uno de ellos, nunca les levantó la voz ni nada parecido, todos la admiraban. Era una mujer que nunca dudaba y ante el más grande problema ella siempre tenía una solución bajo la manga. 

Mila se paró en el escenario y desde allí admiró como había quedado el lugar donde estaban trabajando. Aún faltaban algunos detalles, pero en simples palabras había quedado magnífico como con todos sus anteriores trabajos. 

Ser organizadora de eventos no era fácil, pues tolerar con las exigencias de sus respectivos clientes era agotador, pero de igual manera tomaba cada unas de las ideas que estos aportaban. Sin importar cuán horribles que sean las tomaba y mejoraba para luego aplicarlas en los diseños de dichos eventos. Después de todo le pagaban por hacer ese trabajo y el no incluir las ideas que ellos aportaban podría llegar a ser una falta de respeto hacia sus empleadores, a ella le gustaba complacerlos. 

Una mujer de cabello negro y vestido rojo amoldado a la simetría de cuerpo y revelador en su voluptuoso busto, misma que calzaba unos zapatos tacón aguja de color negro entró por una de las tantas puertas del lugar en compañía de una mujer mayor un poco robusta que cargaba a un niño de apenas unos seis años se acercaron a ella.

La pelinegra se acercaba mientras detallaba el lugar con su mirada, el pequeño solo estaba concentrado jugando con el diminuto dinosaurio que poseía en sus manos y la señora estaba seria como acostumbraba, sin embargo en sus ojos café mantenía una mirada que desprendía ternura. 

—¿Qué hacen aquí? —inquirió Mila con sorpresa y emoción mientras bajaba del escenario en un suave trote. 

Tomó al pequeño entre sus brazos y lo llenó de besos haciendo que el niño riera. 

—¡Mami! —pronunció el niño con su tierna vocecita. Riendo por las muestras de cariño que le hacía su madre. 

Mila dejo de besar al niño y lo miró con una tierna sonrisa extendida sobre sus labios color carmesí, luego clavó su penetrante mirada azul en la señorita del despampanante vestido rojo. 

—Ksenia Ivanov, ¿se puede saber qué hacen aquí? —indagó tratando de no sonar enfada frente a su pequeño hijo. 

La aludida alzó las manos en señal de que ella no tenía nada que ver e hizo un gesto con los hombros quitándose toda culpa. 

—A mi ni me mires, el niño te extrañaba. Él quería verte y bueno ya sabes que no me puedo resistir cuando me mira con esos ojitos —replicó tratando de no entonar aquel acento que delataba su origen. 

Mila colocó al niño en el piso y luego se inclinó hasta quedar casi en la misma altura de su hijo. 

Los ojos escrutadores de su madre hizo que el pequeño bajara su mirada esmeralda hacia el diminuto dinosaurio que sostenía entre sus manos y comenzará a juguetear para evadir un regaño. 

—Ian —le llamó en un susurro, tomando su barbilla y haciendo que le mirará a los ojos—. ¿Hijo qué te ha dicho mami si llegabas a extrañarla? —preguntó con suavidad en su melodiosa voz. 

El pequeño niño parpadeo en repetidas veces, con inocencia y sabiendo que con eso siempre causaría ternura en su madre hizo sobresalir su labio inferior al tiempo que sus orbes claras expresaban la tierna mirada de un niño herido. 

—Ian no me mires así —reprochó ella, con una enorme sonrisa, conociendo que no se podía resistir a los encantos de su propio hijo. Levantándose dirigió la mirada hacia su amiga—. Es imposible negarse a esa mirada —dijo, negando con la cabeza al mismo tiempo que sonreía. 

Por más que lo intentaba nunca se podría resistir a la tierna mirada que su hijo suele usar para que no le regañara. 

—Dímelo a mí —espetó Ksenia, pasando una de sus manos por las hebras largas de su cabello negro azabache—. ¿Carmen por qué no llevas a Ian al jardín? —aquello salido de sus labios no fue una pregunta, más bien había sido una orden estricta. 

—Señorita Ivanov, ¿me autoriza para llevarlo? —inquirió Carmen mirando a Mila. 

Carmen resultaba ser una señora de rasgos añejos y personalidad tranquila, misma que con el transcurso de los años se había ganado la plena confianza de Mila. Sin embargo y de igual manera siempre que debía salir con el niño la llamaba para preguntarle si podían hacerlo. 

Por esa razón el asombro de verlos llegar sin que antes fuese informada de tal hecho. 

Mila asintió.

—Por favor cuídalo bien y si ves a alguien que no sea del personal lo traes de nuevo conmigo —pidió amable.

Carmen asintió y tomó la pequeña mano del niño. 

Por más que tenía años de haberse alejado de ese mundo lleno de miseria continuaba con el miedo a ser encontrada por ellos. El temor no era por ella, sino por su hijo y la pequeña familia que había podido formar. 

Ksenia espero a que ellos se alejaran lo suficiente para poder decir: 

—Me sorprende que después de tantos años te sigas cuidando, Scarlett. Han pasado más de cinco años, no van a encontrarnos. Dime, ¿no es suficiente con el cambio de vida e imagen que has hecho? —cuestionó con voz monótona y expresión seria. 

—Ksenia ya te dije que no me llamaras así —reprochó ya que no le gustaba que pronunciara su verdadero nombre—. Y no, nunca será suficiente para mantenernos a salvo y lejos de ellos —alegó mientras comenzaba a caminar por el salón. 



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En el texto hay: mafia, romance, amor y venganza

Editado: 01.03.2023

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