Narrador omnisciente
Atentos a la espera de que la noche caiga por completo sobre ellos y llevar a cabo con la ejecución del clan Murphy.
Uno de los carteles enemigos de Los Cobras y unos de los mas siniestros de la ciudad de New York, por ese motivo es que los hermanos Campbell se encontraban allí, para derrotar a aquellos hombres que se encargan de venderle ilegalmente drogas a los menores de edad.
Aunque esa no era la única razón por la que Kaleb quería, mas bien deseaba acabar de una vez por toda con la vida de ese ser tan repugnante. Murphy tenía una deuda con los hermanos Campbell y ellos querían hacerle pagar con su asquerosa vida.
Cuando la noche cayo sobre ellos todos comenzaron a operar el plan de Xander.
La oscuridad seria una gran ventaja para ellos, puesto que se encontraban bien equipados.
Gracias a Demon que les había advertido que se trataba de una trampa, ellos optaron por permanecer allí y terminar con Murphy de una vez por todas. Así como lo habían jurado años atrás.
— Creo que ya es hora — menciono Xander, casi en un susurro.
Lo mejor era no alarmar al grupo de personas que se encontraba resguardada dentro de las instalaciones de la gran mansión.
Luego de que los disparos se dispersaron ellos procedieron a «retirarse» del lugar y aguardaron a que la oscuridad los rodearán y ellos bajaran la guardia.
— Andando — respondió Kaleb, sujetando bien su arma y levantándose lentamente hasta quedar acuchillado.
— Ustedes primero, nosotros iremos detrás — alegó Xander, y junto a su equipo comenzó a caminar con sigilo.
Observando detenidamente cada esquina del lugar, intentando ver algún cuerpo escondido entre la oscuridad se acercaron al inmueble de un valor sumamente costoso.
Una vez que el equipo de Xander, tomo bastante distancia, Kaleb, junto a los demás jóvenes comenzó con el plan acordado entre ellos.
Varios hombres se encontraban a las afueras de la mansión Murphy, para ser exactos eran cinco, los cuales cayeron tal cual moscas, luego de recibir uno o dos disparos en sus cabezas.
De eso se trataba de ser rápidos y pulcros, sin dejarle tiempo para pensar y que pudieran jalar del gatillo directo a matar.
Luego de no haya quedado ningún hombre vivo, el equipo B se encargó de abrir las puertas de la mansión y allí fue donde la masacre comenzó.
Estaban desprevenidos. Quizás estos habían pensado que ellos se retiraron, pero fue un error haber hecho eso, puesto que Los Cobras jamás se daban por vencidos y si tenían que aguardar lo hacían con tal de cumplir las ordenes de sus clientes.
Un estruendo resonó por toda la sala y todos Los Cobras voltearon a ver a uno de sus jefe sosteniendo el arma recién disparada, mientras que el otro tenía una mano sobre su oreja, la cual sangraba por un roce de bala.
— Maldición — grito Xander en un chillido de dolor, pues una bala rozó el lóbulo de su oreja.
— Estaba detrás de ti — justifico.
— Me hubieras avisado — gruñó irradiando ira hasta por el más pequeño de sus poros. — Cuidado — grito apuntando su arma en dirección a Kaleb, y sin pestañear soltó un disparo — Estamos a mano — alegó con una sonrisa muy cínica, tan característica de él.
— Imbécil — farfullo Kaleb.
Mientras los hermanos terminaban con los cabos sueltos, su gente mataba tal y como ellos le había enseñado; sin piedad, sin pudor, sin escrúpulos, a sangre fría.
La sangre de sus enemigos se derramaban pintando las paredes de la mansión en carmesí, creando una maravillosa obra de arte ante sus ojos, como si se tratara del mas fino lienzo en un cuadro y este se pudiera apreciar en una de las mejores galerías.
Las gotas se transformaban en charcos, algunos de los hombres clavaban sus cuchillos en los cuerpos inertes de sus enemigos, solo por diversión o quizás por cinismo.
— Ya basta — le dijo Kaleb a uno de sus hombres, el cual no dejaba de enterrar su cuchillo con violencia y a gran velocidad en uno de los tantos cuerpos que se encontraba tirado y derramando su sangre sobre el suelo.
— Lo vi moverse — dijo el joven con diversión y una sonrisa que desbordaba malicia.
— Continuemos, aun falta la basura mayor — expreso Xander con cansancio.
Sus hombres recargaron sus armas, mientras que los hermanos Campbell ni se molestaron en hacerlo.
Descendieron y Kaleb vio a alguien escabullirse en una habitación, a pasos rápidos se acercó. Al ver a un cabo suelto y lleno de temor a simple vista, Kaleb sonrió con cinismo y le enseñó la navaja que sostenía en su mano derecha, causando mas miedo en el joven y que estes comenzara a temblar como una hoja.
Mirándolo a los ojos y sin quitar esa sonrisa tan siniestra se acercó a él y lo tomo del cuello.
— ¿Donde está? — inquirió alto y sin parpadear.
— No...No me... Me lastime — rogo el joven en un tartamudeo.
— No lo haré si me dices donde esta tu maldito jefe — murmuró con tranquilidad inquebrantable.
— En la bodega inferior. Él... él se encuentra en la bodega — respondió entre balbuceos.
— Gracias — dijo ladeando la cabeza hacia un lado, mirándolo con frialdad.
— Saludos a lucifer — dijo y sin mas deslizó filo de la navaja por el cuello del chico, desgarrándola sin pudor y salpicándose la sangre del joven sobre su propio rostro.
— ¡Que asco! — farfullo con repugnancia. — Maldito cerdo — masculló dándole una patada al rostro del reciente fallecido.
Xander le tendió un paño negando con una sonrisa perversa. Kaleb lo tomo y quito la sangre que yacía en su rostro, asqueado y con enojo escupió sobre el cadáver del joven.
— Púdrete en el infierno — artículo volviendo a escupir sobre el cadáver.
— Ya sabemos donde esta Murphy, deja que el chico descanse en paz — hablo Xander, usando el sarcasmo a modo de broma.
Keleb chasqueo la lengua e hizo un movimiento con su cabeza, restándole importancia a lo dicho por su hermano mayor y desechó el paño que él le había entregado para que se quitará la sangre de su rostro.