Secretos & Venganza

Capítulo 25

Narrador omnisciente

Mientras los hermanos Campbell, estaban planeado una venganza cruel en contra, Lane padre. En la otra punta de la ciudad Scarlett, se encontraba junto al personal de seguridad y a su pequeño hijo.

Una semana después de haberlo pensando, tomó la fuerte decisión de hacerle saber a Kaleb, que tenían un hijo en común.

Con las manos sudorosas y temblorosas toco la puerta, el miedo invadieron sus nervios, pero ya no había vuelta atrás. Quería decir la verdad y terminar con su secreto de una vez por todas.

Helen, fue quien abrió la puerta y una sonrisa sutil se armó en sus labios al ver a la pelinegra junto a un pequeño niño.

— Buenas tardes. ¿Desean algo? — inquirió con esa amabilidad que tanto la caracteriza.

— Hola — dijo Scarlett, en un murmullo bajo — ¿Se encuentra, Kaleb? — vaciló al preguntar, sin embargo estaba muy dispuesta a decir toda la verdad.

— No. El señor ha salido por una emergencia. Si quiere puede pasar y esperar por él o puede dejarme el recado y se lo diré en cuanto llegue — sugiero haciéndose aún lado de la entrada.

Invitándola a pasar, sin embargo ella negó y se quedó allí, parada y tratando de encontrar a Kaleb con la mirada puesta dentro de la sala del apartamento.

Por una parte sintió alivio al oír que no estaba en casa y por otra sintió morir, pues en realidad deseaba terminar con su secreto y revelarle la identidad de su hijo.

— No, no se preocupe vendré en otro momento — mencionó, realizando  un mohin inconforme con la situación.

— ¿Segura? — inquirió Helen, al percatarse del tono pálido repentino que hizo aparición en el bello rostro de la pelinegra.

— Si — respondió sin vacilar.

Sin mas por agregar, tomo a su pequeño en brazos y salio prácticamente corriendo del lugar.

Helen, salio afuera del apartamento y vio como se alejaba con aquel niño tan parecido a su jefe, seguida por dos hombres con trajes negros. Alcanzó a distinguir que ambos portaban armas y por temor a que uno de ellos regresará a causarle daño se metió rápidamente al apartamento y cerró la puerta con el pestillo, colocó todas las trabas por su seguridad y suspiro.

Extrañada por la actitud de la joven y esos hombres que seguían sus pasos, tomó el teléfono de la casa y marcó el número de su jefe. Marco tres veces y las tres fue enviada directamente hacia el buzón. Al marcarle reiteradas veces se dio por vencida y dejo de insistir.

— Señora, lo mejor es que regresemos a su casa — hablo Stevens, con seriedad y ese porte tan frío para cualquier ser.

— Estoy de acuerdo — balbuceo cabizbaja.

Se encontraba un poco triste por verse incapaz de lograr su objetivo de contarle la verdad a Kaleb.

Su estado de ánimo no impidió sonreírle a su pequeño hijo.

Ambos entraron al coche y seguidos de ellos los custodios que velaban por su seguridad. A excepción de Stevens, que se quedó viendo en dirección hacia el norte del camino.

— ¿Pasa algo? — inquirió Scarlett, sacándolo de su ensimismamiento.

— No... — respondió a medias, sin apartar la vista de la camioneta que se encontraba a unos metros de ellos —, no sucede nada grave señora — término de alegar su respuesta al introduciéndose en el vehículo.

Marcos, quien se encontraba en el asiento del copiloto lo miro con el ceño levemente fruncido, Stevens realizó una sutil mueca para que mirará por el espejo retrovisor. Marcos sin duda lo hizo y enseguida se percató de la flamante camioneta color plata.

Definitivamente esa no pertenecía a la élite de Christopher, los hombres que se encontraban dentro tampoco lo eran y eso elevó sus sospechas, pensó que se trataban de algún clan enemigo, pero al divisar al conductor de dicha camioneta su rostro decayó en pánico.

Stevens, puso en marcha y se marcharon del sitio de estacionamiento.

Código P — pronunció la ronca voz de Robert.

Hazlo — le ordenó Stevens a Marcos, el cual rápidamente acató la orden y tomó el Walky-Talky, colocándolo en privado.

Dinos — dijo con un tono pasivo fingido.

Nos vienen siguiendo desde que salimos. Llame al jefe y le informe la situación, por seguridad de la señora Lane, debemos cambiar la dirección. Marcos, nos han encontrado y debemos perderlos de vista — explicó Robert, mientras Marcos asentía a cada una de sus palabras.

Adelántate, te seguiremos el juego — dijo a modo de gracia para no asustar a Scarlett.

Zigzag — mencionó Luis, colándose en la conversación desde la otra camioneta.

Colocó el aparato de comunicación en su lugar y miro hacia atrás.

— Señora su cinturón — pidió sin merodeos u explicación.

— ¿Para qué? — pregunto incrédula.

— Aah, solo tiene que hacerlo por su seguridad — dijo vacilante.

— Scarlett, nos están siguiendo. Ahora ponte el cinturón y deja de hacer preguntas tontas — alegó Stevens, tan rápido y seco como siempre. 
— ¡Llámalo ahora! — le exigió a Marcos.

— Ya lo ha hecho Luis, debemos hacer zigzag y despistarlo. Los lleváremos a un lugar seguro — soltó omitiendo la presencia de Scarlett.

— No he preguntado, solo haz lo que te digo mal... — contuvo el insulto por la notoria presencia del pequeño niño.

— Vale, vale. Ya lo llamo — acotó. Velozmente tomó su móvil y le marco a su jefe — S... Señor — pronunció temeroso por obtener respuestas o insultos hacia su persona. 
— De acuerdo. ¿Solo debemos ir hasta allí? — inquirió sintiéndose estúpido, puesto que la orden de su jefe había sido precisa. — Entendido — acotó y colgó la llamada — Debemos ir hacia Central Park — le informo a su compañero.

— ¿Ellos lo saben? — hizo referencia a sus colegas y Marcos, solo asintió con su cabeza. — Demasiadas personas — refuto apretando sus dedos sobre el volante.

— Esa es la idea. Ha sido muy firme con su idea, me dio a conocer que eso será un buen punto de despiste — murmuró solo para que él lo oyera.



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En el texto hay: mafia, romance, amor y venganza

Editado: 01.03.2023

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