Kaleb Campbell
Visualizo la desconfianza en ese azul claro que hay en sus ojos, y joder, quisiera centrarme en eso pero sus labios me llaman. Me atraen como si fuesen un maldito imán.
No sé cuánto más resista este silencio, no tengo ni la más puta idea de cuanto tarde de romperlo con un beso.
De pronto toma mi mano y con suavidad la retira, dejando una sensación de falta perturbadora.
— ¿Así que me ha puesto de ejemplo? — inquiere retórica, absorta en sus propios pensamientos.
¿En serio ha oído solo eso? ¿Acaso no escucho cuando dije que la busque hasta el cansancio, o simplemente me esta evadiendo?
— Si — me limito a responder. Haciéndome el idiota vuelvo a acercarme, sin embargo detecta mis movimientos y se corre con cautela.
¡Oh vamos! ¿Lo haces adrede?
— ¡Genial! — exclama caminando de un lado a otro y sé que lo hace para no tenerme cerca.
¡Entre más intentas evadirme más me provocas!
Me cruzó de brazos y me apoyo sobre el escritorio, sin despegar los ojos de su lento caminar. Observando como su mano posa de bajo de la barbilla y cada unos segundos me mira por el rabillo del ojo, con disimuló y rosando el pulgar por su tan apetecible labio inferior.
Sí, lo está haciendo apropósito y lo más jodido es que lo hacen tan bien que le está dando unos resultados del carajo.
De pronto se acerca y apoya sus manos en mis hombros, dejando que sus ojos me miren con cierta inocencia que lejos de tomarla como realmente es... me están dando unas malditas ganas de montarla sobre este escritorio y hacer que de sus labios se escape mi nombre entre gemidos.
— ¿Qué más sabes, Campbell? — me estás provocando de una manera que no tienes idea.
Su voz despilfarra inocencia, una que es acompañada con un mínimo toque de seducción, y vaya, lo hace jodidamente bien.
— ¿A qué juegas, Lane? — pregunto dejando mi instinto de empotrarla y hacerla mía una vez más.
La pregunta le toma por sorpresa y abandonando mis hombros retrocede.
— A nada, ¿por quién me tomas? — réplica bajando su cabeza y mordiendo el borde izquierdo de su labio inferior.
— Perfecto, ¿entonces no te molestaría que responda todas tus inquietudes a cambio de algo? — me acerqué, quité un mechón de su y lo colocó detrás de su oreja. — ¿No te importaría si tomo esto como una provocación? — inquiri en un susurro cerca de su oído.
— Kaleb — pronuncia mi nombre intentando alejarse nuevamente, pero no se lo permito. La sujeto de su espalda baja y la acercó a mi rostro.
Su expresión emana sorpresa y a la vez un poco de confusión, sin embargo no deja de mirarme... de esperar a que tome la jodida iniciativa.
— Sé lo que intentas y puedes hacerlo hasta el cansancio que no obtendrás ningún resultado — musito y la suelto.
— ¿Ah si? ¿Y según tú que intento? — vamos no me vengas con eso de hacerte la tonta que tampoco funciona. Te conozco demasiado.
— Seducirme para sacar información — una risa arrogante escapa intrépida de su boca.
— Te crees demasiado cuando no eres nada — ríe — No eres más que un estu... — y la callo, me ha cansado demasiado que la mejor forma de silenciarla es pegando mis labios a los suyos.
Justo cuando la tengo con sus piernas pegadas a mi cintura, caminando con ella hacia el escritorio mientras intentaba deshacerme de su blusa , alguien decide joderme la puta tarde y toca la puerta con desesperación.
Scarlett tiene su expresión de espanto y temor, no hace falta preguntarle el por qué de eso cuando sé que teme de quien sea que haya tocado sea William.
— Acomodate la blusa — digo con rapidez, mientras intento no dejar rastro del labial desparramado en sus labios.
— Tú — con su dedo índice señala mi boca, tomo el paño del pequeño bolsillo en mi saco y me limpio.
¡Me acaban de arruinar una oportunidad única!
— ¿Así esta bien? — pregunto cabreado, no con ella sino con la persona que no para de dar golpes en la puerta.
Asiente levemente y me dirijo lo más rápido hacia la entrada, abro y me encuentro con Xander, arruina oportunidades Campbell.
— ¿Qué carajos quieres? — inquiri notando como sus ojos escanean dentro del despacho y luego pasa a mirarme pidiendo disculpas a través de una mirada.
— Tenemos un problema — murmura serio, dejando su rostro contraído en enojo.
— Habla — expresa Scarlett, a mis espaldas.
— Han llegados dos móviles... dos camionetas grises y llevan paradas frente a la entrada hace unos cinco minutos. Marcos y Henry, han dicho que nadie se a reportado por lo que William, dio la orden de que ellos regresen a la casa y prepararse para lo que sea — su alegación es tranquila, pero lo conozco y sé que esta pasando en salir a enfrentar a quienes sean.
— Vamos — dice Scarlett, pasando por un costado mío y dejándome desconcertado.
¿De dónde ha salido eso?
No creo ser el único que detecto la firmeza, determinación y seriedad con la que pronuncio esa simple palabra.
— Tiene los ovario del tamaño de una sandía — comenta siguiendo mis pasos.
— Gracias — digo sarcástico, evadiendo su estupido comentario.
— ¿Por qué?
— Por joderme el polvo — murmuro aligerando el paso y tomando distancia, no la suficiente como para no poder evitar oír su risa burlistica.
***
Narrador omnisciente
Kaleb estaba cabreado con su hermano, pero eso había quedado en segundo plano cuando notó la tensión latente que se podría llegar a cortar con tan solo un dedo.
Llevaban unas dos horas esperando a que alguien se dignará a bajar de una de esas camionetas y así poder reconocerlos mediante las cámaras que estaban fuera de la casa, monitoreando cada movimiento... aunque solo se percibía la circulación de los vehículos que pasaban por la calle.