Secuestrada para el Alpha | Libro 2 |

02. ¿Por qué te haría daño?

La miraba lentamente para no olvidarme de ella, nunca había notado las pequeñas cicatrices en su cuello y una debajo de su labio. Estoy maravillado por su hermosura y encanto, había escuchado que era fea por las cicatrices que le habían causado de niña pero se equivocan. 

Es la flor más linda de todas, y es mía solo mía. 

No quería que se durmiera a mi lado, pero no se como entro a mi cama, estoy seguro que pedí un cuarto para que ella durmiera la ví irse pero no volver a entrar. 

Observo sus gruesos labios rosados y corro mi vista hacia otro lado, paso mis manos por debajo de mi cabeza mirando el techo, siento como se acomoda abrazándome dejándome tenso en mi lugar mientras sus delicadas manos pasan por mi abdomen. 

— Lobo... malo.. — giro mi rostro escuchando su risa mientras aún duerme. ¡Sueña conmigo!, pienso felizmente. Junta sus labios y rió al verla perdida en sus sueños, ¿qué soñará? Eso me intriga para que haga ese gesto. 

Le doy un pico en sus labios y sonrió al ver que se acuesta nuevamente a su lado como era en un inicio. Duerme sin darse cuenta de nada y suspiro al saber que tiene un sueño pesado, salgo de la cama aún confundido por haber despertado con ella pegada en mis brazos y suspiro sin entender nada aún. 

Podría haber caminado dormida o tener alguna pesadilla, o la más probable no poder dormir. Pensar en eso solo me va a volver loco, necesito un baño para deshacerme de esas ideas que solo me hará difícil mi día, no podré dejar de pensar en eso.

— Sabías que es malo tener la puerta abierta mientras te bañas.

Me asusto, miro como el vapor tapa el vidrio de la regadera y suspiro tranquilo. La miró con una sonrisa en sus labios mientras se miraba en el espejo.

— ¿Cuando te despertaste?. — se acomoda el cabello y se gira apoyando su brazo en la encimera del lavabo.

— Hace dos horas. — asiento para que no note mi nerviosismo, la bese y ella estaba despierta. ¡Santas Lunas!, que más puedo decir si sabe lo que hice. Suspiro ignorandola tratando de no darle importancia, comienza a tocar el vidrio y lo golpea levemente. — Me vas a ignorar.

La miro por unos breves segundos y sigo mojandome el cabello.

— Oh, chico malo. Bueno, me iré y te dejaré con esto de hacerte el frío. — la miro. — Me buscaré a alguien que si me quiera hacer caso. — niego, abro la puerta y la agarro en mis brazos, cierra sus ojos ruborizándose completamente. — ¡Estás desnudo!.

Chilla girando su rostro, sonrió viéndola así de nerviosa cuando trata de verse neutral y superior. Paso mis dedos por su mejilla sintiéndola temblar.

— ¿Te vas a ir con otro?. — gira su rostro y me mira.

— No, solo no vuelvas a hacer esto. — mira hacia el techo, observó el sudor en su frente, muerde su labio inferior provocando un raro cosquilleo en mi que no quiero sentir en este momento eso solo llega a otro problema.

— Me quieres. — ladeo mi rostro, baja su mirada y bufa.

— Si, te quiero. ¡Bájame!.

Chilla, la dejo libre y corre tapando sus ojos. Rió mirándola, meneo mi rostro volviendo a mojar mi cuerpo en el agua, muevo las manillas de la regadera hasta que el agua está fría haciendo que me relaje por el problema que me causa ver esos labios carnosos.

— No quiero.

Se niega a estar en el mismo lugar que yo por décima vez, la miro seriamente y observo como deja a un lado su libro después de tantos minutos en los que ha sido una guerra para mi, me mira con miedo algo que no quiero.

— Ven aquí. — miro como sus manos tiemblan y suspiro, no quiero que me tenga miedo. Me incorporo y camino hacia ella, sus ojos se agrandan con miedo y la cargo en mis brazos, me mira con suma atención en mis movimientos, me siento en el mismo lugar y acaricio su rostro.

Se asusta un poco por eso pero deja que siga con eso, mira con miedo mi mano hasta que se acostumbra a mi toque, acaricio su cabello con delicadeza como la voy a tratar desde ahora en adelante, es una flor delicada en mis garras.

Recarga su rostro en mi pecho y cierra sus ojos cuando me agarra confianza y sonrió, observó su sonrojo imaginando lo tierna que se puede ver de esa forma. Se acomoda cuando no ve alguna respuesta de peligro de mi parte y beso su frente, se remueve por lo que he hecho y sigo acariciandola.

— ¿Qué tratas de hacer?.

— Me tienes miedo, no quiero que sigas con ese miedo en mi. — alza su rostro, miro esos hermosos ojos cafés sintiendo el golpeteo de mi corazón.

— Oh, bueno. — dice sin más, miro cada parte de su rostro viendo que se ha ocultado sus cicatrices con maquillaje.

— ¿Por qué las ocultas?.

Me mira, entrecierra sus ojos y solo miro lo tierna que se ve con ese gesto perfecto.

— No me gusta verlas. — ladea su rostro. — ¿Por qué escondes tus tobillos?.

Alzo mi ceja, es demasiado perfecta para mi. No puedo con alguien tan hermosa y perfecta en todos sus aspectos que he visto hasta este momento.

— No me gusta ver mi pasado.




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