Secuestrada para el Alpha | Libro 2 |

03. Bueno, pero no puedes ir

Lo podía impedir si seguía negandome, no soy buena enamorandome la última vez que lo intente; perdí, mi mitad demonio lo ve como un juego esto mientras yo lloro y soy vulnerable esa parte mía con la cual no nací se divierte. Murió la última persona de la cual me enamoré y si pierdo el control en cualquier instante ella lo acabará, ¿Alpha Maldito? soy un peligro más y más fuerte que él.

No nací siendola, crecí siendo un peligro.

Lo quiero, pero no quiero debilitarme y que esa parte mía se libere. No quiero que vuelva a ganar, me iría pero eso lo dañaria. Me mataría para que no tuviera que pasar algo malo a su lado pero igual lo debilitaría y no volvería a ser el mismo.

— ¿Por qué te escondes?.

No quiero hacerte daño.

— Por nada. — cierro mis ojos cuando me levanta y me carga como si fuera una pequeña niña. — ¿Alguien puede ser más peligroso que tú?.

Miro como sube su mirada la cual siempre está en mis labios, no me gusta eso, ve mis cicatrices y no me gusta verlas solo me recuerdan lo que pase de niña.

— Nadie es más peligroso que yo, maté al que me hacía competencia. — tragó duramente, miró hacia otro lado nerviosa. Agarra mi mentón haciendo que lo mire y se que mis ojos solo muestran miedo pero no es para él todo mi miedo, es el miedo que tengo sobre mi.

— Nadie. — murmuró.

— ¿Por qué quieres saber eso?.

Meneo mi rostro.

— Por nada. — miro sus ojos mirando la hermosa diferencia que tienen, uno azul y uno verde, desde la primera vez que lo vi quedé encantada y siempre lo veía sin que se diera cuenta. Creo que descubrí primero a mi pareja después de todo, desde que él tenía quince llevo viéndolo.

Yo tenía trece en ese momento, lo vi por los barrotes de la escalera y observé con detenimiento sus ojos. Eso fue antes de sentir ese sentimiento raro en mi corazón por otra persona.

— ¿Qué piensas?.

Niego, — En nada. — bufa frustrado.

Se cuanto se enoja, y cuanto no le gusta que no le diga nada. Lo odia, pero estoy insegura de todo y de todos.

— No me quieres.

Asiento sin saber más que hacer, sonríe levemente y me ruborizo, me escondo en su hombro y huelo el sutil aroma a colonia, me deja en un sillón y observó el lugar en donde estoy observando su despacho en donde estaba desde el inicio.

Vuelvo a agarrar el único libro que se me de memoria y que no me canso de leer, hay veces que no lo leo y solo lo uso para hacerme la ocupada para que no intente hacerme preguntas. Soy cerrada en mi pasado y el quiere saber de eso, prefiero escucharlo mientras me quedo callada, soy mejor en eso.

— Me prestarás atención, necesito que me mires para saber qué me estás escuchando. — levantó un poco mi rostro para mirarlo y vuelvo a bajar mi rostro para mirar mi libro. — Bueno, quería avisar que no estaré por una semana.

Lo miró rápidamente, y aunque no le ponga atención la mayor parte del tiempo no me gusta estar sola, esta casa es grande y estaré sola, no, niego mirándolo y observo como frunce sus labios. Se deshace de su corbata y trago saliva, me paró del sillón y caminó hacia él, me senté en el escritorio y lo miré unos segundos antes de bajar mi rostro.

— ¿Por qué te vas?.

— Tengo trabajo fuera…

Lo detengo para que no siga hablando.

— Y no puedes hacerlo por estos aparatos, siempre estás aquí encerrado ¿por qué salir?. — se levanta quedando enfrente mío y agarra mi mentón alzando mi vista.

— También hay que hacer cosas en otros lados, y se necesita que vaya en algunos casos.

— No. — acaricia mi rostro estremeciendome, observó el brillo en sus ojos igual al que he visto en mi papá cuando mira a mi mamá, es amor, lo se, pero no quiero eso; lastima.

— ¿Qué hago entonces?. — hace un puchero viéndose tierno, ladea su rostro sin dejar de mirarme poniéndome nerviosa.

— ¿Qué alguien más se haga cargo?. — murmuro nerviosa por mirarlo,  lamo mis labios sintiendo mi garganta reseca y me agarra el cuello con las dos manos acercándome más a él.

— No se puede. — me cruzo de brazos alejando sus brazos, miró hacia otro lado frunciendo mis cejas.

— ¿Por qué?, este lugar da miedo.

— Ah, no quieres quedarte sola. — niego, lo miró lentamente y agarra mi cuello para que lo mire aunque no quiera. — Te llevaría pero no creo que sea posible.

— ¿Por?.

Ladeo mi rostro, hago un puchero lo cual siempre mis hermanos dicen me hace ver tierna y miro sus ojos desiguales encontrando lo hermoso en ellos y suspiro. Me mira atentamente sin dejar de ver algún lado de mi rostro hasta sonreír.

— Solo marcada puedo llevarte sin eso corro peligro a que alguien te lleve, y eso es peligroso. — mis vellos se erizan de tan solo sentir eso en mi cuello como si ya hubiera pasado, un cosquilleo abarca por toda mi clavícula helandome.

— No, no, no. La marca da miedo, es una mordida que de seguro duele. — ríe, observo su sonrisa algo que siempre me ha causado complicaciones en mi corazón.




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