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Sus leves suspiros me dejaron helada, mi respiración entrecortada y mi corazón descontrolado en la garganta nublaron por completo mi aturdida cabeza, un agarre en mi cintura me hizo voltear de manera violenta quedando así a solo centímetros de su rostro.
El intento de zafarme fue en vano, su fuerza doblega a la mía rodeando mi cuerpo con sus brazos, en todo momento me negué a ver su rostro, mis manos fueron a mis ojos dando tardanza a lo inevitable.
Una dolorosa descarga paso desde mi cabeza hasta mi pies en un segundo, mientras arqueaba la espalda mis dientes se mantenían en una presión constante que llego a lastimarme, la fuerza que ejercí en mis manos fue imprevista.
El grito que salió de mi boca fue solido y robusto, con una oleada de poder que emergía directamente desde mis entrañas lo mande a volar por los aires impactando con fuerza contra un tronco, mis manos comenzaron a temblar con la furia y el poder que estaba encendido en mi interior mientras en mis manos una esfera lumínica creciente surgió.
Apunte la enérgica bola de luz hacia él y mis dedos no ayudaban con el temblor constante en el que se mantenían, de manera suave dirigí esa energía a su dirección cerrando mis ojos, el estruendo de todos los arboles rebotando en el suelo avivaron mi inquietud.
Observe como la destrucción y caos se expandió por esa zona del bosque mientras en la otra parte los arboles rebasaban y lo verde de aquellos se mezclaba pareciendo un gran mar verdoso, en mis hombros ya no habia tanta cantidad de zozobra pero algo aún ahí estaba.
Por el rabillo del ojo observe como una curiosamente preocupante mirada yacía sobre mi, aquella sensación recorrió mi piel, una sonrisa ladeada se mantiene en sus labios con una ceja alzada a la vez, su cercanía era tal que podía observar su rostro con detenimiento y detalle.
Se inclino ante mi oído y sus palabras sonaron a un susurro que erizo cada una de mis extremidades.
—Deleitoso... —La tensión paso por mi ser cuando una caricia dejo huella en mi piel, —Lamento haber echo esperar a nuestro legendario encuentro mi bella destrucción.
Mi corazón colapsa cuando enfoco su rostro, sus dedos ásperos niegan mi voltear tomando mi mentón, cada una de sus facciones reluce con tal divinidad inverosímil, su piel con tal semejanza a la mía, su desordenado cabello queda en el olvido cuando mis ojos llegan a los suyos.
En el momento en el que divise su iris deje de respirar, algo hipnótico no me permitía apartar la vista de ellos sintiéndome atraída al magnetismo del verde en su mirada, en su cuerpo no sentía tensión alguna más bien, la tranquilidad de aquel era tan apacible que solté un suspiro.
En contra de mi sentir una daga congelada brotó de manera silenciosa de mi mano, fui ágil ocultándola en la parte interna de mi antebrazo, sus dedos recorren mi rostro y siento como lo contornea con ellos.
—He de admitir que su rapidez era desconocida para mi.
—Mi intrepidez no tiene que ser parte de su conocimiento, —Mi voz salió más fría de lo que habia sonado nunca, mi respuesta dibujo una sonrisa ladeada en sus labios dejándolo pensativo.
El cautivante en sus ojos no daba tregua a los retadores de los míos, mi altivez se habia desarrollado más y más con los años, nuestras miradas jamás dieron pausa a nuestro inconsciente duelo de miradas el cual llega a su fin con el tacto que proporciona en mi tez.
—¿Sabe usted lo molesto que debería estar? —Movió mi cabello hacia atrás despejando mi rostro mientras yo intentaba retroceder.
—¿Quién eres...? —El miedo se sentía en cada uno de los constantes y apresurados pálpitos en mi pecho, el cual siento que explotara en cualquier segundo, sin dejar el reparo en él.
—Su hostilidad es delirante pero igual de incitadora que su desprecio, —Sus palabras fueron ronroneos para mi, —Sin embargo su altanería le da fuerza y argumento a mis jugueteos.
El descenso de su mano hacia mi garganta detuvo mi tragar, su aliento se mantuvo en mi cuello y la cercanía hizo brillar aún más sus ojos, me aferre a mi navaja con más fuerza de la necesaria acercando mi cabeza a la suya.
Ambos rostros quedaron cercanos, se mantiene tranquilo mientras mi cabeza maquina una y otra vez como deben ser mis movimientos, repitiéndolos en mi mente sin cesar, su sorpresa es bastante al sentir mi cercanía pero en ningún momento me detiene, me atrajo hasta su cuerpo aferrándose a mi cintura.
—Mmmhg, —Acaricia mi cuello cuando sin preverlo mi pequeña defensa quedo peligrosamente contra su garganta, sus mimos se detuvieron por un instante pero no por mucho ya que a los segundos continuo acariciando las hebras oscuras de mi cabello.
Movió su cuello más hacia a mi dándome vía libre hacia el.
—Hágalo si es lo que desea, —Ínsito a mis ganas de clavar el afilado objeto en su carne y perforar su piel, —Adelante, hermoso desastre, haga lo que se le plazca, —Su sonrisa no dudo y mi mano tampoco tembló, —No la detendré, —Habló suspirando suavemente.
—Estas en lo correcto, no vas a detenerme, —Susurre de igual forma paseando la punzante arma blanca que mantenía en mi poder paseando la nariz en su clavícula, la cual olía demasiado bien manteniéndome unos segundos a un costado de ella, —Ni tú ni nadie.
Incruste en su cuello con premura el puñal, reitere mis movimientos empuñando con fuerza una y otra vez de manera consecutiva manchando aún más mis manos de sangre la cual quedaría plasmada en mi piel por el resto de la eternidad.
Levanté la vista y el pequeño rastro de esperanza que tenia se esfumo al observar su intacta sonrisa mientras la sangre escurría por clavícula y por ende subía por mis manos recorriendo mi piel pálida machada de antes ya, siento sus ojos repasando cada parte de mi robándome un jadeo ahogado.
De su cuello no dejaba de brotar sangre cual cascada en día de tormenta y penumbras, se mantenía inmóvil y el liquido rojizo se sentía poderoso y raramente llamativo para mis labios, por mi mente paso el anhelo de querer probar tal ambrosia desde su piel, saborear cada parte y morder, sentir más, sentir algo diferente.