Abby
Estaba sedienta, al regresar a la mesa un camarero me entregó una copa.
—Se la envían —Lo miré
—¿Quién? —Miro para arriba, aun sujeto de espalda
—Dice que conoce muy bien sus movimientos —Lo mire asustada y se fue
—Vaya hermanita, parece que eres un dulce exótico aquí —dijo mirando a todos lados —Y Richard entretenido —Se sentó a mi lado —¿Quién la envía?
—No lo sé —Bebió un poco
—No tiene nada —Asentí y dejé la copa ahí y volví a mirar arriba, me quedé petrificada al ver de quién se trataba —¿Qué te pasa? —Miro en mi dirección —Vaya —Mire a mi hermano —Ese hombre tiene agallas
—Chispas —dije, volví a mirar arriba y él me estaba mirando, nos quedamos mirando un rato y me sonrió, desvié la vista
Alessio
Tenía una mirada de venado asustado frente a los faroles de un auto, dejó de mirarme cuando sonreí, esta noche parecía más divertida de lo que imaginaba.
Abby
Un desastre así podría catalogar la noche, de qué otra manera podría definirse cuando terminas en una comisaría sacando a tu jefe de ella, bueno tu jefe momentáneo, como sea.
Después de que me enviara el trago, no lo vi más, así que seguí disfrutando, Jasón y Calvino se quedaron conversando en la mesa, mientras los demás bailábamos, Mía y Richard desaparecieron, así que solo estábamos en la pista Maritza, Beyno y yo, me quede con Beyno cuando Maritza fue por unas bebidas, dos tipos aparecieron.
—Te ves muy bien —Los mire y me separe un poco —Puedes venir con nosotros, no te arrepentirás —Mire a la mesa de Jasón, pero él no me vio
—Ella está bien —dijo Beyno
—Pero si es Beyno, oye ¿Dónde está Rouses? ¿Ya no está para defenderte? —Se acercaron a mí
—Vamos nena, tendrás más diversión con nosotros que con él —Me tomaron de las muñecas
—Suéltame —dije, pero me acercaron más a ellos —Que me dejen
—Será mejor que la dejes —Mire de quién se trata taba era el señor Caruso
—Porque no te vas y nos dejas algo de diversión Caruso
—Suéltala —Me zafé del sujeto y fui con Beyno
—Deberíamos hacer que se vaya está ebrio —Susurro Beyno lo miré, tenía la misma mirada de ayer
—¿Qué haces Alessio? —dijo la señorita Harris, la mirada de todos estaba sobre nosotros
—Será mejor que te vayas con tu linda prometida —El hombre sonrió —Nos está tan linda como Alessandretti, pero tiene lo suyo
—Vámonos Alessio —Le dijo unos de los hombres que estaba en el baile de la otra vez
—Si Caruso vete a seguir llorando por la princesa —Él me miró y yo asentí y se dio la vuelta —Sabes hubiera pagado para dormir con la puritana de tu novia muerta
—Parece que a ti no te enseñaron modales imbéciles ni a respetar a las damas —Maritza se metió —Porque nos os vais a conseguir un par de putas ustedes dos, para que pasen el rato
—Pues yo ya lo pasé, la otra vez con la novia de Caruso —Mierda, pensé, él no decía nada, pero la señorita Harris estaba roja como un tomate como uno de esos ajíes picantes —Solo queremos divertirnos
—Pues para ser ricos son muy maleducados, porque no primero aprenden a comportarse cuando estén ebrios y después se divierten —dije, ellos me miraron
—Así que la zorita tiene agallas —Se acercaron a mí —Linda, linda niña, te pagaré bien por darnos un baile privado —Lo golpeé
Él me tomó de rostro, pero se separó bruscamente de mí, el Señor Caruso le estaba pegando, mi hermano apareció, no podía ni pararse.
—Haz algo —Pero no podía hacer nada en el estado en el que estaba
—Alessio, por favor para
Calvino intervino, la señorita Harris se fue, los de seguridad vinieron y nos sacaron del bar, para que en la calle se volvieran a pelear, la policía llegó y se llevó a los dos hombres, junto al señor Caruso.
—Mariscos —Miré a Calvino y a Maritza —Yo iré a ver si puedo sacarlo de la cárcel, creen que se puedan hacer cargo de mi hermano —Asintieron
—Ten cuidado —dijeron
El policía me llevó hasta la comisaría, donde me encontré con el tipo que estaba con él.
—¿Señorita Williams? —asentí —¿Qué hace aquí?
—Me siento culpable
—No ha tenido la culpa
—Tal vez no, pero si no se hubiera sentido como un buen samaritano no estuviera preso
—Alessio es algo propenso a meterse en problemas —dijo
—Yo trabajo para él
—Lo sé, le ayudas por el momento y eres la persona favorita de su hijo, solo habla de ti —Nos sentamos —Es un niño muy dulce a pesar de su padre
—Sí, me cae tan bien, es un niño encantador.
Miré al policía que estaba ahí
—¿Le pondrán cargos? —negó
—No, créeme, no es la primera vez y apuesto que no será la última
—Qué vergüenza
—No deberías avergonzarte, no has hecho nada malo, más que divertirse a demás, ellos estaban ebrios y según sé ya tiene antecedentes, por eso, no los dejaran entrar en ningún otro bar de la zona
Editado: 06.12.2024