Capítulo 35

Al final, Isabel me evitó no sólo en la celebración también lo hizo los días siguientes. Lila dejó caer como de casualidad que le surgió un viaje imprevisto, a mi parecer era sólo una excusa para justificar su huida.

Diana, otro grano en el culo. Resulta que la muy astuta "No quiere intervenir en la (no) relación entre Isabel y yo" y con esa declaración evade todas y cada una de mis preguntas. Una traidora, eso es.

No sólo eso. Me vengo a enterar que sale con Edgardo Funes desde hace meses, nada más ni nada menos que el medicucho que conocí por videollamada y que entraba en los aposentos de Isa como si fuera su casa. ¿Y cómo me enteré? Fácil, a mitad de la fiestita de cumpleaños llegó el susodicho, tarde, claro está y se presentó sin un ápice de delicadeza.

-Leonardo, que gusto al fin conocernos cara a cara. Edgardo, para lo que necesites.- Había caminado directo en mi dirección, aunque me encontraba bastante apartado.

-Igualmente, supongo.- Murmure reticente, que sabía yo que tipo de persona es o cuales eran sus intenciones.

- No hombre, no me digas que sos de los que le guardan rencores al cuñado.- Declaró el caradura. 

-¿Cuñado?- Cuestione aturdido.- Para ser mi cuñado tendrías que ser el hermano de mi novia o el novio de...- El hombre frente a mi asentía con cada palabra que salía de mi boca, aseverando mi conclusión.

-El hermano de tu novia no soy, asique...- Corrobora para que no queden dudas. Ese tonito de "Yo me las sé todas" me indignó.

-¿Asique? Primero te parto la cara y después cuelgo a esa inconciente.- Es que vamos, no sería el primer novio de mi hermana que conozco pero al menos los otros han sido más sutiles, mejor dicho, ha sido ella quien los ha presentado como tal.

-Espera, espera. ¿Sos cavernícola machote?- Ironiza a la defensiva, estudiando mis movimientos como si me creyera capaz de empezar una contienda.

-¿Qué está pasando acá?- Interviene la responsable de la mayoría de mis dolores de cabeza.- Hola Edi.- Lo saluda ligeramente sonrosada, con una sonrisa licenciosa.- ¿Ya se conocieron?- No puede más de descarada.

-A buena hora lo recuerdas. Diana hoy particularmente me estas haciendo salir canas.- Expresé mi enojo.- Por la puta mierda Diana, ¿No se te ocurrió decirme en unas de esas doscientas llamadas diarias "Estoy de novia huevon"?- Niega.- No, claro, mejor que venga este... este... este tipo y diga "Hola duermo con tu hermana".- Malditamente supe en ese mismo instante que estaba siendo exagerado e insensato.

-¿Porqué debería darte explicaciones y detalles Leonardo? Vamos hombre, no estás en condiciones de reclamar nada. Hasta tenes un hijo. ¿Con qué derecho le reclamas a tu hermana mayor de edad que mantenga una relación?- Busca hacerme entrar en razón y atrae a "su novia".

-¿Cuando ibas a contarmelo Diana?- Cuestiono ignorando al galeno. Lo que me enoja no es que tenga novio, ni la familiaridad de éste con Isabel y los mellis, lo que causa estragos es el hecho de que mi hermana me lo estuvo escondiendo.

-Vamos Leo, ni tu padre hizo tanto escándalo.- Sus palabras acrecientan mi desilusión, soy el último en saberlo.

-¿Papá también lo sabe? Ósea que de no venir ni me entero y encima ya todos están al tanto.- Mi voz desciende varios decibelios, aunque suene como tal, no es un reclamo. Es más tristeza por sentirme ajeno a todo.

-Leo estas siendo un idiota. Si salieras de tu burbuja serías capaz de ver que los que te rodeamos hemos intentado hacerte partícipe pero no nos lo permitís.- Claro que tiene razón, llevo más de seis meses siendo poco más que un zombie. ¿Qué esperaba? 

- Lo siento. ¿Si?- Paseo la mirada entre uno y otro.- Sólo me sorprendió que de la nada se presente como tu novio, ni siquiera me lo habías mencionado, en algún momento llegue a pensar que estaba saliendo con Isabel. Uff es todo muy confuso, siento que hay secretos por todos lados.- Relajé los hombros y expulsé todo el aire por la boca, realmente me apena sentirme ¿desterrado quizas? Un intercambio de miradas bastante fugaz entre ellos me confirmó que no estoy tan lejos de la verdad.

-Si sirve de consuelo para tu orgullo de hermano guardabosques, pretendíamos ir para pasar fin de año con ustedes y que lo conocieras.- No es que necesite consuelo pero lo acepté y me dispusé a tratarlo más.

Después de todo, el médico ese no parece mal tipo y lo que más me importa, se muestra atento, cariñoso y muy respetuoso con Diana. Aún así le aclaré que mi hermana no está sola y que si le hace daño no dudaré en demostrarselo. Bueno, todas esas cosas que se les suele explicar a los "nuevos" en las familias.

Los días que siguieron fueron magníficos. Reencontrarme con mis primos después de tanto tiempo me llena de una alegría que no esperé. Compartir con ellos, reír como lo hemos hecho siempre, recordar anécdotas de nuestra niñez, de los meses que convivimos. Hasta salir de fiesta como tantas otras veces, todavía no sé cómo fue que me convencieron pero lo hicieron. 

Diana y Edgardo se quedaron con Eluney esa noche, estaba tranquilo porque sabía que nada le pasaría con la tía exagerada y un médico al lado. Así mismo la exhorté a llamarme ante el más mínimo signo de anomalía o cambio en su comportamiento.

La previa fue en el departamento de los mellis, ese en el que viví cuando llegue acá. Junto a ellos y sus amigos terminamos en un boliche donde una banda hacia una presentación en vivo. 

Fue divertido, de hecho no sabía cuanto extrañaba hacer cosas de "jovenes" como tanto me recalcó Emilio. Lo único que realmente lamenté fue la resaca del siguiente día, sumado a las inexistentes horas de sueño, la voz estridente de mi amada hermana, los gritos incesantes de los gringuitos y el esporádico llanto de Lule. 

Claro, antes cuando salía tenía todo el día para reponerme. No ahora que estaba a cargo de una bebé que reclamaba mi atención y dos niños a los que les había prometido pasar el día juntos. Por suerte Diana accedió a ayudarme con todo lo que implica pasar un día completo con tres niños, y lo agradecí mucho a pesar de su voz chillona que no dejaba de acrecentar mi dolor de cabeza.