Los días con mis peques han sido alucinantes. Muy movidos y agotadores en cierto punto pero sin duda alguna, los mejores de mi vida.
Que mis tres torbellinos esten en casa conmigo es como un preciado regalo del cielo. Siempre ha sido así, mis chicos me motivan y revitalizan.
Al final el viaje que Isa suponía duraría cinco días, se prolongó a doce.
Para mí ha sido un bálsamo al malestar que me embarga desde hace varios días. Justo ayer fue el primer cumpleaños de Eluney y por consiguiente el primer aniversario del fallecimiento de Olivia. Aunque suene patético porque se supone que soy un hombre maduro, la presencia de los mellis, sus risas espontáneas constantes, las inentendibles palabras de mi hijita y las interminables horas entre juegos y tareas del cole me ayudaron a sobrellevar una jornada especialmente triste. Se supone que he superado la inesperada muerte de Oli, que he entendido que escapaba de mi alcance evitar el fatídico desenlace y que debería estar feliz de conservar un recuerdo tan vivo de ella pero nada quita que me sienta melancólico y que la extrañe desmesuradamente a ella, como me sentía a su lado y ese futuro que juntos proyectamos. Es por eso que estando a cargo de los niños no he tenido tiempo suficiente para autocompadecerme y me enfoque en dar lo mejor de mi, por y para ellos.
Sin embargo, que su estadia fuera del país se extendiera tanto fue un calvario para Isabel, cuyo mayor anhelo era volver tan pronto como fuera posible. Se ha disculpado innecesariamente hasta el hartazgo por la demora, en cada llamada e incluso por mensajes de texto.
Encima, para reforzar la idea de que los problemas nunca vienen solos, a dos días de su partida, la empresa entró en un conflicto interno avasallante. Aprieto que en buenahora pudo resolver Vladimir como el gran estratega que es pero que ha desatado una tensión palpable en cada rincón del edificio.
Lo cierto es que la situación además de compleja es horrorosa. Una de las recepcionistas de planta denunció al encargado de recursos humanos por abuso de poder, agresión física y acoso. Bastó esa acusación para que otras dos secretarias testificaran contra el demandado por agravios de la misma indole. Por muy descabellado que parezca, hubo quienes se dedicaron a desmerecer el relato de las damnificadas poniendo en tela de juicio su credibilidad y hasta la moral de cada quien.
Si bien, el comportamiento repudiable de ese tipejo no es responsabilidad de la compañía, si la involucra indirectamente. Por un lado las victimas son empleadas de Okalooka, y para los dueños, cuidar de su gente es primordial. Por otra parte, la noticia trascendió como reguera de polvora y toda la ciudad habla de "el abusador con piel de cordero" que se escondía tras las paredes de la recien inagurada sede, lo que ocasionó un revuelo de periodistas intentando sacar tajada a cualquier información.
Tanto para Isabel como para Vladimir, es un golpe duro. Los dos son excelentes jerarcas que se destacan en el trato justo para con todos. Que un malnacido haya utilizado el puesto que se le confió para vulnerar y atormentar a las muchachas que aspiraban a un trabajo descente y bien remunerado, es sin duda imperdonable.
Por tales motivos, el dirigente se ocupó personalmente de asistir y acompañar a las tres jovenes en el proceso legal contra ese cerdo malparido, así como tambien a brindarles ayuda para atravesar el difcil momento.
Como paliativo, se abordó el tema en conjunto a todo el personal. Básicamente se advirtió las claras consecuencias de imitar un acto tan aberrante y se exhortó a revelarse contra el opresor a todos aquellos que se sientan vulnerados así como también a los posibles testigos.
Además Isabel, desde los kilometros que la separan dió una conferencia de prensa virtual, que llegó a todo el país, en la que se hizo hincapie en la importancia de no callar, de no tolerar la violencia en ninguna de sus formas y en ningun ambito. Para mi fue una gran sorpresa enterarme por este medio que desde hace más de cinco años preside una red de contención para las victimas de violencia, destinado principalmente a mujeres y niños. Aclaró que no es algo de lo que le guste alrdear por eso se conoce a la institución pero nunca se la vinculó con ella, según sus propias palabras, lo que ella hace es sólo un granito de arena en una causa social justa. Claro que es su estilo, no es alguien que ventile sus buenos actos para recibir aplausos. Yo conozco a esa mina empática y desinteresada, la he visto muchas veces bajo la fachada de invencible, y me siento afortunado de ser de los pocos que han descubierto su lado más sensible y humano.
Los sentimientos que mi ex me provoca son tantos, tan variados e intensos que me es imposible clasificarlos, menos aún darles un nombre. O quizás no sea tan difícil identificarlos, lo complicado sería ignorarlos si es que llegó a aceptarlos tal como se presentan.
Exactamente ahora, aguardamos junto a la puerta de desembarco en el aeropuerto internacional de la ciudad. Como si de una familía socialmente "normal" se tratará, un padre y sus tres pequeños recibiendo a su esposa y madre luego de un extenuante viaje de negocios. Aunque la realidad dista demasiado de esa errónea imagen que a ojos ajenos podría ser tierna. Personalmente no me afecta no ser el padre biológico de los mellizos o que ella no sea la madre biológica de mi niña, lo que me consterna es el mero hecho de que no somos una pareja como tal, y muy a mi pesar nunca lo seremos.
Llevo algún tiempo examinando esa posibilidad, intentar comenzar de nuevo, estar juntos en una relación adulta y responsable, brindarles a nuestros hijos la estabilidad que necesitan. La conclusión es siempre la misma, es demasiado arriesgado exponer mis sentimientos cuando ella no da indicios de corresponderlos y tampoco estoy dispuesto a vivir con la incertidumbre de si de pronto hará lo que dos años atrás apartandome de un plumazo. No juzgo su proceder, pero siendo sincero conmigo mismo, ella dista mucho de ser una mujer que se enamore y se estanque ahí, aferrada al pasado. Ella se levanta y sigue, lo nuestro no es la excepción. También está el principal motivo de mi indecisión, si las cosas no funcionarán por el motivo que fuera, no sería el único herido y los que peor lo pasarían serían los peques, los tres la pasarían mal. Por ende, lo mejor es no correr el riesgo y que todo siga como hasta hoy.