Ámbar despertó y al abrir sus ojos nuevamente lo primero que pudo ver fue blanco; parecía que flotaba, pero estaba segura de que bajo sus pies era suelo firme; no importaba a donde mirara ya sea arriba, abajo o a los lados, todo era blanco. Por un momento consideró que estaba muerta y que había llegado a una especie de cielo o que se encontraba en lo que llamaban limbo, pero entonces recordó el “juego”, estaba demasiado confundida y aun así agradeció que su mente estuviese clara y no sintiera alguna clase de dolor. Comenzó a caminar, por el movimiento de sus pies sabía que realmente estaba caminando, pero parecía simplemente no avanzar, no había nada ni un ruido. Observó sus manos y tocó todo su cuerpo, era ella, todo lo sentía y percibía como propio, pero no podía evitar notar algo extraño o mejor dicho diferente.
—¿Hola? —se atrevió a hablar, al menos su voz si era completamente suya.
No obtuvo respuesta, pero eso ya lo espera. Pasaron unos minutos, no tenía ni la menor idea de cuantos, entonces hubo un destello y lo que antes era blanco comenzó a tomar forma. El suelo se tornó de un color café claro y parecía estar hecho de madera, el espacio se redujo y aparecieron paredes de un color gris y entonces los chicos que anteriormente estaban atados junto a ella aparecieron en el mismo cuarto, todos tan desorientados y consternados como ella. Se miraron sin decir nada; Ámbar tragó saliva, de alguna forma se sentía aliviada de ya no estar sola ni ser la única pasando por aquella situación, conocía a todos los presentes aunque poco había hablado con ellos. En una de las paredes se figuró una especia de pantalla y ahí se formó una sombra humana
—Bienvenidos a la Segunda Fase —dijo una voz de la pantalla—. Ustedes fueron elegidos aleatoriamente para este proyecto que consiste únicamente en terminar éste videojuego en un mundo virtual y abierto total; son 100 niveles y todo irá cambiando y mejorando conforme vayan obteniendo diversas habilidades y capacidades.Podrán evolucionar. Les explicaré brevemente los conceptos básicos, por lo que es necesario que pongan atención ya que no se volverá a repetir la información.
La figura humanoide retrocedió dentro de la pantalla y mostró entonces su mano izquierda la cual apareció más cerca, la movió lentamente y con claridad; cerró la mano en forma de puño y de esta manera con la yema de su pulgar la llevó a la raíz de su dedo índice –aún flexionado- y lo arrastró, definiendo el contorno hasta la punta de ese mismo dedo; al terminar se abrió un menú frente a la sombra, quien explicó que así era la manera de entrar a su propio menú personal donde podrían llevarse a cabo todas las configuraciones y demás cosas que tendrían que ir descubriendo conforme fueran avanzando.
—Tienen un minuto para consternar sus dudas.
—¿Cómo lo lograron? Entrar a nuestra mente y unirnos a la de otros —cuestionó Adrián cruzándose de brazos.
—No es algo que necesiten saber en este momento y la explicación tomaría más del minuto disponible.
—¿Realmente moriremos?
—Sí —fue una respuesta contundente—. Si mueren aquí, morirán en la vida real; si todo el equipo muere morirán sus compañeros, familiares y seres queridos. Será mejor que se lo tomen enserio, porque lo es.
—¿Qué obtendremos si logramos superar los 100 niveles? —ahora preguntó Ámbar. Había permanecido callada escuchando atentamente, pero la pregunta escapó de sus labios.
—Vivir—fue la respuesta—. Al terminar podrán salir del juego; no hay límite de tiempo, incluso si tardan un año por nivel estará bien. Respecto al tiempo, la percepción para ustedes será normal, pero un día aquí son 3 horas en la vida real, hagan sus cuentas sobre cuánto tiempo desean estar atrapados.
Dicho esto una puerta apareció en la pared detrás de ellos y la pantalla desapareció volviéndose una pared común y corriente. Se miraron entre ellos una vez más, su corazón comenzó a latir con mayor rapidez ante el mundo desconocido que encontrarían una vez atravesaran aquella puerta. Al principio nadie se atrevió a dar un paso o mencionar algo, sabían que una vez salieran de ahí no habría vuelta atrás aunque tampoco es que tuvieran opción, pero en su interior deseaban que todo fuese un mal sueño.
El primero acercarse a la puerta fue el chico por nombre Adrián, Ámbar lo conocía o mejor dicho, todos lo conocían en su universidad; un tipo alto mayor al promedio, de tez clara y cabello negro siempre bien peinado así como ojos de iris color negro, no había hablado mucho con él debido a que ella recién se había trasladado a su grupo ya que venía de otra universidad; justo ahora deseaba no haberse cambiado, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse. Adrián tomó la manija de la puerta y sintió el frío de la misma recorrer por todo su cuerpo, la giró y esta se abrió sola, una luz cegadora se coló por el hueco, deslumbrando los ojos de todos y una brisa entró revolviendo su cabello.