La tarde que terminaron fue intensa. Edgar no dejaba de marcarme para insistir en salir a beber esa noche. Otra vez, se le olvidaba que él salía por gusto y yo por trabajo.
Era la segunda vez que un lugar nos pedía sin palancas, en lugar de sólo dejarnos tocar. Todos en la banda estábamos emocionados y me desesperó que Edgar sólo pensara en sí mismo ese día.
Estábamos empezando la cuarta canción cuando noté tu cara en medio del público.
Me veías fijamente, y sonreíste cuando notaste que hice lo mismo.