Ibas a todas nuestras tocadas porque tocábamos en tu tiempo libre.
Yo tenía que cargar los instrumentos viajando en camión de un lugar a otro, tú te movías siempre por coche.
Habían pasado casi dos años desde que me gradué de la universidad y no tenía un trabajo seguro.
A ti te faltaba un semestre para terminar pero ya tenías un empleo asegurado en la empresa de un amigo tuyo.
No te creía tan superficial. No quería hacerlo.
Pero tal vez Edgar tenía razón.
Tal vez tenía que dejar de hacerme esperanzas con alguien que desde el principio no se fijó en mí. Y que tal vez nunca lo haría.