Segundas Oportunidades

Capítulo 8: Resacas y Tratos Incumplidos

   — ¿Me explicas por qué te estoy recogiendo? Teníamos un acuerdo... — fue lo primero que oí al abrir la puerta del auto.

   Cerré la puerta con más fuerza de la necesaria y me abroché el cinturón de seguridad mientras él comenzaba a conducir.

   — Hicimos el acuerdo esta tarde, no dijiste nada sobre qué tan rápido debía cumplirlo.

   Le escuché reír con sorna a mi lado.

   — Por supuesto — se revolvió el cabello antes de apoyar el brazo sobre la ventana abierta. —, maldita niña traidora.

   — Soy la mayor por una razón, soy más inteligente.

   — No, pero enserio — me miró de reojo por un segundo. —, por favor cúmplelo, te lo ruego.

   Suspiré con cansancio. — Sí, sí, lo voy a hacer... Pero en unos días, dame tiempo para prepararme mentalmente y ver qué le digo a Silas...

   — ¿Cómo es eso? Decile que tu familia de chismosos lo quiere conocer, y ya está — golpeé su hombro, él fingió estar herido por un segundo antes de volver a reír. —. Pero enserio, ¿Para qué poner excusas? Sólo invítalo y punto.

   — Pero no es mi amiguito del colegio, Lucas — me quejé recostándome contra la ventana. —. Es más grande que yo, tiene veintidós.

   Para mi gran sorpresa, Lucas se irguió en su asiento.

   — ¿Cuántos años otra vez? — puse los ojos en blanco. — ¿Lo sabe mamá?

   — Claro que sí, idiota. No es tan grande, tengo dieciocho por si ya te olvidaste, es sólo que... Bueno, él trabaja, vive solo, y me parece un poco bobo ir y decirle 'hey, ¿querés venir a mi casa a pasar el rato y hacer nada?' se siente fuera de lugar.

   Asintió sin dejar de mirar al frente.

   — Sí, buen punto — se llevó la mano a la boca para comenzar a morderse las uñas, un gesto que le he visto hacer cientos de veces. Tomé su muñeca y lo obligué a bajarla mientras él frunce el ceño. —. ¿Qué le vas a decir entonces?

   — La verdad, creo — pensé en voz alta. —. O quizás simplemente lo invite a pasar, o invente algo que me de una excusa para que mamá pueda conocerlo y todos sean felices.

   Lucas no me contestó. Me incliné para encender la radio y comenzar a buscar una emisora decente.

   ...

   Haber terminado los deberes temprano me dejó con demasiado tiempo libre, aunque ahora que lo tengo no sé qué hacer con él.

   Es de noche, pero no demasiado tarde. Las diez. Sé que papá debe de estar despierto aún, aunque mamá duerme temprano. Puedo escuchar el suave sonido de la guitarra que Lucas está tocando en su habitación.

   Desde que tengo memoria Lucas siempre encontró un pasatiempo nuevo cada semana. Toca varios instrumentos, algunos mejor que otros, pero lo que más domina es la guitarra. También ha intentado cuidar plantas, lo cual no se le da mal si considero las pequeñas macetas llenas de tierra y plantines en su habitación pero que, contra todo pronóstico, parecen perfectamente sanas y felices.

   Mi hermano tiene demasiados pasatiempos como para nombrarlos todos, y siempre envidié eso en él. Si se aburre, una mirada general a su habitación y seguro encuentra algo que lo entretenga. Mi único pasatiempo, en cambio, es la fotografía...

   Tomé la cámara de la mesa de luz y jugué con ella en mis manos por un instante, en la oscuridad. Ya vacié la memoria en mi computadora, y está lista para usarla.

   Comenzaba a planear a dónde ir para poder sacar buenas fotos el fin de semana cuando mi teléfono sonó en medio de mis sábanas. Me incorporé, dejando la cámara de lado, y rebusqué hasta tomar el aparato y poder ver la pequeña pantalla.

   Sonreí al ver el nombre del contacto.

   — ¿Cómo estuvo la resaca?

   Mi respuesta inmediata fue un gruñido.

   — Horrible — casi puedo imaginarme su expresión. —, pero al menos mis jefes sólo se rieron al verme.

   — Te dije que no tomaras tanto...

   — ¿Lo hiciste? — me preguntó con confusión. — La verdad es que no me acuerdo demasiado, pero sí recuerdo que te hablé.

   Me recosté contra el respaldo de la cama. — Sí, lo hiciste, fue divertido.

   — Dije estupideces, ¿Verdad?

   No pude evitar reírme. Por un segundo, la guitarra de mi hermano se detuvo antes de volver a oírse.

   — No sé... Déjalo en que dijiste cosas interesantes, nada más.

   — Ay, Dios... — escuché un pequeño golpe, pero él continuó y lo ignoró. — Si dije algo inapropiado, lo siento, recuerdo algunas cosas pero no sé si lo recuerdo todo y, honestamente, no sé si quiero averiguarlo...

   — Tranquilo, está bien, no pasa nada. No dijiste nada que me haya hecho salir corriendo o no querer hablarte más, ya relájate.

   Por algunos segundos no me contestó.

   — De todos modos, es bueno saber que sos el tipo de borracho honesto.

   — Quiero que me trague la tierra.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 26.06.2022

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