Cuando entramos a la casa, la mesa ya estaba puesta y escuché a mamá moviéndose por la cocina. Tan pronto como había decidido arrastrar a mi hermano para una improvisada y rápida reunión familiar, papá bajó las escaleras y se acercó a nosotros hasta rodear mis hombros.
— ¡Hola! Soy el padre de Eva, Bruno.
Me quedé mirando a papá mientras él y Silas se presentaban. ¿Qué está haciendo en casa? Se supone que trabaja hasta las diez. Miré a Lucas en busca de algunas respuestas, pero él solo me sonrió de oreja a oreja antes de dirigirse a la cocina. Me safé del agarre de papá y le seguí luego de asegurarme de que Silas estaba cómodo hablando con él.
Tomé la parte de atrás de su remera en la parte del cuello mientras se acercaba a la mesada de la cocina y tiré de él hacia atrás, un pequeño chillido fue todo lo que oí en respuesta. — ¿¡En qué estabas pensando?!¿¡Qué carajos hiciste ahora?
Antes de que lo pudiera seguir sarandeando, Mamá tomó una cuchara de madera y se acercó para pegame en la mano y hacer que lo soltara. — ¿¡Qué les pasa a ustedes dos ahora?
— ¿¡A mí?¡A él! — lo señalé. — Le pedí que me fuera a buscar al trabajo y envió a Silas sin avisarme, ¡Eso está mal!¡Ni siquiera lo conoces y ya le pedís favores?
Mamá se volteó a verlo. — ¡Me dijiste que el chico se había ofrecido a recogerla porque vive cerca!
— Se ofreció, yo se lo pedí... No hay mucha diferencia.
— ¡Te mataré! — Mamá rodeó mi cintura mientras Lucas se aleja con un chillido. — ¡Estuve todo el día bajo el sol, huelo a nafta y sudor y, ¿Lo invitas a cenar y le pedís que me recoja del trabajo?
— ¡Eh! Entonces sí que te gusta Silas, ya que te importa tanto verte bien...
— ¡Voy a dejarte calvo!
Estiré mis brazos mientras él se tomaba la cabeza y yo me safaba del agarre de mamá. Fue justo en ese momento cuando papá atravesó la puerta y llegó a sujetarme de los hombros antes de que le pusiera las manos encima al malcriado.
— ¡Hey!, ¿Qué pasa? Se les escucha discutir hasta el comedor, pero no se entiende por qué, ¿Qué pasa?
Los tres respondimos en unísono con un 'nada' justo antes de que Silas se asomara al marco de la puerta. — ¿Sucede algo?
Le sonreí. — No, nada, todo está bien...
Todos guardamos silencio por algunos segundos antes de que mamá devolviera su atención a la comida. — Bueno, ya son muchos acá, vayan al comedor...
— Oh, ¿Qué cocina? Puedo ayudar — Silas se ofreció mientras Lucas y yo nos hacíamos a un lado.
Papá me tomó del hombro antes de que me alejara demasiado. — No la oí, pero puedo imaginarme por qué peleaban... Te dejé todo listo para que te duches rápido y te cambies, ¿Sí? Yo entretengo a tu amigo, no te tardes...
Le dí un rápido abrazo antes de huir hacia las escaleras. — ¡Gracias!...
...
Fue la ducha más rápida de mi vida. Tardé sólo ocho minutos dentro del baño, y tres en mi habitación antes de volver a bajar con el cabello húmedo y un buzo por el frío de la noche. Lo primero que noté fue que la mesa del comedor ahora está vacía, y con acercarme un poco a la puerta corrediza que da al patio pude ver la mesa que tenemos allí, cerca de la pared contraria, bien decorada con un mantel y cubiertos. Aparte del espacio donde se encuentra la mesa y una parrilla, todo el patio está cubierto de pasto, solo sobresaliendo un camino de piedras grises que conecta la puerta con el lugar donde está la mesa, un árbol bastante grande en una de las esquinas y algunas plantas contra las paredes, en macetas o en la tierra.
Lucas me ignora desde el sofá mientras usa su teléfono, así que le devolví la cortesía mientras me acercaba a la cocina, de donde escucho voces. — ... Muy bueno, Bruno, prueba — Mamá decía mientras le acercaba a papá una cuchara con salsa.
— ¿Qué están haciendo...? — Silas fue el primero en voltearse en mi dirección mientras sonreía.
— Silas ayudó mientras terminaba la salsa para los panzottis y quedó muy rico, le estaba mostrando a papá.
Miré a Silas con una ceja alzada, pero él solo se encogió de hombros mientras se acercaba a mi y mamá nos hechaba a todos de la cocina. Guié a Silas hacia el patio mientras papá iba a buscar a Lucas y a ayudarla. — La comida ya está, te estábamos esperando, ¿Te sentís mejor ahora?
Al principio no entendí a qué se refería, pero entonces me di cuenta. Escuchó mi discusión con Lucas, papá mintió. Quizás debería haberlo enfrentado en italiano...
— Sí, gracias...
Agaché la cabeza y miré hacia otro lado, pero él rodeó mis hombros con su brazo mientras caminábamos. — Si hubiera sabido, le hubiera dicho que no a tu hermano...
— No, basta, no es tu culpa — me detuve y me volteé a verlo. —. La culpa es de Lucas por andar pidiendo favores y cambiando los planes sin avisarme, así que no pidas perdón, sólo... Olvida esa conversación, ¿Sí? Me alegra que hayas venido.
Consideró mis palabras por algunos segundos. — Bien, lo haré si vos olvidas la que tuvimos mientras estaba borracho.
Comencé a reír mientras retomaba el paso. — No sé, tengo que pensarlo, no sé si vale la pena...
Él frunció el ceño, molesto. — ¿Qué rayos dije ese día?
Fue mi turno de encogerme de hombros mientras sonreía, pero pronto me volteé cuando escuché a papá intentando abrir la puerta con el pie, así que corrí a ayudarlo. Le siguieron los demás, con las manos llenas de cosas, pero aparentemente es todo lo que necesitaremos. Cuando me acerqué a la mesa para sentarme, Silas se me adelantó y corrió la silla por mí.
En cuanto estuve sentada, noté a papá mirando fijamente cada movimiento de Silas mientras ayudaba a acomodar todo. Fruncí el ceño, pero no dije nada. Me distraje sólo cuando mamá comenzó a servir y Silas se sentó a mi lado.
— Me estabas diciendo hace rato que trabajas, ¿No, Silas? — papá preguntó con su mejor cara seria. No necesto más para saber lo que está haciendo. Me encogí en mi silla bajo la confundida mirada de Silas.
— Eh... Sí, soy secretario...
— E imagino que planeas independizarte, ya que conseguiste un buen trabajo.
Silas, al igual que todos los demás, frunció el ceño. — No... Me independicé hace dos años.
El tenedor de papá se detuvo a mitad de camino de su boca. — Oh... — bajó el tenedor y enarcó su ceja. — Eso es... Bueno...
— Al principio tenía amigos que vivían conmigo, pero cuando conseguí mi trabajo actual me mudé solo. — explicó mientras comía.
Al verle tan relajado, nos animó a los demas a comenzar a comer también.
— Entonces... — papá continuó, muy a mi pesar. — El auto que está afuera, ¿Es tuyo también?
— Claro — Silas tomó un trago de agua y frunció el ceño. —, tuve que ahorrar por un buen tiempo para comprarlo, pero sí, es mío.
La mirada que me dedicó papá antes de seguir hablándole a Silas me hizo encogerme más en mi silla. El lado positivo es que le está agradando, el lado negativo es que le está agradando demasiado, y ya está empezando a hacerse ideas que no son. Igualito a mamá, por algo están juntos.
La charla se detuvo abruptamente cuando vi a Lucas intentando servirse vodka de la pequeña botellita que tiene papá en la mesa y lo tomé de la muñeca, estirando mi brazo a través de la mesa... A papá le gusta ponerle un poco a sus bebidas cuando cenamos.
Mamá notó de inmediato lo que pasaba y sonrió, sacando tema de conversación otra vez y pelizcando a mi hermano por debajo de la mesa hasta que volvió a concentrarse en su comida. Mamá siempre nos pellizca cuando quiere que nos comportemos pero no puede regañarnos abiertamente. Tuve que contener la sonrisa mientras Silas miraba a uno y a otro con curiocidad.
— Oí que, además, también tenés un perro...
Suspiré con frustración, decidiendo concentrarme en mi plato de comida. Tengo hambre, mi único almuerzo fue un sándwich que compré mientras iba al trabajo caminando, y no era muy grande.
— Un Gran Danés — Silas asintió a mi lado.
Honestamente, no sé cómo salvarlo. Mis padres tienden a hacer estas cosas, invitar a mis amigos o los amigos de mi hermano para conocerlos, saber con quiénes pasamos el rato, y generalmente es divertido, pero esto... Esto se siente como un interrogatorio al novio, y estoy segura de que Silas lo percibe si me guío por las media sonrisas que me hace de a ratos, pero por alguna razón no parece molestarle... Más bien, parece disfrutarlo. Volví a concentrarme en mis panzottis, que son demasiados grandes para mi boca y debo cortar por la mitad con el tenedor.
— Una raza grande, no son fáciles de cuidar ni mantener...
Mamá interrumpió a papá. — Es cierto, pero Silas lo tiene bajo control — le sonrió.
Papá lo observó, esperando a que dijera algo.
Me apoyé contra el respaldo de la silla en cuanto terminé de comer, mucho antes que los demás ya que no he hablado casi nada, con resignación.
— Fue difícil cuando era cachorro, pero ya tiene un año y pude entrenarlo, aunque los gastos del veterinatio sí que no cesan. — No miró a nadie mientras hablaba, pero mamá y Lucas rieron.
Sonreí mientras le observaba, y él me miró de reojo por algunos segundos.
>— No lo dudo, pero...
Interrumpí a papá, inclinándome sobre la mesa, antes de que pudiera continuar el interrogatorio. No quiero ni imaginar lo que fue mientras yo no estaba cerca. — No saben lo que pasó hoy en la pastelería.
Eso interesó a mamá y aturdió lo suficiente a papá mientras Lucas suspiraba aliviado. Silas me observó con curiocidad, pero le ignoré mientras comenzaba a relatarles el día ajetreado y las noticias de que Lara comenzaría a trabajar conmigo.
...
Silas, Lucas y yo apilamos las cosas que había en la mesa para poder llevarlas adentro mientras mamá limpia y recoje el mantel, papá está hablando por teléfono en la otra punta del patio. Tan pronto atravesamos las puertas para entrar al comedor, Lucas puso su parte de la carga sobre los brazos de Silas, dijo 'De nada' y se alejó rumbo a las escaleras.
— Lo siento... — Silas me interrumpió antes de que pudiera decir nada más.
— No, no, él me agrada — me sonrió, reacomodó las cosas en sus brazpos y continuó camino hasta la cocina.
Dejamos las cosas sobre la mesada y me apoyé en esta, ladeé la cabeza mientras lo observaba haciendo malavares para que todo entrara en el reducido espacio.
— ¿Estuvo bien? — le pregunté en cuanto se alejó, él se llevó las manos a los bolsillos del pantalón y me observó.
— Bien, me agrada Bruno, fue divertido...
Me cubrí el rostro con las manos. — Ugh, no, no lo fue, lo siento...
— ¿Podrías dejar de decir 'lo siento'? — preguntó, levanté un poco la mirada justo para verlo de brazos cruzados. — Fue divertido de verdad, lo pasé bien, me cae bien tu familia, relájate.
Suspiré y bajé las manos. — Generalmente no son tan intensos...
— Lo suponía — admitió. —, no soy tan distraido, me di cuenta.
Fruncí el ceño. — Se supone que seas considerado y no lo menciones.
— Se supone — concedió.
Me reí, negando con la cabeza. Fue entonces cuando escuché la puerta corrediza abriéndose y los pesados pasos de mi padre, que entró a la cocina no mucho después. Se acercó a mi de inmediato y rodeó mis hombros mientras buscaba con la mirada en el resto de la habitación.— ¿Y tu hermano?
Puse los ojos en blanco, escuché a Silas reír con suavidad. — Arriba.
Papá se apoyó un poco de más contra la mesada, y lo siguiente que supe fue que algo había caído al suelo, causando un estruendo seguido de otro. Me apresuré a llevar los brazos al borde de la mesada mientras él se alejaba lanzando todo tipo de maldiciones en italiano, aunque logré parar la catarata de cosas que caían.
— Smettila con le parolacce, vuoi?₁ — me quejé sin pensar.
— Ma perché queste cose erano cosí lí, non vedi che...₂
— No, no, tu ascolta, ma che cazzo? non vedi? Non ci è spazio e tu vai e... ₃
La pequeña discusión fue interumpida por mamá, que llegó con el mantel y ya gritándonos desde la otra habitación. — Voi due, basta! Non vededono che il pobero ragazzo non capicce niente?₄
Eso sí nos hizo callar, miré a Silas, él me sonrió ya a sabiendas de lo que diría. Levantó sus manos y negó, señalando que no pasaba nada. — Non c'è nessun problema.₅
Todos nos relajamos por exactamente tres segundos antes de darnos cuenta. Volví a mirar a Silas, que sonreía de oreja a oreja como niño en navidad, agachó la cabeza y comenzó a reír antes de que pudiera decir nada.
— ¿Qué... Dijiste? — pregunté con confusión.
— Non c'è nessun problema.₅ — repitió.
— Entonces... ¿Hablas italiano? — mamá preguntó, incrédula.
Silas volvió a levantar sus manos con inocencia y dió un paso hacia atrás. — Iba a mencionarlo...
— Entendiste todas las conversaciones en italiano que hemos tenido hasta ahora... — murmuré para mí misma, distraída...
— En mi defensa, tu mamá tiene razón, es descortes hablar en otro idioma frente a alguien que no lo entiende — me señaló.
Mamá sonrió y asintió, de acuerdo. Me crucé de brazos. — Pero vos sí lo entiendes.
Él me imitó. — Pero vos no lo sabías.
Apreté los labios y fruncí el ceño, derrotada. — Nunca mencionaste que tenías familia italiana.
— Nunca preguntaste.
Mamá se metió a la cocina y se dirigió al pequeño gabinete lleno de productos de limpiaza en la esquina, sacó la escoba y la pala y procuró recoger los restos de dos vasos y un plato que no había llegado a salvar, pero papá le sacó las cosas de la mano antes de que lo hiciera y se apresuró a hacerlo él mismo.
— Muy bien, ¿Cómo es que tenés familia italiana? — pregunté con curiocidad. Él se recostó contra la pared contraria, riendo.
— Era mi bisabuela, en realidad. Se casó con un argentino, mi abuelo nunca se molestó en aprender italiano ya que siempre vivió acá, pero a mamá le interesó y lo aprendió de ella, es la única de sus hermanos que lo hizo... — explicó, llevó ambas manos a sus bolsillos y continuó. — Luego nacieron mis hermanos y yo... Fui el único al que le interesó aprender porque siempre la escuchaba hablándolo mientras cocinaba o hacía cosas, hablaba consigo misma muchísimo, y eventualmente me lo enseñó cuando se lo pedí. Ya falleció, pero no antes de que pudiéramos mantener conversaciones enteras en italiano.
— Lo siento mucho...
Él negó con la cabeza y me sonrió. — Está bien — de repente se enderezó y volvió a sonreír. —, hacía mucho no lo usaba, es emocionante.
— Podríamos hablar más en italiano conmigo, si querés...
— Sí, podemos hablar enteramente en italiano la próxima vez que vengas — papá añadió.
Silas negó con la cabeza mientras reía. — No, está bien...
— Ya, déjenlo — escuché a mamá decir mientras buscaba diarios viejos en un cajón. —, ya va a tener mucho para practicar si un día conoce a la abuela Rosa.
Me reí al instante mientras imaginaba la situación. — Ah, sí, la abuela — me acerqué a Silas para dejarle espacio a mamá. —, va a venir en Diciembre a pasar las fiestas porque vive en Italia, tenés que venir entonces...
— Esa vieja testaruda se rehusa a hablar en español, ahí sí que vas a tener que usar el italiano, al menos para entenderla... — papá añadió cruzándose de brazos.
Silas no dejó de sonreír mientras nos escuchaba. — Suena como alguien divertida...
— Lo es — concordé. —, la amarás.
Todos nos giramos hacia la puerta de la habitación cuando escuchamos a Lucas prácticamente corriendo mientras bajaba la escalera, lo primero que hizo al llegar fue tomar a papá del brazo mientras miraba la pantalla de su teléfono.— ¿Puedo salir con el auto? Prometo volver para las doce.
— No.
Eso lo hizo levantar la mirada, miró alrededor antes de clavar la mirada en papá.
— Non ricordi il nostro accordo, Bruno? — le dijo entre dientes, mirándolo. — Me lo devi. ₆
— Io non ti devo niente, lascia. ₇ — papá lo empujó devuelta al comedor y se lo llevó de la vista. No tardamos mucho en escucharlos comenzar a discutir en voz baja.
Silas sacó su teléfono mientras reía. — Ya debería irme, van a ser las once y trabajo en la mañana.
Mamá se limpió las manos en la blusa cuando terminó de envolver los pedazos rotos de hace rato. — ¿No que trabajabas a partir de las ocho? Quédate otro rato...
Silas le sonrió. — Sí, pero me levanto mucho más temprano para sacar a mi perro antes de dejarlo solo tanto tiempo, también voy al gimnasio...
Fruncí el ceño. — ¿Tan temprano?
Él se encogió de hombros. — Abren las veinticuatro horas y no tengo mucho tiempo libre.
— ¿Estas seguro de que sos humano?
Mi comentario lo hizo reír, pero eneguida se incorporó y se pasó la mano por el pelo. — De verdad debería irme...
Suspiré. — Está bien.. Te acompaño.
Silas me sonrió, se acercó a saludar a mamá mientras yo iba al comedor para asegurarme de que todo estuviera bien. Cuando entré, papá tenía la cabeza de Lucas bajo el brazo mientras le revolvía el pelo y él se quejaba. — ¡Bueno ya, basta los dos!
Terminó de soltar a mi hermano mientras él se sobaba la cabeza. — Cada día te pareces más a mamá — murmuró, alejándose de papá.
Escuché a Silas reír a mis espaldas. — Yo ya me voy... — anunció acercándose.
Luego de una rápida despedida, me dispuse a acompañar a Silas afuera, hasta su auto. Tan pronto como cerré la puerta a mis espaldas y di un paso, papá la abrió otra vez y se quedó allí parado, observando nuestros movimientos.
Ni siquiera me molestaré en protestar. Abrí la puerta-reja y él salió a la vereda, sacando de su bolsillo las llaves. Hechó una rápida mirada a mis espaldas antes de dejar un beso en mi mejilla, sonreírme y meterse a su auto sin mucha vacilación. La acción fue tan rápida que apenas y pude procesarla mientras sucedía, pero le sonreí antes de que se fuera. Para cuando su auto ya doblaba la esquina y yo volvía a la casa, papá puso su mano en mi espalda y murmuró. — Amigo, ¿No?
Le di un codazo, pero eso sólo lo hizo reír.
— ¡No te quejes, te lo ganaste luego de hoy! — fue lo primero que oí al acercarme a la cocina, luego de que papá subiera las escaleras.
— ¿¡Y yo qué hice?!
— Sabes muy bien qué hiciste — mamá lo señaló con una espátula sucia mientras intentaba ordenar todos los trastes en el fregadero. —, ahora vas a lavar todo esto, secarlo y guardarlo, ¿Se entendió?
El acusado me señaló con la barbilla. — ¿Por qué yo y no ella?
Alcé las cejas y me crucé de brazos. — Porque ella trabajó hoy, al igual que tu padre, y yo cociné — mamá nos defendió. —, además de tu pequeña hazaña, vos estuviste de vago toda la tarde así que te toca lavar.
Le uso la espátula en la mano y se fue, probablemente a prepararse para dormir. Lucas miró la pila de trastes con fastidio.
Me acerqué a él mientras me arremangaba las mangas del buso. — Dale, vos lavas y yo seco. — ofrecí.
Se acercó al fregadero y tomó la esponja sin más quejas.
— Entonces... — hablé luego de un rato de silencio, mientras secaba un plato y lo ponía a mi lado. — ¿No tuviste ninguna emergencia?¿Fue todo un plan maestro en mi contra, y ya? — le pregunté.
Rió sin ganas a mi lado. — Mamá me obligó.
Casi se me cae el vaso que tenía en las manos. — ¿Qué? Pero, ella te reprimió...
Lucas se encogió de hombros. — Sí, bueno... En realidad no todo fue idea suya. — admitió mientras rebuscaba los cubiertos entre el agua sucia. — Ella fue la que me pidió que le preguntara a Silas si estaba libre hoy, pero lo de que te fuera a buscar al trabajo fue cosa mía.
Fruncí el ceño mientras lo miraba. — ¿Y por qué?
— Por la misma razón por la cual te dejé sola en la cocina hace rato — bajó la esponja y me observó divertido. —, para que pasaran tiempo juntos, tonta.
— ¿Y por qué harías eso? — presioné.
Él puso los ojos en blanco antes de volver a fregar. — Porque te gusta, hermanita, y es obvio.
Desvié la mirada a la mesada en silencio, al menos hasta que él dejó frente a mi una pila de cubiertos. Le devolví un cuchillo mal lavado antes de empezar a secar. — ¿Y eso qué tiene? Que me guste no significa que quiera que hagas eso, o que quiera estar con él.
Mi hermano suspiró con frustración. — Es dolorosamente obvio que le gustas, ¿Por qué lo rechazas?¿Qué pasa? — insistió.
No respondí, solo abrí el cajón a mi lado y guardé algunas de las cosas que acabo de secar. Lucas dejó tres vasos frente a mí cuando volví a ver la mesada.
— ¿Es por ese chico de hace unos meses? — presionó.
— ¿Y qué si lo es?
Soltó todo lo que estaba haciendo y sevolteó a verme. — Eva, ¿Es enserio?
Lo empujé hasta que retomó lo que hacía con fastidio. — Sí, enserio, métete en tus asuntos y seguí limpiando, porque no vas a terminar nunca.
— ¡Fue a principios de año! Y honestamente era un idiota, ¿Por qué eso afecta a Silas?
Suspiré y lo golpeé en el hombro con el repasador. — Dios, ¡No es eso! Es que me gusta estar sola, ¿Sí? Las relaciones son dificiles, y complicadas. Me prometí a mi misma que me iba a tomar un tiempo para estar sola y concentrarme en mis cosas, no es nada en contra de Silas, ¿Sí? — Eso lo obligó a callarse, aunque de mala gana. — Así que deja de intentar dejarnos a solas, o de hacer lo que hiciste hoy.
— Está bien... — aceptó de mala gana. — Silas si lo apreció, de todos modos.
Negué con la cabeza. — Sos imposible.
N/A: tengo problemas con mi computadora, así que editaré esto más adelante.
Meanwhile; traducciones:
₁. Deja de insultar, quieres?
₂. ¿Pero por qué estas cosas estaban ahí así? No ves que..
₃. No, no, escúchame. ¿Qué rayos?¿¡No ves?! No hay espacio y vos vas y...
₄. Ustedes dos, ¡Basta!¿¡No ven que el pobre no entiende nada?!
₅. No hay ningún problema / No pasa nada.
₆. '¿No recuerdas nuestro acuerdo, Bruno?' - 'Me lo debes'
₇. Yo no te debo nada, suelta.
Night, fellas
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