Segundas Oportunidades

Capítulo 13: Anna

–Anna... _Escucho una voz a lo lejos susurrar mi nombre. –Anna... _Siento como me sacuden en repetidas ocasiones. –Anna, despierta... _Rindiéndome ante el llamado, decido abandonar mi fabuloso sueño y poco a poco abro los ojos. –¿Anna? _Llama de nuevo Rafa con duda en su voz, seguro preguntándose si ya estoy despierta.

–Ya me voy a levantar. _Mi voz sale como en un graznido, totalmente ronca e irreconocible. –¿Qué hora es? _Pregunto mientras vuelvo a cerrar los ojos.

–Las 5:30 de la mañana. _Responde. Suspirando pienso que hoy no me dará chance de salir a correr. Más bien debo ponerme en marcha para llevar a Tomy a casa y así alistarnos para empezar el día.

Me levanto casi sin pensarlo, pues es la única manera en la que puedo despegarme de la cama.

Una vez estoy de pie verifico a Tomy y lo veo hecho un bola, todo enroscado entre las sábanas.

–Me da pesar despertarlo. _Le susurro a Rafa.

–Lo sé. _Susurra de vuelta. –No lo despiertes aún, solo cárgalo hacia el auto y deja que duerma durante el camino. Ya en tu casa lo despiertas para que se aliste. _Asiento estando de acuerdo.

–Primero voy a lavarme la cara para despejarme un poco. _Anuncio.

Me dirijo a su baño privado tropezándome con unas zapatillas que se encontraban a medio camino y no las vi debido a la poca luz que hay en la recámara ya que Rafa solamente encendió la lámpara de la mesita de noche y no la luz de la habitación.

Una vez dentro del baño, enciendo la luz y hago mis necesidades, luego me lavo la cara y la boca en lo que llego a mi departamento para asearme como es debido. También arreglo mi cabello lo más que puedo haciéndome una coleta alta. Cuando creo que me veo un poco más decente apago la luz y salgo del baño.

–¿Lista? _Pregunta Rafa observándome.

–Sí. 

Me dirijo hacia la cama con la intensión de tomar a Tomy, pero Rafa me detiene y toma mi lugar.

–Tranquila, yo lo cargo. _Afirma.

Rafael toma las sábanas y las aparta del pequeño cuerpo de Tomy para luego acomodarlo en sus brazos. Cuando ve que Tomy simplemente se abraza a él para acomodarse mejor, agarra una de las cobijas y la pone por encima para volverlo a arropar, claramente pensando en el frío que debe estar haciendo afuera.

Recojo mi bolso y le abro la puerta del cuarto para que pase primero, luego salgo detrás de ellos.

Una vez que estamos frente a mi auto abro la puerta de atrás y dejo que Rafa acomode a Tomy en su silla.

–¿Tito? _Pregunta Tomy medio despierto.

–Tranquilo enano, mamá te lleva a casa. _Le murmura Rafa quien le está ajustando los cinturones de seguridad.

Tomy, aún con los ojos entrecerrados de sueño, me busca, cuando me ve, me sonríe dulcemente y vuelve a caer dormido. Siento mi corazón explotar de amor al ver su gesto. No hay nada que no haría por él, de eso siempre he estado segura.

–Ya está. _Rafa se incorpora del auto y me abraza. –Estás fría. Anda, ve a casa. Me avisas cuando llegues. _Me da un beso en la coronilla de la cabeza y me suelta.

–De acuerdo. _Me dirijo al otro lado del auto y me detengo. –Cuando lave la ropa te la devuelvo. _Le digo, refiriéndome a la mudada que me prestó anoche para dormir y que todavía tengo puesta.

–Tranquila. _Sonríe.

Me despido con una sonrisa y un gesto con la mano, y me monto al coche.

 

Dejo los huevos y salchichas en la mesa junto al café, jugo de naranja y la canasta con pan dulce que a Tomy y a mi nos gusta.

Con el desayuno ya preparado voy a mi recámara para peinar mi cabello que está medio húmedo todavía por la ducha. Lo dejo suelto para que se termine de secar al natural y me delineo los ojos, me unto rímel, un poco de rubor y lleno mis labios con un labial rojo manzana.

Termino por colocarme un poco de perfume en el cuello y en las manos, y listo.

Cuando llego al pequeño comedor de mi departamento Tomy ya está sentado con sus zapatos a medio poner.

–Cariño, déjame colocarte bien los zapatos. _Le digo. Me agacho y veo que el problema es que se los puso al revés. Escondo una sonrisa mientras se los pongo correctamente y verifico su uniforme: camisa blanca manga larga, jersey cuello v sin mangas, pantalón de vestir gris oscuro y zapatos negros, todo en orden.

Sirvo los huevos y salchichas, el jugo de naranja y dejo que tome el pan que desee antes de sentarme a desayunar.

–Mmm, ricos huevos mami. _Dice Tomy mientras mastica.

–Cariño, te he dicho que no hables con la boca llena. _Lo regaño sutilmente.

–Lo siento. _Dice aún con la boca llena de comida, pero tapándose con una mano. Sonriendo niego con la cabeza y seguimos desayunando.

Cuando terminamos mando a Tomy a lavarse los dientes y voy a hacer lo mismo. Luego preparo mi bolso y unas carpetas que debo llevar a la oficina antes de que ambos estemos listos y salgamos de casa.

–La vaca lola, la vaca lola, tiene cabeza y tiene cola...
Y hace muuuuuuuuuuuuuuuuuu...

Tomy va cantando y haciendo gestos extraños en el asiento trasero del auto y yo contagiada sigo el ritmo con la cabeza y las manos en el volante.

Eso es lo que pasa cuando eres mamá, disfrutas hasta la música infantil sin darte cuenta.

Unos minutos después me detengo en un semáforo en rojo y veo el ambiente en la ciudad de Seattle mientras oigo a Tomy cantar y espero que el semáforo se ponga en verde.

–Me encontré al patito Juan... Cuack, cuack... en la esquina de San Juan... Cuack, cuack...

Son más o menos pasadas de las 7:30 de la mañana y Seattle está completamente despierto. Personas van de un lado para otro dirigiéndose a sus trabajos, muchos negocios comienzan a abrir, algunos están abiertos desde temprano mientras que los bares apenas están cerrando. Muchos jóvenes caminan apresurados con sus bolsos en la espalda y un café en la mano, listos para un día más de clases... el tráfico a esta hora es el de siempre, un poco lento debido a que todo mundo se dirige con urgencia a algún lado.




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