Apenas pude terminarme la cena por el intenso dolor que sentía en mi estómago. Deseché lo que quedaba de ella y me dirigí de nuevo a la habitación de Takano. Los pasillos, antes rebosantes y concurridos, estaban ahora solitarios y oscuros. Debía ser medianoche, por lo que intenté caminar en silencio y sin llamar mucho la atención pues, a fin de cuentas, no estaba autorizado a merodear por allí. Enseguida llegué a la habitación de Takano pero, antes de que hubiera colocado mi mano sobre el picaporte, alguien me llamó la atención desde el otro lado del pasillo.
Se trataba de un médico, o así lo deduje por su vestimenta. Con aspecto bastante joven y agraciado, alto y con pelo negro, me dedicaba una mirada amable. Me recordaba ligeramente a Takano, y caminó hasta donde yo estaba para hablarme.
— Perdone, ¿es usted la pareja de Takano Masamune?
— ¿Eh? Yo… esto… yo… sí…
Aún no me acostumbraba a dar ese tipo de respuesta, sobre todo porque algo así no se había hecho oficial en ningún momento. No obstante, era la única forma de permanecer a su lado, así que no me importó.
— Soy el doctor Kusama Nowaki, encantado. — Se presentó.
— ¿Es usted el médico de Takano-san? — Pregunté.
— Bueno, generalmente soy pediatra, pero este mes hago turno aquí y, efectivamente, estoy siguiente su caso. ¿Tendría un minuto?
El doctor me apartó de la puerta y me llevó a un lado del pasillo, junto a la maquina de bebidas, donde había unos asientos. Aun así, no me senté, porque de pie podía ver a Takano a través del cristal de la puerta y eso me daba seguridad. Sobre todo al ver que las maquinas seguían funcionando a su lado y que Kisa seguía a su lado.
— Quería comentarle la situación de su chico. — Comenzó a decir el doctor —. Como se imaginará la situación es grave…
— ¿Es tan grave?
Toda mi atención estaba ahora en las palabras del doctor, que parecía a todas luces tener la vida de Takano, y casi la mía, en sus manos.
— El trauma ha sido muy grande. Parece ser que el accidente ha sido muy aparatoso y… no voy a engañarle… es muy posible que Takano-san no lo supere…
Aquellas palabras eran justamente las últimas que yo había querido escuchar. Aunque sospechaba algo así, tener la certeza de boca de aquel médico me causaban un dolor en el pecho y sobre el estómago que se incrementaba con cada palabra, aumentando la presión que de por sí ya sentía yo. De modo que, aunque amables, sus palabras me iban desgarrando por momentos:
— Las próximas horas son críticas. Nos preocupa especialmente su bazo. Se ha dañado mucho en el golpe y es muy probable que termine rompiéndose.
— ¿Y eso es muy grave? — Pregunté preocupado.
— Es algo que se da habitualmente en este tipo de traumas. Y si ocurre, tendríamos que intervenir de urgencia para evitar un sangrado masivo. Por eso le digo que debe prepararse para lo peor…
— Entiendo…
— Pasaré a verle dos veces al día ¿de acuerdo? — Anunció el médico — El equipo de personal de planta está a su disposición y se encargará de mantener la medicación de su pareja. Haremos cuanto podamos para salvar su vida, se lo prometo.
— Gracias, doctor.
— Ah, y una cosa más… No es especialmente relevante ahora, pero…
En aquel momento, una voz nos sorprendió a nuestra espalda. Se trataba de Hatori, que venía bastante alterado a toda carrera por el pasillo:
— ¡Onodera! — Gritaba — ¡Acabo de enterarme! ¡He venido en cuanto he podido!
— Por favor, guarden silencio. — Pidió el médico.
— Sí, claro. Disculpe. — Se excusó Hatori más calmado — ¿Cómo está Takano-san?
— Justo ahora estábamos hablando el doctor y yo. — Expliqué —. Por favor doctor, continúe.
— Oh, no se preocupe. No era nada. Pasaré luego a examinar a Takano-san.
— De acuerdo.
— Y por favor, si son varios, no se queden en el pasillo o podrían echarles. — Susurró el médico de manera cómplice.
Con esas palabras se despidió y Hatori y yo entramos a la habitación. Kisa, que estaba dentro, lo saludó y me cedió el asiento:
— Hola Tori, recibiste mi mensaje, ¿verdad?
— Sí, y otro más de Yokozawa-san. — Respondió él —. He venido lo antes posible.
— ¿Cómo has entrado tan tarde? — Pregunté.
— Tengo un par de contactos por aquí y me dejaron pasar.
— Ricchan, vi al doctor hablando contigo. — Interrumpió Kisa — ¿Qué dijo?
Respiré hondo y les expliqué el pronóstico que había indicado el doctor Nowaki, así como los riesgos que tenía. Intenté no derrumbarme mientras lo hacía. Cuando terminé de exponerlo, los tres nos quedamos en silencio hasta que Hatori habló:
— Tú te quedarás esta noche con él, ¿verdad Onodera?
— Sí, aunque mañana a primera hora estaré en la oficina.
— ¡De ningún modo! — Exclamó Kisa.
— ¡Pero tengo que terminar de organizar las encuestas! ¡Y llamar a los autores para organizar fechas! ¡Y…! ¡Y…!
— ¡Tranquilo! — Interrumpió Hatori — Nosotros nos encargaremos de todo. Tú quédate con él estos días.
— Sí, nosotros te cubrimos. — Me guiñó discretamente Kisa.
— Esto… gra-gracias chicos…
En aquel momento, Takano volvió a murmurar mi nombre:
— Ri-Ritsu…
Enseguida tomé la mano de Takano de nuevo. De alguna forma, no me importó de Hatori lo veía. Takano me necesitaba, lo pedía, y así lo hice.