Pasamos toda la noche hablando de lo que había pasado. De las visitas que había tenido. Del amable doctor que lo trató. De cómo Yokozawa se había desmayado al ver la aguja y, finalmente, de lo difícil que me había resultado pasar todas aquellas horas de temor y sufrimiento...
— Siento mucho que hayas tenido que pasar todo esto. — Se disculpó Takano.
— No seas tonto, ¡no es tu culpa!
— Lo sé, pero no quiero que vuelvas a derramar tus lágrimas de esa manera. — Dijo mientras volvía a acariciar mi mejilla, a lo que yo respondí moviendo suavemente la cabeza para poder sentir mejor su mano.
— ¿Ves? Puedes hacerlo.
— ¿Eh? ¿Qué cosa?
— Estar meloso conmigo.
— Cállate. No lo estropees... — afirmé mientras me ruborizaba. Él contesto con una ligera risa.
Pasamos un rato hablando un poco más de lo sucedido. Yo ya sabía que era lo que él había ido a hacer esa tarde, pero no le pregunté ni le dije nada. Él continúo diciendo:
— No recuerdo mucho. Sólo que salí de la oficina y tomé mi coche. A partir de ahí no recuerdo más.
— No te fuerces. Tardará un poco hasta que puedas volver a recordar los detalles, y de cualquier modo no es necesario que recuerdes eso.
— Sí hay algo que recuerdo. No es un recuerdo en sí... pero de alguna forma es un sentimiento.
— ¿Ah sí? ¿Qué es?
— Que tú estabas a mi lado.
— No empieces... — Pedí mientras volvía a sonrojarme.
— Sí. No sé por qué, pero podía sentir que estabas ahí.
— No me extraña... no parabas de murmurar mi nombre, incluso inconsciente.
— ¿Hice eso?
— Sí... incluso delante de Isaka-san y todos los del departamento... que por cierto... ya lo saben todo... — Recordé avergonzado.
— Ah vaya... supongo que es fácil que se dieran cuenta... Incluso ahora, después de más de 10 años... no puedo evitar ocultar lo enamorado que estoy de ti... — Reflexionó mientras yo enrojecía hasta las orejas.
¿Cómo lo hacía? ¿Cómo podía decir todo aquello con tanta facilidad? ¿Cómo podían Yokozawa y Kirishima abrazarse como si nada? Y ahí voy de nuevo... buscando una explicación racional. Kisa debía tener razón después de todo... si hubiera una explicación racional... no sería amor...
— Takano-san, yo... yo... — trague saliva y respire hondo — Takano-san yo te... yo te...
En ese momento los aparatos empezaron a pitar descontrolados, ante mi cara de sorpresa. Un cable se había desconectado por accidente. ¿Otra vez? ¡No! ¡Esta vez no!
Me puse de pie con decisión y grité. Justo una milésima de segundo antes, Takano se había vuelto hacia el lado contrario para colocar el cable que se había salido y los instrumentos se callaron. Todo quedó en silencio, pero no fui capaz de detener las palabras que ya salían de mi boca a todo volumen:
—¡¡YO TE AMO!!
Me quedé paralizado. ¿De verdad había pasado eso? Lo... Lo ha oído. Esta vez lo ha oído.
En efecto, Takano me miraba con cara de sorpresa. Rojo como un tomate, no pude evitar bajar la vista para no mirarle a los ojos. Moriré de la vergüenza... En ese momento Takano acercó su mano a mi barbilla y sujetándola, tiró de mi para besarme.
No era nuestro primer beso claro, pero se sentía muy diferente. Sentía como si al fin me hubiera quitado un gran peso de encima. Como si por fin me encontrara libre, en paz conmigo mismo.
Nos separamos mientras Takano me miraba a los ojos. Yo seguía ruborizado hasta el extremo, pero no podía evitar mantener su mirada. Ya no. Esa había sido la última de mis barreras y, sin apenas percatarme, no había sido Takano quien la derribó, sino yo mismo.
— Yo también te amo, Ritsu.