Saskia se sentó en el escritorio y miró con una mezcla de enfado, frustración e impotencia la figura de su líder.
—Es imposible. —Repite, lento y claro para que no haya ninguna duda en sus palabras.
—Sí, es posible.
Blair llevó una mano a su rostro,como si cada vez que lo repitiera todo se hiciera más real.
—No, no es posible.
Saskia cerró los ojos un micro segundo y volvió a abrirlos, intentando relajarse.
—Sí, joder, sí, es posible.
—¿Tienes en cuenta que...? —Relamió sus labios, impaciente.—¿Tienes en cuenta que mi magia ancestral es la más poderosa? No es posible.
—Mira, Blair.—Saskia se acomodó en su lugar, inhalando profundamente.—No puedo ni darle un abrazo a mi propio hermano, no puedo tocar accidentalmente a nadie, no puedo...No puedo ser normal. Y estoy asustada. Estoy muy asustada. Y si me repites que es imposible, harás que me asuste más y nadie quiere asustarme ¿No?
—A ver...
—No quiero una estúpida charla de tu poder, los ancestros, los líderes, o lo que sea. Quiero bloquear mi poder.—Lo interrumpió.
—Evidentemente no puedo bloquear tu poder.—Masculló igual de impaciente como ella. —Está evolucionando, antes necesitabas concentrarte y ahora lo haces por naturaleza, como si fuese un sentido más añadido a tu cuerpo y mente.
—¿Y qué? ¿Me pongo guantes y canto libre soy?—Alzó ambas cejas, confusa.
—¿Crees que un guante es más poderoso que mi magia?—Preguntó entre incrédulo y ofendido.
—Necesito una solución.—Gimió pasando ambas manos por su rostro.—Necesito bloquearlo. Necesito volver a ser humana, una humana normal.
—Puedo ofrecerte unirte al aquelarre. En sí, eso te ayudará muchísimo ya que no tendrás magia vinculada a ti, tendrás la magia vinculada a mí.
—¿Y de que me sirve estar vinculada a ti?
—Puedo medir la cantidad de magia que tienes. —Explicó.—Suelo quitarle la magia y darle poca a los novatos para evitar que no utilices su magia de forma errónea o ocasionen accidentes.
—Como lo has hecho con Samantha... Le has quitado la magia.
—Exacto. Puedo hacer eso contigo.
Saskia entrecerró su ojos mirando sus manos. ¿Perder toda su magia?
—¿Qué sucede si pierdo mi magia?—Preguntó en un susurro.
—Olvidarías en un trayecto de veinticuatro horas todo lo que has visto sobrenatural. Es un hechizo que utilizamos la mayoría, no recordarás nada de nosotros pasadas las susodichas horas. Además de que olvidarás mi existencia, la existencia del Sabbat y por supuesto, la existencia del lado mágico de Cole.
—¿Olvidaré todo?—Pregunta confusa.
—Todo.
—Pero no quiero olvidar todo.
—Reglas son reglas, Saskia.
—Pero, ¡Te olvidaré!
—No veo lo malo a eso, Saskia.
Ella entre abre los labios, intentando encontrar las palabras adecuadas pero no podía. ¿En serio le daba completamente igual?
—¿No te dolerá ni un poco alejarme?
Blair se movió en su lugar incomodo.
—Lo he hecho antes, Saskia. Es algo fácil y sin dolor, no tienes porqué preocuparte. Tu hermano me ha pedido que mañana mismo haga la ceremonia para la marca por lo cual no tomará tiempo.
—No has contestado mi pregunta.
Blair suspiró.
—Tienes dieciséis años, Saskia. Eres ingenua y no sabes...
—¿Qué no sé?—Lo interrumpió.
—Tengo treinta años.
—Eso lo hubieras pensado antes de acorralarme contra la puerta, abrirme la puerta de tu dormitorio o antes de emborracharte conmigo. No ahora.
—Tampoco ha pasado tanto.
—Pero...
—Saskia, eres una chica hermosa y talentosa, tienes mucho poder bajo tus manos... —Suspiró.—Pero sigues siendo ingenua respectos estos temas delicados. Eres una adolescente, te enamorarás y te romperán el corazón miles de veces hasta encontrar a la persona indicada, lo que no es correcto es empezar con algo al cual no puede terminar nunca bien.
—Así que te arrepientes de ser amigable conmigo.—Alzó ambas cejas, riéndose incrédula de lo que escuchaba.
—Lo siento, Saskia. Espero poder ayudarte como líder a tomar tu decisión.
Saskia echó su cuerpo hacía atrás, recostándose en el respaldo mientras lo mira sin poder creérselo. ¿En serio le iba a pasar esto? Creyó haber tenido esa chispa, esa pizca de conexión entre ellos y aunque Blair por su reputación lo negara; ella estaba segura de que también lo sentía.
—¿Puedo ayudarte en otra cosa?
Se puso de pie, sintiéndose echada y avergonzada.
—Sí. Pudriéndote.
Se puso de pie y caminó hacia la puerta, la abrió y la cerró con más fuerza de la que debería. Al salir, se debatió internamente los miles de lugares donde podría ir, incluso tenía a su hermano en las clases —al cuales nunca asistía—. Pero, prefirió ir al lugar donde probablemente no sea muy bien recibida.
Paseó por los pasillos perdida mirando a todos lados intentando localizarla, bajó las escaleras y fue a el lavado; no estaba allí. Tampoco en el tercer, segundo y primer piso, ni siquiera en el ascensor. Se estaba por rendir hasta que la encontró en la cafetería, ella estaba sentada mirando unos apuntes en la mesa, tenía una coleta desarreglada y unas enormes ojeras negras bajo sus ojos, su ropa lucía arrugada y ella en sí parecía haber sido destruida.
—Hola, Samantha.—Se sentó frente a ella, con una sonrisa inocente.
Samantha levantó la vista y al verla su rostro se trasforma en una mueca de desagrado.
—¿Otra vez tú?—Le preguntó bruscamente.
—Sí, bueno, es difícil deshacerse de mi.—Le sonrío apenada.
—¿Qué quieres?
—Hablarte.
—¿Hablarme? ¿De qué?
—¿Cómo te sientes desde que perdiste tu magia?
Samantha suspiró, como si recibiera la pregunta millones de veces.
—Estoy algo ocupada, Saskia.
Saskia miró sus papeles y notó que no eran apuntes sino que recortes de periódicos donde elegía un departamento.
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Editado: 13.11.2020