Hubo un gran silencio cuando Blair habló, todos quedaron boquiabiertas. ¿Xainne? ¿El auténtico Xainne? ¿El brujo líder? ¿Todos habían escuchado bien, Xainne el ex líder del aquelarre ahora era líder de los cazadores?
Saskia perdió la cordura por unos segundos, habían arriesgado todo por encontrar a alguien que no debería haber sido encontrado.
—Estas vivo. —Blair lo miró, ocultando toda la impotencia que sentía por la traición. Aún así hubo cierto brillo apagado en sus ojos y la decepción no fue desaparecida.
—Sí, lo estoy. —Miró su alrededor, aburridamente. —No es las condiciones al cual me hubiesen gustado que te enterases pero bueno, has venido a buscarme y aquí estoy hijo.
Hubo un silencio. Blair no quiso escucharlo decir hijo, no ahora, no después de esto, pero no pudo decirle nada. Sentía un mal sabor en la boca y un nudo en la garganta que atoraban cada una de sus palabras.
El silencio se rompió cuando Karteen estalló a carcajadas.
Todos giraron a verla.
—Lo siento, lo siento, es que es muy gracioso e irónico. —Intentó volver a contener la risa pero no pudo.
—¿Por qué hubo este cambio? —Blair la ignoró para preguntarle a Xainne, alzando el mentón. —¿Por qué ahora eres... esto?
—No fue un cambio fácil, hijo. Pero iban a matarme y tuve que negociar mi vida. A cambio de mi vida ellos me utilizarían para encontrar lugares con brujos escondidos, poco a poco confiaron en mi, y fui su líder.
—Nos vendiste. —Tensa su mandíbula. —Vendiste al aquelarre, por eso nos rodearon y los cazadores volvieron a Louisville, porque les dijiste que estábamos aquí.
—Actos de supervivencia, hijo. No me culpes a mi, es el destino.
—¿Destino? ¿Qué culpe al destino? —Se ríe, incrédulo.
Xainne sonríe y gira sobre sus hombros, detrás de él se encontraban al menos seis mesas puestas verticalmente con cientos de piedras en ellas.
—Actos de supervivencia. —Repitió mirando las piedras.
—Por eso capturan a los brujos, para que pongan magia en las piedras y tú absorbas la magia luego. Así podías mantenerte fuerte, con magia, y sin aquelarre. —Mira el techo y luego exhala, indignado. —Que idiota soy, tuve que haberme dado cuenta.
—No había indicios para que te dieses cuenta. —Xainne le consoló. —No te juzgues, yo he hecho todo impecable para que esto no sucediera. Pero ahora que estás aquí puedo ofrecerte un lugar a mi lado, podrías ser mi mano derecha.
—Jamás abandonaría a mi aquelarre.
—Mírate, Blair. Tanto potencial ¿Y para qué? ¿Pará cuidar brujitos? ¡No! Con los cazadores todo es distinto, solo... matan.
—Puedes liberarnos, porque no seré parte de esto. Prefiero cuidar a mis brujos antes de sufrir un delirio de grandeza y ordenar matarlos.
—¿Liberarlos? —Xainne frunce las cejas y coge una piedra. —Por años he estado manteniéndome con piedras, pero desde que los mellizos dejaron un poco de magia en las piedras sentí que era distinto. Su magia es distinta, fortaleciente, embriagadora, ¿Por qué los liberaría si puedo tener más?
Saskia quiso retroceder pero entonces notó que detrás de ella estaba un cazador asegurándose que no pudiese ir a ninguna parte.
—Los mellizos se irán. —Advierte Karteen lentamente, a la defensiva.
Xainne alza una de sus cejas en su dirección.
—También tengo planes para ti, Karteen. Me interesaría utilizar todos los favores que te deben, eres un tesoro.
—Tesoro que no tocaras, amor. Mis favores, mis cobros. No los tuyos.
Xainne iba a responder, pero Cole habla por primera vez.
—Bien. Si quieres la magia de un Hewitt entonces libéralos incluyendo a mi hermana, y yo me quedaré contigo. Tendrás mi magia.
—¡No! —Saskia tira de su mano, horrorizada.
—A ver. —Blair alza la voz. —Nadie se quedará aquí.
Xainne suspira pesadamente, en el fondo sabía que serían tercos y debía darle una motivación a que obedezcan.
Le hace una seña al cazador que estaba detrás de Karteen, y esa simple asentimiento con la cabeza le bastó para coger una daga de plata y atravesarle el corazón.
Karteen abre la boca sorprendida sintiendo como la daga de plata llega a tocarle el corazón y todo su cuerpo de tensa.
—¡No! —Cole corre hacia ella y la sujeta antes que caiga. —¡No, no, no!
Karteen quiso tranquilizarlo, llevó una mano a su herida e intentó presionarla para detener la hemorragia pero era algo estúpido. Iba a morir, y por más que quisiese detener la hemorragia, la plata ya había tocado su corazón.
—Cobra mis favores ¿Sí? —Le susurró a Cole, en sus brazos.
Él negó con la cabeza.
—No, no te vayas. Puedes resistir, yo...
Se interrumpió a si mismo, alzó su mano sobre su pecho e intentó conjurar algo para curarla pero nada parecía tener efecto. La mano llena de sangre y temblorosa de Karteen se posicionó sobre la mejilla de Cole.
—Está bien, no duele.
—Puedo curarte...
—No, no puedes amor.
Cole presiono su mano con un puño y la abrazó con fuerza contra su pecho. No quería dejarla, se negaba a dejarla ir tan fácilmente.
Karteen quiso decir algo, una despedida, broma, comentario, o una confesión, pero cuando abrió la boca un hilo de sangre salió y le recorrió la mejilla.
—Karteen... ¡Karteen!
Ella intentó emboscar una sonrisa, aunque fue más bien una mueca adolorida. Aunque había dicho que no le dolía, ambos sabían que era una gran mentira, dolía.
Pero el dolor se disminuyó cuando ella ya no pudo contener sus ojos sobre algo, su cabeza libero la tensión y se giró sin vida por donde pudiese caer, sus ojos quedaron mirando un lado vacío, ojos cafés, sin pensamientos, sin emociones, ojos cafés sin vida.
—Siempre me hacen hacer esto por las malas... —Suspiró Xainne.
Saskia —quién se había quedado rígida en su lugar —, giró la cabeza y miró a Xainne con sus ojos cargados de terror.
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Editado: 13.11.2020