Semi-humano

Un niño ordinario

El timbre del descanso me hizo despertar de golpe, en un salón lleno de personas indeseables, me incorporé rápidamente oyendo las risas de mis compañeros y el sermón de mi profesor.  
–La clase no es para eso señor, tome sus cosas y vaya al receso ya.  
No es como si yo tuviera la culpa de que su clase fuera aburrida ¿acaso yo lo había hecho desperdiciar su vida en un trabajo (que seguramente odiaba) en un salón lleno de adolescentes ineptos?, no estaba de humor para discutir con él como ya había hecho con anterioridad así que solo salí del salón como me pidió, pero no quise mezclarme entre la multitud que pasaría por encima de lo que se les pusiera en frente con tal de llegar primero a comprar el almuerzo así que espere un poco, no tenía prisa no es como si alguien especial me esperara ahí abajo.  
No soy precisamente popular, solo soy una cara desdichada más en un salón repleto de gente como yo, ni siquiera conozco el nombre de la mitad de todos ellos y si hablo con sinceridad nunca me importó saberlos.  
Al menos nadie se metía conmigo podía ser que yo no fuera popular, pero por lo menos no era tan desdichado como el pobre de Jasón Anderson. al sujeto no lo dejaban de molestar los idiotas del aula y nunca se defendía, no era mi problema y nunca le dije algo a Jasón, supongo que el resto del salón piensa lo mismo. el pobre no tiene ningún amigo.  
yo al menos tengo a mi mejor y único amigo Christian Harrison, aunque preferiría que solo le dijeran Chris. a mí nunca me gustaron los apodos, pero todos le decían Chris, así que porque yo no. Era alto como 1.72, cabello negro, ojos claros y bien parecido además bastante robusto no me explicaba cómo alguien como él podía andar con alguien como yo, nos conocemos desde que teníamos 7 años y aún no me explico cómo puede tener tanta suerte y no saberlo, aunque no es muy listo. no es que yo sea un genio pero intento no suspender nada y casi siempre lo consigo, yo no soy tan apuesto como él aunque no me considero feo, soy más bajo que él yo mido 1.60 mi cabello es castaño y desalineado, ojos negros como el carbón, con una que otra imperfección en la cara y delgado. 

Chris a pesar de ser mi mejor amigo, tener la misma edad y de estar en el mismo grado que yo, estábamos en aulas diferentes solo nos veíamos en el camino a la escuela, en el receso y nos íbamos a casa juntos. sin mencionar las visitas que hacía a mi casa o yo a la suya de vez en cuando, pero por desgracia Chris había decidido faltar ese día así que estaría solo en el almuerzo por hoy.          
Cuando la escalera se desocupo y deje de vagar entre mis pensamientos  baje con calma sosteniendo mi almuerzo en una mano y mi móvil en la otra, me hice en el lugar de siempre, un sitio apartado del ruido y el ajetreo del patio donde Chris y yo hablábamos durante el descanso. bueno mejor dicho él hablaba y yo me limitaba a escuchar y reír de todas sus historias que a mí me parecían un cuento de hadas, pero a él las contaba de manera tan natural que a veces me cuestionaba si le habían ocurrido de verdad.    
Abrí el almuerzo que mi madre me había preparado, unos deliciosos rabioles. se me hacía agua la boca, después de todo mi madre era una gran cocinera. nunca se podía tener suficiente de su deliciosa comida, pero yo ese día no disfrute de la comida como es debido. almorcé pensando en el examen de matemáticas que tendríamos después y en lo poco que había estudiado, no podía suspender la materia, mis padres se molestarían mucho y no quería discutir con ellos, ya me habían perdonado muchas cosas y no dejarían pasar esto.  
Ese es un problema para mi yo del futuro. pensé, en el fondo maldiciéndome porque esa mentalidad era la que me había puesto en donde estaba justo ahora, si no me hubiera dicho eso mismo la noche anterior hubiera estudiado más, pero ya no se podía hacer nada, solo que rezar para que el examen fuera pospuesto.  
Después de meterme el ultimo ravioli que me quedaba a la boca me puse a revisar el móvil con la esperanza de que el tiempo se detuviera o que no avanzara tan rápido, el resto del receso se me hizo un parpadeo, el timbre que indicaba que el descanso había terminado sonó y sentí como si fuera mi cruel verdugo avisándome de que la hora de mi ejecución se avecinaba.  
Guarde el móvil en el bolsillo y me intente levantar. las piernas me temblaban, pero las hice subir las escaleras a regañadientes. el corazón me palpitaba más rápido de lo que nunca lo había hecho, parecía que se fuera a salir de mi pecho en cualquier momento. llegué al salón y me pareció que el camino hasta mi puesto era infinito, después de lo que me parecieron años de viaje me senté en él. lo vi como una silla eléctrica lista para darme mi castigo final y terminar con mi sufrimiento.  
Sudaba como si hubiera corrido una maratón. era hora de probar mi suerte, miles de cosas pasaron por mi mente, copiar, buscar las respuestas en el móvil, fingir que me dolía la cabeza, estaba dispuesto a lanzarme del balcón si eso hiciera falta. La maestra llegó y empezó a repartir los exámenes, vi la hoja con miedo y odio, después de todo ese simple pedazo de papel era el causante de mi desgracia la maestra dio el aviso para voltear lo hoja. casi me da un paro cardíaco, cerré los ojos y di vuelta al examen, al abrirlos vi que la fortuna me había sonreído ese día porque lo poco que había estudiado estaba ahí me hizo dar un aliento de esperanza, pero eso no me duro mucho puesto que las preguntas que me sabia eran en realidad pocas tendrían suerte si sacaba la nota mínima para aprobar.  
Después de marcar el examen, los números bailaban sobre la hoja burlándose de mí y las letras les hacían pareja a los números en lo que llamé la danza de la muerte. después de casi quedarme calvo por el estrés logré entregar al examen medio crudo, se lo di a la profesora mientras me miraba con cara de lastima, esto no pinta bien pensé, no tendría que esperar mucho para saber mi nota, después de todo fui de los últimos en entregar el condenado trozo de papel.  
Antes de terminar la clase la profesora repartió los exámenes calificados, yo estaba tan frio como un cadáver y me iba enfriando más conforme avanzaba en la lista. en ese momento yo ya me había resignado solo un milagro me salvaría, llego a mi nombre.  
—Señor Evans, necesito hablar con usted. 
En ese momento Sentí que mi alma abandono mi cuerpo por un instante, hubiese preferido morir en ese momento que sentir los amargos murmullos de las personas a mi alrededor, lo que me faltaba pensé: personas que sean testigos de este fracaso, personas que lo único que hacen es sentirse superiores y regocijarse con mi desdicha. 



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En el texto hay: misterio, romance, magia

Editado: 20.02.2021

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