Sempiternos: El Jinete

Capítulo 10: Egberto

Sigurd mantenía los dedos entrecruzados con los codos apoyados sobre el escritorio cubriéndole la boca, ni ella ni Egberto pronunciaban palabra alguna respecto a lo recientemente acontecido, el ruido de la chimenea y el completo silencio del Guardián la estaban volviendo loca y podía escuchar cuchicheos en el corredor, todos se habían despertado con el estruendo de la ventana al romperse. El hombre a su derecha permanecía con los brazos cruzados sobre su pecho, con la luz del lugar pudo ver un poco mejor su rostro pero no completamente, estaba segura que lo había visto en otra parte.

—Ti, me encantaría que me dieras una explicación lo más coherente posible para no suspenderte en este momento

—Me ataco —Respondió inmediatamente

—No lo hubiese hecho si no hubieras corrido ¿Qué querías que pensara?

—Claro y es una completa incongruencia ver a un loco acechando en medio de la noche con una espada y correr ¿No?

—Basta ya, obtuvieron su pelea, ahora se calman y me explican que hacían los dos en la madrugada deambulando por los pasillos, sobre todo tu Tiamat, creí haberte dicho que descansaras

—No pude dormir más y considere buena opción salir a caminar un poco, no imagine que me toparía con este señor — Sigurd suspiro molesto

— ¿Y tú Egberto? Dijiste que pasarías el resto de la noche en la sala investigando

—Eso hacia pero escuché ruidos extraños y salí a averiguar en caso de que fuera peligroso, me encontré con esta señorita y comenzó a huir, pensé que era un intruso

— ¿Intruso? ¿Eres nuevo en esto o qué? Nada entra en el Santuario sin autorización —Ambos hombres se miraron

—Ti, quiero que entiendas algo —La joven se vio forzada a mirar y soportar la humillación frente al desconocido —la reglas se hicieron para respetarlas y seguirlas, no acataste mi orden y serás la siguiente en quedarse al mando —Resoplo molesta —Arreglaras esa ventana

— ¿Lo dices enserio?

—Muy enserio, será mejor que comiences en este momento, quiero esa ventana lista en una hora —Rodo los ojos

— ¿Puedo irme ya?

—Un último detalle… ambos tendrán que soportarse bajo el mismo techo así que es mejor que limen asperezas, no quiero un problema como este de nuevo ¿Quedo claro? — Ambos asintieron — Puedes irte Tiamat

— Gracias —  A la salida como sospechaba, le esperaban todos los residentes en compañía de Génesis quien trataba de contener la risa, al verla se neutralizo

—Ven, yo te ayudare con ella — Le rodeo con un brazo y se la levo en dirección contraria mientras los demás seguían murmurando, no comentaron nada de lo ocurrido hasta que estuvieron de regreso en la habitación una vez que la ventana fue reparada

Tiamat se dejó caer sobre el colchón y fue cuando la risa de su amiga se liberó.

— ¿Quieres callarte? No es divertido, tu papá está realmente molesto

— ¿Puedes culparlo? —Respondió entre risas —Dieron un espectáculo muy divertido y se los agradecemos, sabes que aquí no suelen ocurrir cosas muy interesantes

—Ah sí claro, no hay problema en ser el payaso de la función

—Lo siento Ti, sé que no es correcto reírme pero no puedo evitarlo, es increíble que de todas las personas tenías que pelear en batalla contra Egberto, uno de los mejores amigo de papá  y sé que dices que te ataco pero por lo que nosotros vimos el pobre no podía defenderse

— ¿Pobre? Me golpeo el estomago

—Y tu casi le causas una fractura, ambos se lanzaros desde una ventana del tercer piso así que están a mano

—Y me lanzo en el lodo

—Dice que le golpeaste la entrepierna

— ¿Te pondrás de su lado?

—No, solo digo que fue justo y limpio, él te golpeo y tú también ¿Por qué buscas un problema donde no lo hay? Sé que no andas de humor y no te culpo pero Egberto es un gran hombre, podían llevarse bien

— ¿Yo con él? Jamás, no con el mismo que anda por los corredores por la noche con una espada

—Vamos Ti, ambos tuvieron la culpa, es un tipo muy agradable, es el nuevo rompecorazones del Santuario, es una lástima que no salga mucho de su habitación

—Hace bien en encerrarse ahí

—No me digas que no te parece atractivo

—No pude verlo bien, la primera vez estaba luchando por mi vida, la segunda luchando porque tu padre no se molestara y me echara

—Si no quieres salir de tu habitación no te culpo

— ¿Por qué tendría que esconderme si la culpa es de el?

—No lo digo por Egberto

—Como dije, la culpa es de él, yo vivo aquí, me gane mi lugar con mucho esfuerzo, no permitiré que un par de idiotas me quiten mi puesto, aquí me quedare… a todo esto ¿Que hace ese tipo aquí además de hacer que Sigurd enferme?

—Está investigando las criaturas con las que te encontraste

— ¡¿Qué?!

—Cállate, vas a asustar a alguien y estoy segura que no quieres más problemas, mira, Egberto llego un mes antes de tu entrevista, no sé en qué momento, un día desperté, baje al comedor y ahí estaba, charlando con papá mientras tomaban una taza de café, después de eso se encerraron en la oficina, lo único que se es se conocen de mucho tiempo atrás, que él es un demonolo experimentado y que está en busca de esas cosas, se la vive encerrado en su habitación y solo sale para tomar comida y regresa, además, claro, de hablar con papá en su oficina, eh hablado poco con el pero es buen tipo, créeme



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En el texto hay: guerras romance, criaturas fantasticas, magia castillos

Editado: 06.07.2023

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