12 de agosto del 2021. 9:10 pm.
Existían horas y momentos donde la fragilidad del corazón, por muy escondida que esté, salía a flote. Esos fragmentos banales que muestran el verdadero ser, que describen sin tabúes la esencia de cada uno y son capaces de dejarlo en el borde de la sensibilidad.
Para regresar a un lugar donde se es feliz, también se necesita valentía ¿sabe? Y por lo que yo decidí volver ese día fue por una canción que irónicamente no tenía nada que ver con usted (Heathens- Twenty One Pilots).
¿Alguna vez pensó en el impacto que podía tener en la vida de alguien? ¿Alguna vez notó lo mucho que puede llegarle a importar a una persona? ¿Alguna vez se dio cuenta que pese a estar roto, tiene la capacidad de llevar alegría a un alma que ha perdido todas sus capacidades y por sobre cualquier cosa… su capacidad de amar?
¿Sí lo notó? ¿Notó que se convirtió en mi guía y mi luz? Y que no era cualquier luz ¿eh? Era una luz tan fuerte que no se podía apreciar demasiado cerca… se debía alejar para observarla y admirarla en su máximo esplendor…Señor L. ¿Lo entendió en alguna circunstancia? ¿Fue capaz de atar cabos y comprender por qué me importaba tanto o tal vez de todos aquellos estragos que causó en mí?...
Recordaba ese momento justo en que descubrí que me estaba jodiendo, que usted me gustaba en un modo tan impresionante y que mi corazón no estaba siendo rodeado por muros, ya que sus cimientos, poco a poco los había derribado y en esa batalla de orgullo, yo… no iba a ser la ganadora.
Un corazón imperfecto sabedor del cambio que experimentaba, pero que no tenía idea de cual de todas las acciones que hizo fue peor; tomar su mano y sostenerme por siempre o dejar irme hacia el abismo… creo que sí hubiese caído, en ese lugar lleno de espinas., no hubiera sangrado tanto, como lo hice con su amor.
Después de escuchar su voz, por fin había decidido ignorar su presencia, pero hizo trampa… porque inició su interés en mí y mis ilusiones que seguían palpitantes le daban rienda suelta a su extraña necesidad de querer que habláramos. Cuando lea esto espero que sepa que le pido una disculpa por haber soltado mi historia, y narrar mi vida con ese deje de confianza que me dio.
Siempre se suponía que era cansancio y desgaste mental, no se lo niego, realmente era agotador ser “la mejor” pero, había algo más… mi cerebro torturando mi existencia, trayendo flashback sobre traumas pasados y muchos eventos que me dañaron, un ejemplo de ellos, era mi violación. Puedo vivir con el recuerdo, pero no me gustaba que esto me ahogara a diario, en cada hora, en toda ocasión, en cada etapa donde buscaba ser feliz y era simplemente imposible.
A los días fui al médico, claro, ya era alarmante mi expresión somática, y el doctor hizo exámenes generales de rutina para averiguar de una vez por todas que era realmente lo que pasaba y ¡Sorpresa! Había desarrollado anemia, colesterol alto, triglicéridos altos y unas cuantas cositas más.
Aunque nunca había contado con sobrepeso, no me encontraba en mi peso ideal por genética, estrés, no tenía idea de porqué, solo que, cuando apenas llevaba doce años de vida, presenté los mismos síntomas y los doctores dieron una respuesta que podría tomarse como cualquier cosa “Colitis nerviosa por estrés académico”.
No podía estar en un nivel alto de estrés porque terminaría en un hospital con una cirugía por recorte intestinal debido a una mala digestión… al final siempre terminé en un hospital ¿verdad? Y dejando una marca, un recuerdo latente hacia todas las personas que me herían.
Esa tarde, hablar de mis problemas me permitió sentirme mejor, me permitió aflojar el nudo que tenía y era bonito contar con usted para ese caso, porque no lo había contado antes, era mi secreto, era mi inseguridad asomándose y no se sintió mal que fuera con mi querido Señor L.
Estaba tan profundo dentro de mí todo esto que nadie nunca lo notó, nadie decía algo cuando yo comía por ansiedad, nadie decía nada por mis desórdenes para comer, nadie decía nada cuando prefería atisbarme de alimento y no de palabras, donde prefería llenar mis brazos de grasa ya que nadie me daba un abrazo.
Un día, comenzaron las dietas (qué novedad, más desórdenes), me desesperaba por alimentarme y era esa lucha constante diaria sobre lo que me convenía comer y lo que me hacía “feliz”. Contaba con un abdomen plano y lo perdí, así como las inseguridades me iban arrancando mi esencia, tanto que mi pancita empezó a crecer y me sentí más enferma que siempre (A mediados de pandemia, estuve ingresada en el hospital porque vomitaba sustancias con colores verdosos bioluminiscentes).