El contacto de sus labios contra los míos había causado que una corriente electrizante me recorriera de pies a cabeza.
Él era como una tormenta que había arrasado con todo a su paso.
El calor de nuestros cuerpos ante aquel íntimo contacto me había abrumado, me había dejado indefensa y había permitido que él tomara ventaja de mí. Le había dado permiso de introducir su lengua en mi boca mientras su mano sostenía fuertemente mi rostro. Era como si el deseo que ambos habíamos contenido hasta ahora, había explotado finalmente. Yo había ascendido lentamente mis manos por su espalda hasta dejarlas quietas en su nuca, pude sentir como él se estremecía ante mi tacto por dicha acción, deteniendo el beso para que ambos pudiéramos tomar aire. Nuestras respiraciones se mezclaban entre sí y tan rápido como el beso comenzó, así sentí el frío aire del anochecer cuando él se apartó de mi lado y subió al coche sin dejarme procesar lo que había ocurrido.
Ahora yacía acostada en la cómoda cama de mi habitación mientras recordaba lo sucedido como si lo estuviera viviendo nuevamente, como si pudiera revivir aquel beso que me había dejado con el corazón latiendo como loco y mis labios enrojecidos debido a aquel salvaje arrebato. Desde ese día no había visto a Amir últimamente, no iba a dejarme a la escuela ni pasaba por mí, solo lo veía cuando llegaba del trabajo con Eliot y se limitaba a saludarnos y luego de la cena se encerraba en la habitación como si estuviera tomando distancia de mí.
– ¿Hiciste algo que lo molestara?
Y esa era la razón por la que mi madre había irrumpido en mi habitación de repente. Cerró la puerta detrás de si y se sentó en la punta de la cama, mirándome esperando a que contestara a su pregunta.
– Creí que comenzaban a llevarse bien, pero por supuesto, no ibas a permitírselo, tenías que decirle algo grosero nuevamente para ahuyentarlo.
Suspire agotada, manteniendo mi mirada en el techo blanco sobre nosotras, lo que había estado haciendo desde antes de que ella viniera.
– ¡Dina! – reprendió al ver que seguía sin contestar.
– ¿Qué quieres que te responda madre? Ni siquiera se la razón por la que él se comporta de esa manera, no soy su madre, ni su mejor amigo, ¿porqué debería de saberlo? Ni siquiera lo conozco y lo único que tengo en claro es que es un completo idiota.
Ella suspiro irritada.
– Volvimos al punto de inicio.
– ¡Exacto! Estamos devuelta al inicio – reclamé sentándome en la cama para mirarla a la cara – No se quien es Amir Cromwell, y cuanto más tiempo paso con él no estoy ni cerca de conocerlo, ahora dime tú madre, ¿porqué creíste que todo esto del matrimonio era una buena opción? ¿Solo por el dinero?
Ella me miró ofendida. Se acomodo el cabello tirándolo hacia atrás mientras se acercaba para quedar sentada frente a mí.
– ¿Qué paso? ¿Él te hizo algo?
Mordí mi labio por la frustración que sentía. Claro que Amir había hecho algo, había logrado que bajara mis defensas y olvidara mi romance de años en cuestión de días, había hecho de mí un lío y no podía pensar en otra cosa que no fuera él, aunque estuviese molesta en estos momentos esperaba pacientemente a que él llegara a casa y solo con verlo me bastaba.
– Siento que mi pecho duele si él no esta cerca de mí, ¿es esa la respuesta que buscabas?
Ella me miró con compasión, me acercó a ella y me envolvió en un abrazo mientras acariciaba mi cabello.
– Eso significa que te has enamorado. No es nada malo, Dina. El amor no es una maldición, no te prives de ello solo porque tu madre tuvo una mala relación en el pasado.
– Tengo miedo – confesé de repente, sorprendiéndola. Se separó de mi lado y acunó mis mejillas con sus manos.
Ella me sonrió, sus ojos se llenaban de lágrimas con lentitud, volviendo sus ojos brillosos ante la luz de la lámpara que estaba sobre la cómoda.
– Es normal tenerlo, así es como se siente el amor. Temer a las decepciones en lugar de aceptarlas.
– ¿Crees que esta bien?
Se secó las lágrimas que aún no habían caído de sus ojos y esta vez tomó mis manos entre las suyas.
– ¿A qué te refieres con eso?
– A veces siento que conozco a Amir, que puedo ver la sinceridad en sus ojos, pero hay ocasiones.. – relamí mis labios en un acto ansioso mientras suspiraba para continuar – ocasiones en las que creo que todo esta sucediendo tan rápido, que la caída después será muy dolorosa.
Ella me miró con lástima en su mirada, me volvió a atraer hacia ella y me envolvió en sus brazos, acariciando mi cabello y besando mi frente con ternura.
– Lo siento por eso, por involucrarte desde pequeña en mis problemas con tu padre y hacerte desconfiar de absolutamente todo. Lo lamento.
Negué aún en sus brazos.
– Tú no tienes la culpa.
La oí suspirar pero antes de que pudiera agregar algo más la puerta se abrió para dejar pasar a Dylan con una manta arrastrándose sobre sus pies.
– ¿Porque no me dijeron que estaban las dos juntas? Pude haber venido desde hace rato.
Mamá y yo reímos ante la inocencia de Dylan, me aparte un poco de ella para hacerle espacio a mi pequeño hermano quien no dudo en acostarse en medio de mi mamá y yo.
– Yo también puedo escucharlas, aunque no sepa decir consejos.
– Eres tan tierno – dije apretujando sus mejillas aún en contra de sus protestas.
– Vamos, Dina, no soy más un niño.
– Lo que digas – agregue volviendo a mi tarea de apretujar sus mejillas y repartir besos por toda su carita mientras que mamá hacía lo mismo entre risas.
Bajamos a cenar cuando Eliot nos llamó para bajar a comer todos juntos. Aunque claro estaba que Amir no se encontraba con nosotros, su silla era la única que se sentía vacía en aquella enorme mesa.
– Tenía trabajo por hacer – respondió Eliot al ver que no había apartado mi mirada de la silla donde debería de estar Amir.
No contesté. Las miradas de las dos mujeres de la familia Cromwell estaban clavadas sobre mí con resentimiento, por lo que me limite a bajar la cabeza y comer en silencio.
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Editado: 07.04.2022