ANA.
Al fin he regresado a casa, no es que no quiera pasar tiempo con papá y Ximena, pero es que he extrañado mucho a Robocop.
Me dejo caer en la cama, pues no me sé el número de Robocop, y no he podido ni siquiera escucha su atractiva voz.
—¿Por qué no lo pensé antes? —sonrío.
Me pongo de pie, saliendo de mi habitación yéndome a la de mi mamá. Toco la puerta y como no contesta, así que ingreso para sacar provecho.
Escucho el agua cayendo de la ducha, sonrió feliz de la vida. Me dirijo a tocador de mamá y agarro su celular y lo desbloqueo con la huella digital... ¿Cómo tiene mi huella digital? Pues un día se lo preste y de paso le dejé puesta mi huella para cualquier emergencia o cosa importante, como conseguir el número de Robocop.
Busco y busco hasta encontrar el número, lo comparto y rápidamente me llega. Elimino el mensaje y dejó el teléfono en su respectivo lugar.
Me doy la vuelta y lentamente camino a la puerta. No vaya a ser que mamá me des...
—Ana —chamadre, la invoqué con la mente.
—Mama —la miro muy sonriente como siempre.
—¿Se puede saber, qué haces aquí? —¿qué mentira le digo ahora?
—Yo... —tiene que ser algo convincente—yo vine a contarte un chisme.
—"Chisme" —me da una mirada indescifrable—A ver, que chisme es —pensé que me iba a mandar a la habitación.
—Es que creo que papá tiene una novia —su mirada se vuelve sombría.
Mierda, la embarré bien feo.
—Que bueno, ya es hora de que rehaga su vida de nuevo...
—¿Lo sigues queriendo, mamá? —es mi conclusión por su reacción.
—Ana, si le pedí el divorcio fue porque...
—Porque lo culpas de la muerte de Andy, aunque sabes muy bien que no es su culpa —mierda, por gusto hablé.
Mamá es una mujer algo complicada y dura, y después de lo que pasó papá pagó las consecuencias y al no poder manejar la situación accedió a firmar el divorcio.
Era muy pequeña, pero eso marcó mi infancia. Cuando tenía 4 años mamá quedó embarazada, estaba tan feliz y emocionada por ese embarazo, pues esperaba un niño. Tanto, mamá y papá estaban ansiosos por la pronta llegada de mi hermano. Mamá entró en las últimas semanas de embarazo y una noche que salió con papá tuvieron un accidente donde lamentablemente Andy murió. La noticia marcó a mi madre, y no solo eso, mamá entró en depresión haciendo de su hermoso matrimonio un caos.
Papá estuvo siempre para ella, pero mamá lo culpó de la muerte de Andy, todos los días le recalcaba que el único culpable era él, lo corría de la casa, le decía cosas hirientes hasta el día que le pidió el divorcio, papá la amaba, no obstante, no podía manejar a mamá. Además, la presencia de él le hacía mucho daño a ella, a lo que accedió a firmar el divorcio y a mí, a la edad de 5 años, me mandaron a un internado, pues ninguno de los dos era apto para cuidar de mí.
Ambos se hicieron tanto daño que para evitar que yo pagara por las consecuencias de sus actos me mandaron lejos. Al inicio me dolió, pero estar en el internado era mejor que está en un lugar donde solo había sufrimiento.
Desde que mamá se separó de papá no se ha vuelto a comprometer, y ahora ya sé el porqué... ella sigue amando a papá.
—Ana, ¿Ximena te dijo eso?
—Lo recuerdo perfectamente, mamá. ¿Cómo me voy a olvidar el día en el que mis padres se separaron, y que mi hermano murió? Hasta yo, que era una niña, comprendía perfectamente que fue un accidente; que le puede pasar a cualquiera —maldición, la he hecho llorar—. Lo siento por recodarte algo que te duele mucho... Lo del chisme es una pequeña mentira, papá sigue soltero... No eres ciega mamá, papá es un hombre muy apuesto, y si no se ha vuelto a enamorar, es porque todavía te sigue amando. Si lo amas no lo dejes ir de nuevo.
Me acerco a ella limpiando sus lágrimas—. Eres la mejor mamá que tanto Ximena y yo podemos tener. Es momento de que dejes ese dolor que llevas en tu corazón, estás a tiempo de que las cosas cambie para ti —le doy un beso en la mejilla—. Te amo, mamá.
Me voy de la habitación con una mal sabor de boca, pues esa época de mi vida fue algo dura; tan solo era una niña y esa ráfaga de noticias me hizo sufrir, pero ya eso pasó, ahora soy feliz. No obstante, me encantaría que mis padres volvieran a estar juntos.
JUAN PABLO.
—Que lastima que tengo que trabajar, quiero quedarme más tiempo contigo —pasa sus manos por mi clavícula.
—No sé que decirte —besa mi cuello mientras la acerco más, pues tengo ganas de tener sexo.
—"No te vayas, Yanela" —se ríe.
—Quisieras.
—Es broma. Juanpa... —mi celular suena.
—Debe ser Dante —me alejo y agarro mi celular, y no veo el nombre de Dante, sino un número desconocido.
—¿Quién es? —me abraza por la espalda.
—Desconocido —tengo un extraño presentimiento que me dice que conteste.
—No conteste, disfrutemos esta noche al máximo, mañana tenemos que trabajar ambos.
—Espérame un momento —se aleja bruscamente, pero no me importa; contesto la llamada.
—Hola, Robocop de mi corazón...
—Ana...
—Te he extrañado mucho, especialmente tus besos. Quiero robarte otro beso más —suspira—. Cada día te amo más, no sé qué has hecho Robocop, solo pienso en ti en cada momento. Ya casémonos.
Me siento feliz, mi corazón se siente feliz después de varios días extrañando sus ocurrencias y su voz toda escandalosa.
Me doy la vuelta y Yanela me mira mientras se cruza de brazo. Miro su cuerpo semidesnudo; no quiero que escuché mi conversación. Tampoco quiero que Ana la escuché hablar, ya que me hará un escándalo. Agarro la pantaloneta y me la pongo rápido, saliendo de la habitación directo al balcón.
—Mi vida, contesta, te estoy hablando como loca.
—¿De qué te quejas si eres una loca? —sonrío.
—Soy tu loca favorita —se ríe.
—No soy psiquiatra, Ana, y si así lo fuera tú no serías mi paciente favorita, tú estarías en mi lista negra.
#4188 en Novela romántica
#1222 en Chick lit
guardaespaldas sexy y chica consentida, amor celos locuras humor, romance diferencia de edad loco amor
Editado: 29.06.2022