El inicio de la conquista
La conquista de Quirrimanta.
Tras tres años de guerra tratando de tomar Huaynapata, debido a la cerrada defensa de los Alcahuisas, los puquinas solo pudieron avanzar medio kilómetro. Hasta que en uno de estos enfrentamientos, murió el Curaca de los Alcahuisas, lo que afecto la moral de su ejército y les permitió a los puquinas, avanzar hasta tomar posesión de Quirrimanta, donde permanecieron un tiempo bastante largo, pues incluso sembraron y cosecharon en las chacras, hasta que al llegar la época de barbecho (descanso de la tierra para que se regenere) tuvieron que proseguir su marcha hasta llegar a Tamboquiro lugar cercano a la montaña Huanacauri desde donde iniciaron el asedio al valle de Acamama, que estaba ubicado a 3350 metros de altura sobre el nivel del mar y rodeado por los nevados Ausangate y Sallcantay y por altas colinas como Pachatusan, Alperan y Huanacauri, al cual convergen los ríos Tulumayo, Huatanay y Chunchulmayo.
Debido a la altura, el clima es frío pero seco, por lo que la carne, puede mantenerse por mucho tiempo.
La tierra es fértil, el agua abundante y que debido a la altura el clima es muy frío pero seco, por lo cual la carne puede mantenerse por mucho tiempo, hacían de Acamama la zona más apetecida por todas las etnias.
Llegar cerca de este hermoso valle, hizo que los puquinas creyeran que sería fácil su conquista; pero lamentablemente todo quedo ahí. Más de cuatro años tratando de tomar Huaynapata sin lograr avanzar ni un centímetro más. El cansancio y el agotamiento físico había minado la agresividad de los puquinas.
Esto preocupó a Manco Qhapaq, por lo que ordeno a Tisoc Huari convoque a todas las autoridades del Señorío, con el fin de analizar la situación y replantear las estrategias en esta lucha que parecía no tener fin.
A primeras horas del siguiente día Curacas, Apuquipays, Sacerdotes y Amautas(eruditos) asistieron preocupados a la cita con su Señor.
- Sean todos bienvenidos – fueron las primeras palabras de Manco Qhapaq -. Los he convocado porque creo es necesario que hagamos un alto y analicemos nuestra situación. Hace más de ocho años que diariamente nos enfrentamos con los pobladores del valle y no hay ningún resultado positivo. Si seguimos así, estaremos solo perdiendo el tiempo. Espero escuchar todas sus opiniones por lo ordeno que todos participen. Digan si tienen alguna posible solución o alternativa, así estas les parezcan absurdas, por favor díganlas.
Los primeros en hablar fueron los Curacas y Apuquipays, luego siguieron otras autoridades menores, ya si casi todos los ya había dicho algo. Pero nada parecía interesar a Manco Qhapaq, cuando ya estaba por dar por terminada la reunión, cuando un joven oficial se puso en pie y con voz marcial dijo:
- ¿Si me permite mi señor? – al ver la señal de autorización de Manco Qhapaq, el joven prosiguió -. Mi nombre es Cao Cocllo, soy sacerdote y también guerrero y creo que estamos peleando sin tener un plan determinado. El objetivo principal en una guerra, es la victoria. Si la victoria tarda en llegar, el cansancio y el agotamiento físico acaban minando la moral del ejército y cuando el enemigo cargue con fuerza su vigor se habrá agotado. Lamentablemente, hasta ahora solo hemos escuchado a casi todos los participantes decir: “debemos atacar” y “debemos avanzar”, pero no he oído “¿Cómo?”, ni “¿Cuando?”, ni ¿Dónde?. Por eso me he atrevido a hablar y porque usted mi Señor ha dicho que podemos opinar, así creamos que nuestras ideas parezcan absurdas.
Todos, absolutamente todos quedaron sorprendidos y algunos hasta enojados. Un joven casi desconocido, se atrevía a criticar lo que habían hecho hasta ese momento los mejores Apuquipays del Ejercito. Para algunos este sacerdote guerrero, estaba ofendiendo hasta al mismísimo divino Manco Qhapaq.
Varios Curacas y autoridades enojados, en de pie pedían la palabra, al parecer para protestar. Al darse cuenta de esto Manco Qhapaq, levantando la voz dijo:
- ¡Orden! ¡Todos tomen asiento! - luego dirigiéndose a Cao Cocllo prosiguió -. Cao Cocllo, eres joven y es la primera vez que te veo. Pero, es muy cierto todo lo que has dicho. Hace varios años que solo tratamos de atacar y avanzar. Nos hemos dejado llevar por la guerra, en lugar de nosotros llevar la guerra como queremos, cuando queremos y donde queremos. ¡Sigue! Sigue exponiendo tu idea, que ya has captado toda mi atención e interés. Quiero escuchar ¿cuál es tu propuesta?
- Gracias mi Señor, mi idea es que debemos hacer lo mismo que hicimos cuando buscando por donde avanzar, encontramos la ruta que nos llevó a la laguna escondida. Igual que ayer, hoy debemos enviar un grupo de guerreros a las cumbres más altas que nos rodean y desde ahí buscar los mejores caminos para fijar el cómo cuando y donde. Desde lo alto podemos ver todos los alrededores, conocer exactamente dónde estamos y donde están nuestros enemigos. Donde están las montañas, bosques, precipicios, desfiladeros, lagunas, pantanos para que conociendo perfectamente el terreno podamos planificar nuestro ataque. Asimismo, para poder llevar al enemigo a pelear en el sitio donde más nos conviene y en el momento que consideremos sea más favorable de acuerdo al informe del clima que nuestros amautas nos proporcionen, porque no es lo mismo luchar con sol, lluvia o nevada. En cuanto al modo, quiero plantear que no ataquemos solo en forma frontal como lo hemos hecho hasta ahora, sino desde varios frentes, en una forma envolvente, donde uno de los frentes más importantes deberá ser necesariamente la retaguardia, no olvidemos que la sorpresa siempre ha sido la mejor arma en toda guerra. Nuestros enemigos al verse totalmente rodeados, solo tendrán dos alternativas morir o rendirse. De esta forma nosotros definiremos donde, cuando y como atacaremos – Cao Ccocllo se detuvo por un momento y al ver que había captado la atención de todos los presentes, se atrevió a proseguir -. Paralelamente otro grupo, desde lo alto de las montañas, se dedicará a buscar una ruta bien alejada de la zona de guerra, que permita a un pequeño grupo que, dando un rodeo, tome Huaynapata, sin tener que disparar una sola flecha. Por lo que deberemos buscar los caminos más lejanos y peligros, pasajes por zonas no habitadas o escondidas. Y las vías menos transitadas por las cuales llevar cinco técnicos y cien guerreros agricultores para que ocupen pacíficamente Huaynapata. Nuestros enemigos dedicados a la guerra, estoy seguro. No esperaran este tipo de acciones.