Señores Dragones y Señores Piratas

Capítulo 26

Cuando Kaitlin llegó a la aldea todos habían salido de sus cabañas ya, asustados por los temblores.

Se encontraban en la misma aldea, pero el entorno había cambiado abruptamente. La niebla había desaparecido y ya no los rodeaba como incesantemente había hecho siempre, ahora, el sol estaba en cada recóndito rincón, mostrándose en todo su esplendor, sin nubes por en medio, incluso con lo morenos de piel que ya eran, deberían proteger sus pieles del gran astro. Pero lo que realmente despertó su asombro, fue la ausencia de las lunas: habían desaparecido como la niebla.

También el suelo había cambiado, siendo ahora más blando, más fangoso y más oscuro. Se oía el arroyo el rumor del agua donde antes no se había escuchado jamás, y el canto de pájaros que nadie distinguió.

Kaitlin entró en la aldea cuando todos habían salido de sus cabañas y descendido de los altos árboles, que éstos sí seguían siendo los mismos, aunque su aspecto, ahora debido a la grande sombra que hacía el sol, parecía algo más tenebroso.

―Nos hemos movido –respondió a las preguntas que pocos hicieron en voz alta, e incluso lo repitió para que el capitán Jacques y la tripulación, también lo entendieran–. Ahora, aunque separados por unos peligrosos pantanos, estamos cerca de las civilizaciones, y ya no estamos más escondidos.

Los nativos se escandalizaron, los piratas se miraron confundidos.

―¡Nos has expuesto! ¿¡Por qué!? –exclamó una mujer, que agarraba con fuerza su bebé de un par de años de vida.

―Era necesario. El pueblo se muere, necesitamos más personas jóvenes, necesitamos la civilización para crecer, conocer la sociedad… –Miró a Jacques–. Y conseguir reunir más tesoro, cuánto más tesoro reunamos para Kadelooi, más poderoso será, y nosotros con él.

Nadie estaba seguro de aquello, los cambios siempre provocaban preguntas y miedos, sobre todo en aquellos que no estaban a favor de Kaitlin. Pero había algo innegable, algo que Kirr diría cuando dio un paso al frente.

―Todos dudabais que ella fuera la verdadera Barsiost Drako, pero ha hecho algo impensable: Ha movido la isla. Si ella no fuera la elegida, jamás habría podido hacer algo como eso. Esperabais una prueba, una señal, y aquí la tenéis, ¿vais a seguir negándola pese a la evidencia?

Intercambiaron miradas unos con otros después de aquellas palabras.

―No importa si estáis conmigo o contra mí –aclaró Kaitlin, mirando a Kirr y dedicándole una breve sonrisa a modo de agradecimiento–. Los que seguís sin creer en mí, los que no queréis seguirme, podéis marcharos. Solo debéis cruzar el pantano y llegaréis a otros pueblos, a la realidad de la sociedad a la que vamos a unirnos. Podéis estableceros donde deseéis, ahora sois libres, ya no sois prisioneros de esta isla y no os tenéis que sentir prisioneros míos.

Caminó hacia Kirr, que estaba junto a otros aldeanos que la apoyaron desde el principio, y también junto a Jacques y su tripulación, que los miraban expectantes y sin haber comprendido lo último que Kaitlin dijo en otro idioma.

―Este será un lugar seguro para cualquiera que desee ser libre, sin estar bajo el yugo de ninguna bandera, pero para acceder aquí solo podrá ser a través de los pantanos. Estos servirán también de protección, y no podrá llegar cualquiera, siempre deberá ir acompañado de alguien de vuestra tripulación… a menos que cuenten con nuestro permiso. –Miró a los hombres y mujeres de su aldea–. Todos vosotros tendréis el poder de otorgar los permisos, no solo yo, pero recordad que permitir la entrada a todos los extraños, nos puede poner en peligro. Algunos de vosotros viviréis al otro lado de los pantanos, estableceremos negocios y nos mezclaremos, escucharéis los rumores y las habladurías, y las haréis llegar aquí.

Se mostraron dispuestos, algunos más animados que otros de adentrarse en aquel peligroso mundo llamado “sociedad”. Sin saberlo, iban a meterse de lleno en el arriesgado juego de la economía, el poder y la influencia.

La mano de Kaitlin buscó la de Kirr y entrelazó sus dedos con los de él. Él la miró con intensidad, siendo la primera vez que mostraban algún tipo de afecto en público. Había llegado el momento de seguir con todas las peticiones del dragón.



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En el texto hay: piratas, dragones y magia, siglo xviii

Editado: 10.09.2019

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