Celeste se colocó su bata blanca y luego sujetó su cabello castaño claro haciendose una coleta. Se dirigió hacia la pequeña farmacia de la clinica veterinaria en donde buscó el antibiotico y una jeringa que le pidió su tia para el cachorro de raza Golden que trajeron esa mañana. Posteriormente, la joven se encaminó a una de las salas donde su tia junto al pequeño Golden y su dueña la esperaban para proceder a tratar al nuevo paciente.
— Necesito tres milimetros —le informó la veterinaria a Celeste, quien accionó inmediatamente a sustraer la cantidad del antibiótico del frasco con la jeringa para luego entregárselo a su tía, de modo que ella lo aplicara mientras que Celeste sujetaba al animal.
Vanesa, tía de Celeste y a la vez su jefa, le explicaba a Mery la situación de su perro y lo grave que había resultado el olvidar suministrarle sus respectivas vacunas al pequeño Golden. Mientras, Celeste se encaminó a la recepción de la clínica veterinaria para terminar de llenar algunos formularios que pronto debía entregarle a su tía. La joven pasó una mano por su frente sudorosa, apenas pasaban de las nueve de la mañana y ya se sentía un fuerte calor.
— ¿Qué te parece? —le preguntó Vanesa a Celeste al tiempo que le mostraba un pequeño gafete de identificación.
La joven tomó el pedazo de plastico entre su manos para poder examinarlo.
— Señorita C.C. —leyó para luego llevar la mirada un poco confusa hacia su tía esperando una respuesta acerca del objeto.
— Tu tio y yo decidimos retomar el proyecto que iniciamos hace tiempos, ese mismo que te trajo justo al lugar en el que estás ahora —explicó.
—¿Darán talleres de veterinaria para niños? —inquirió.
— Exacto.
—Y esto… ¿Qué tiene que ver? —cuestionó la joven refiriendose al gafete.
— Yo… Me presentaré como la señora Silver y mi esposo será el señor Silver, mientras que tú serás señorita C.C.
— ¿Yo? —interrogó boquiabierta— ¿Pretendes que yo de cursos de veterinaria? Solo tengo diecisiete.
—Si, asi es —respondió con una gran sonrisa—. Durante estos años has aprendido muchisimo, y además no te pido que enseñes cosas dificiles o complicadas, solo lo básico, serán niños de entre ocho y doce.
— Enseñar no es mi vocacion —expresó mostrando su desacuerdo.
— Celeste, por favor —suplicaba— Es una buena oportunidad para ti y para muchos niños y una gran ayuda para la clinica. Ya tenemos muchas solicitudes, y sabes que necesito personal. Dime que puedo contar contigo.
La joven posó su mirada en una planta de hojas grandes que decoraba la recepcion de la clinica, reflexionó durante unos segundos hasta que finalmente llegó a una conclusion.
— Está bien —aceptó—, pero tengo una condición…
— Cualquier cosa excepto que te aumete el sueldo —se apresuró a decir.
— No es eso. Lo que quiero es que me identifiquen de otra manera menos como Señorita C.C., me parece muy infantil.
— ¿Qué? ¿Por qué? —cuestionó— Pasé horas buscando una forma de identificarnos de una forma similar. Seriamos señor y señora Silver y señorita C.C. Eso suena bien ¿no?
— No, claro que no —negó la joven dejando salir una pequeña carcajada— Debo terminar con estos formularios antes de irme —agregó Celeste.
— Bueno, yo voy a revisar a los otros pacientes —indicó la veterinaria para retirarse sintiendose un poco satisfecha con el hecho de que Celeste la apoyaria con el proyecto.
Celeste estuvo un par de horas más en la clinica, luego se retiró del lugar para dirigirse hacia la parada de buses y así llegar a su casa. Eso era parte de su casi rutina, ya que en ocaciones su tia le hacia el favor de llevarla en su automovil, aunque eran pequeñas excepciones. Por lo regular el dia de la joven comenzaba a trancurrir trabajando a primera hora en la clinica veterinaria como auxiliar de su tia, cosa que no siempre fue así, al principio solo se limitaba a observar y aprender, pero al cumplir los quince comenzó a practicar hasta formalizar un poco su empleo.
Luego de estar en la clinica, Celeste asistia al Instituto Gran Villa donde cursaba su ultimo año de bachillerato; sin embargo, ese dia no habria clases ya que el equipo de futbol del Instituto disputaria su primer partido del Campeonato y los profesores prefirieron que todos los estudiantes asistieran a la cancha a apoyar, cosa que no era tan agradable para Celeste, ella consideraba la mayor parte de deportes aburridos y sin sentido, por lo cual decidió mejor ir a su casa a ver una serie en la television a desperdiciar su tiempo sentada en una banqueta escuchando los gritos de una gran multitud completamente loca y fuera de control, que es como ella lo consideraba.
La chica puso en sus piernas la pequeña mochila marrón que solia llevar a todas partes. Revisó el interior buscando su celular. Sus labios formaron una pequeña sonrisa al hallar allí dentro su libro de historia, el dia anterior habia estado buscandolo en clase y a consecuencia de no tenerlo la profesora la sacó del salón. No fue la primera vez que le ocurria algo así pero tampoco le sucedia con mucha regularidad. Celeste se catalogaba a sí misma en la linea de una chica en distintos sentidos: ni tan inteligente pero tampoco toda una cabeza dura; su cabello castaño claro y sus ojos miel acompañados de una piel clara y figura mas o menos esbelta le hacian tambien ser promedio en cuanto a belleza, mientras que su carácter sentimental y en ocaciones nervioso la convertian en una rara mezcla entre chica asocial y amigable, alegre y un tanto cerrada, indecisa pero segura a la vez. Definitivamente era extraña e incomprensible, incluso para ella misma.
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Editado: 26.02.2021