Blues and Coffe era aquella cafetería en donde Winnie tocaba junto a algunos amigos en sus ratos libres. Habían estudiado juntos, y pese a sus actuales empleos, siempre buscaban reunirse en aquel punto de encuentro, dispuestos a tocar en el local.
La cafetería era de estrado libre, por lo que no tenían problema alguno en tocar lo que quisieran, inclusive, sus constantes presentaciones se habían convertido en una de las principales atracciones del lugar.
—Mi bella Winnie Pooh, ¿Cómo estás hoy?
Pierce Jiménez, un chico de veinte tres años, amigo de Winnie de casi toda la vida, disfrutaba el llamar a Winnie como aquel personaje de caricatura. Era alto y de piel morena, pero aquellos no eran sus principales rasgos llamativos, en realidad, su cabello azul era el que más resaltaba en toda su apariencia.
—Bien, Sonic. —respondió la joven. Aquel era el apodo que ella había optado por ponerle, esto debido al notorio color de su cabello.
Ambos eran confidentes, les gustaban las mismas cosas, tanto así que al terminar la escuela habían decidido estudiar lo mismo. Sin embargo, y a diferencia de Winnie, Sandro había optado por los instrumentos de cuerda, y en los ratos en los que no componía canciones con su banda, se dedicaba a dar clases de guitarra a adolescentes rebeldes.
—Te ves muy bonita, hoy. —comentó Pierce. Winnie lo observó un tanto sorprendida, pero decidió no prestarle mucha atención. Aquello había sido muy raro viniendo de él.
—Gracias...¿Mindy ya ha llegado? —preguntó de inmediato, sintiendo una enorme necesidad de cambiar de tema.
Aunque Pierce no lo demostró, se sintió un poco entristecido por la actitud de su amiga. Había callado por todo un año, tratando de convencerse a sí mismo de que nada estaba ocurriendo con ella, sin embargo, una noche, después de escucharla cantar en Blues and Coffe, con un hermoso vestido amarillo y una sonrisa muy tierna, entendió que su corazón sentía algo mucho más fuerte que un simple cariño de amigos.
Ella le gustaba, pero al parecer, Winnie no era capaz de captar su notorio interés, o simplemente, había optado por ignorarlo. No sabía qué pensar, ni que hacer, pero el cualquiera de los dos casos, el único lastimado era él mismo.
—No, todavía no ha llegado. —contestó y continuó afinando su ukelele, el cual usaría aquella noche.
Mindy no tardó en llegar a Blues and Coffee, portando su característica sonrisa tímida, y se acercó a Winnie para saludarla.
—¿Cómo vas con tu plan de conquistar al chico de rulos? —le preguntó después de un rato.
—Más que bien. —respondió la pelirroja. —Llevo un mes en este plan y él jamás se ha quejado; eso es bueno, ¿verdad?
—Sí, es muy bueno.
Claro, ambas jóvenes desconocían las intenciones de Jack de decirle a Winnie que tenía que detenerse, y tampoco lo sabrían por el momento, pues Jack no se había atrevido a hablar.
Sin embargo, una noche lluviosa y fría, mientras que el joven manejaba de regreso a casa después de un día lleno de trabajo, una Winnie friolenta caminando en la acera derecha, aferrada a la calidez que le ofrecía su gran abrigo rojo, creó en él aquel sentimiento de culpa.
Podría pasar de largo y dejar que ella llegase por su cuenta a donde tuviera planeado ir, pero la culpa que sentiría después de aquello no lo dejaría tranquilo, así que, sin más, se detuvo a su lado y la invitó a subir al auto. Quizás, aquella sea su oportunidad de ser sincero con ella.
—¡Jack, qué alegría verte! — saludó ella tomando asiento de copiloto. —Gracias por ayudarme, afuera hace demasiado frío y con la lluvia que se está soltando, de seguro hubiera pescado un resfriado.
—No hay de qué. —respondió Jack, tratando de no hablar más de la cuenta. No quería que Winnie se emocionara demasiado.
—Estoy de camino a casa, por si preguntas. Vengo de pasar el rato con unos amigos. —añadió Winnie, a lo que Jack respondió con un asentimiento de cabeza.
La pelirroja analizó el interior de auto con una sonrisa, sintiéndose mucho más cómoda con la calidez que éste le ofrecía. Su mirada reparó en un objeto que yacía sobre el tablero del auto.
—¿Ese es un Funko Pop de Harry Potter? —preguntó emocionada. —¡No puede ser! —exclamó tomando el objeto entre sus manos. —¡Es el patronus de Harry! ¿Cómo lo conseguiste? Es muy difícil hallarlo.
Jack observó la escena con horror, y liberando una de sus manos del timón, le quitó el Funko de las manos.
—No lo toques, Winnie. —respondió soltando un suspiro pesado en señal de la frustración. Sin duda, terminaría llorando si aquel artículo se echaba a perder.
—Perdón, perdón. —se disculpó ella un tanto avergonzada. —Es que soy muy fan de la saga.
—Eh... yo también lo soy. —comentó Jack colocando el Funko pop de nuevo en su lugar. —Conseguí este en una subasta virtual. Sí, son difíciles de hallar.
—¡Tenemos tantas cosas en común!
Jack enmudeció después de escuchar aquello; no podía estar más en desacuerdo, pero optó por no comentar al respecto.
—¿De qué casa eres? —preguntó Winnie con emoción, acomodándose el gorro de lana que traía puesto. —Adivina cuál es mi casa ¡Sí, soy Hufflepuff!
“No hay duda de eso” pensó Jack en silencio. Ella era muy amable, aunque a veces abusaba de eso.
—Yo soy Ravenclaw. —contestó él después de unos segundos.
—Eso explica tu aura tan reflexiva, aunque las águilas pueden ser muy competitivos, a veces, hasta el punto de ser muy presumidos.
—Eso me suena a una ofensa. —se quejó Jack. —Yo no he hablado de la ingenuidad de los hurones.
—¿Es acaso malo ser ingenuo?
—Sí, cuando no eres capaz de captar la verdad que está en tus narices.
Quizás había llegado el momento de decirle la verdad; era su oportunidad, más no quería ser muy duro con ella.
—Winnie... yo...