Señorita Gales (completa)

6. "No es una cita"

Winnie se colocó el vestido con ligera emoción y descendió por las escaleras dispuesta a ayudar a su madre con lo faltante. Ingresó a la cocina con una sonrisa y se dedicó a endulzar el chocolate caliente con un cucharón de madera.

Mike Gales, su hermanito menor de ocho años, se hizo presente en la cocina de forma silenciosa, y pretendiendo que su madre no se diera cuenta de su presencia, intentó tomar una galleta de jengibre con una mano, más fue detenido de inmediato por Rebeca.

—Mas te vale no estar planeando alguna fechoría.—advirtió su madre con mirada amenazadora. —Hoy llegará un invitado, y no quiero que lo espantes. 

—¿De nuevo vendrá un intruso a cenar con nosotros? —preguntó el niño tratando de sonar casual.

—Sí, y espero esta vez sepas comportarte.—respondió su madre caminando hacia el comedor seguida del niño.—Fuiste muy malo con la señora  Rodríguez la última vez.

—Esa vieja era muy aburrida. 

—¡Mike! —una voz varonil llamó la intención de todos; era el señor Gales, un hombre un poco subido de peso y dueño de una brillante cabellera rojiza. —Ya te he dicho que no la llames vieja.

—Pero es una vieja, papá.

—Mira, muchacho, la última broma que le jugaste a la anciana en la cena me costó un tratamiento de columna muy caro. —habló el hombre. —Espero hayas limpiado bien el baño de mi cuarto, porque ahora que acabas de mencionar a la amable señora Rodríguez, recordé que te falta limpiar el baño de Winnie y el de invitados. No me hagas extender tu castigo por otro mes más. —advirtió.

—Ay papito. —sonrió tiernamente Mike, asustado por la amenaza de su padre. —No seas tan rencoroso.

Winnifred reía por lo bajo mientras observaba a Mike haciendo de las suyas. El niño era poseedor de unos hermosos rulos de color castaño, algo que ella también tenía, pero en menor cantidad, de hecho, su cabello era más oleado que ondulado, sin embargo, ambos hermanos eran muy parecidos entre sí, y por esa razón, constantemente peleaban como perro y gato.

El timbre de la casa de los Gales sonó, y toda la familia, a excepción de Winnie, se apresuraron en tomar asiento en la mesa del comedor para parecer casuales y tranquilos.

—¡Yo abriré!—Se ofreció la joven con cierto entusiasmo y caminó hacia la entrada de su hogar.

La casa, aunque no era precisamente muy grande, lucía espaciosa. Su tejado rojo y las paredes de color crema la hacían lucir muy bien, aunque de cierta forma, le otorgaban un aire un tanto anticuado a la construcción.              

—Hola, Winnie.—saludó Jack del otro lado. 

La joven lo analizó fugazmente; traía puesto un suéter oscuro, jeans y zapatillas cómodas. 

—Hola, Jack.—respondió ella y lo invitó a pasar. 

El joven se sorprendió ligeramente al observar el interior. Al inició imaginó que la casa de las Gales sería casi tan excéntrica como ellos, marcada por una explosión de colores y decoraciones raras; pero no, la casa le resultó agradable, con tonalidades ligeras a la vista y arreglada con alfombras de color que le daban un toque divertido al ambiente.

 "Acogedor", pensó.

—Buenas noches.—saludó Jack al lado de Winnie, recibiendo el mismo saludo por parte de todos.

—Toma asiento, hijo,con confianza.—lo animó Rebeca.

La cena transcurría con normalidad. Los señores Gales disfrutaban de una animada charla junto a su hija sobre las navidades pasadas, mientras que Jack solo se limitaba a escuchar con una sonrisa, interviniendo de vez en cuando.

No se arrepentía de haber asistido a la cena, sin embargo, aún se sentía incómodo por lo sucedido con Winnie; quien lucía más animada y muy sonriente, y aunque Jack no lo intuía, los notorios ánimos de la joven tenían que ver nuevamente con él.

La noche anterior, mientras hablaba con Mindy sobre la cena de navidad, se dio cuenta de que Jack le importaba más de lo que creía, aún después de haberle dicho que no quería nada con ella. En principio se había sentido muy mal, sin embargo, después de saber que cenaría junto a él como una familia, no pudo evitar que su corazón palpitara con emoción. Quizás tendría una oportunidad con él, esto si es que aprendía a mejorar sus herramientas de conquista.

—Muchas veces el pasar tiempo juntos genera nuevos sentimientos en las personas. —le había dicho Mindy.

—Pero ¿cómo? ¿Lo invito a barrer las calles de la cuadra? O quizás puedo fingir llevarle documentos a mi mamá y encontrármelo "de casualidad". No es una mala idea; si me esfuer...

—No, Winnie. — la interrumpió su amiga al borde de la risa. — Sólo espera; si es para ti, el momento llegará. No lo fuerces.

"No forzarlo", se repetía Winnie constantemente, mientras cenaba con una sonrisa en el rostro.

...

Los Gales no eran de las familias que aguardaban al día siguiente para abrir los regalos, de hecho, esperaban hasta la medianoche para hacerlo, esto, gracias a la notoria insistencia de Mike y sus muchas ganas de descubrir lo que le habían regalado. 

—¡Es una consola de videojuegos! —exclamó muy feliz, lanzándose sobre sus padres para llenarlos de besos.

—La cual no usarás hasta que termines tu castigo. —añadió George. Mike renegó por unos segundos, pero se alegró después de eso.

—Igual gracias, papito. Es el mejor regalo de todos. —habló el niño abrazándolo con muchos ánimos.

— ¿Por qué no mejor abres tu regalo, Winnie? —propuso Rebeca entregándole un pequeño sobre a su hija. 

Winnie no esperaba recibir algún regalo, aunque eso no quitó la notoria emoción que sentía cuando recibió el objeto. 

Por su parte, Jack observaba todo con mucha curiosidad, y como si mirara todo en cámara lenta, presenció como la joven deslizaba un par de boletos dorados del interior del sobre, los cuales él conocía a la perfección.

—¡No puede ser! —exclamó poniéndose de pie. —¡Son los boletos de la convención!



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En el texto hay: comedia, musica, amor amistad

Editado: 04.07.2023

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