La cena con Pierce, en realidad, no fue una cita, al menos no para ella. Sabía que había estado postergando una conversación importante con su amigo, y comprendió, finalmente, que había llegado el momento de aclarar las cosas con él.
Tomaron asiento en una de las pizzerías del centro de Wibston. Era un día nublado, el sol casi se ocultaba y se pronosticaba una noche lluviosa para cerrar la jornada.
Ambos ingresaron un tanto nerviosos; Pierce no dejaba de pensar en que finalmente había llegado el momento de declararse ante ella, en que debía hacer las cosas bien, y en que si había acertado con el perfume que había usado.
Por su parte, Winnie pensaba en lo que sentía. Pierce era especial para ella, un amigo excepcional y muy protector, pero era incapaz de verlo como algo más que eso. Constantemente ignoraba sus muchas actitudes evidentes, y no era con ninguna intención de hacerle daño, simplemente, la señorita Gales, no sabía como rechazarlo.
—¿Qué quieres comer? —le preguntó Pierce. —¿Qué opinas de este combo para parejas? Contiene pizza hawaina y panes al ajo...
—El combo de amigos me parece una excelente opción. —respondió ella con una sonrisa nerviosa y llamó a uno de los mozos del lugar.
—Vale, que sea ese. —Pierce la observó un tanto apenado, pero intentó sonreír. La actitud de la joven no le daba buenos indicios, pero aún no perdía la esperanza.
Ordenaron la cena y volvieron nuevamente a sumergirse en una muy interesante charla sobre música y planes a futuro, siendo éste último tema, el que dio el pase al que era necesario tocar.
—Tengo que confesarte algo, Winnie. —le dijo Pierce con el semblante un tanto más serio. —Pero, por favor, escúchame primero, y no huyas cuando lo diga.
Winnie tragó saliva un tanto nerviosa, pero asintió en silencio, comprendiendo que el momento había llegado.
—Vale... Tú sabes que te quiero mucho, que eres muy especial para mí y que no imagino a una amiga mejor que tú. Y lo sé, quizás yo no sea el mejor chico del mundo, pero créeme que me esfuerzo por serlo para ti.
—No tienes que ser el mejor en todo, Pierce...
—Lo sé, pero para ti sí debo serlo. Me gustas Winnie, muchísimo; y la razón por la que no lo he confesado antes es porque sentía que yo jamás podría gustarte. Soy muy raro y hasta inmaduro por ratos, pero creeme que he mejorado y que realmente quisiera que me dieras un oportunidad. Sé que hay muchos chicos que quisieran estar contigo, y no los culpo, pero me sentiría tan privilegiado de ser el elegido.
—Pierce... —Winnie sentía un nudo en la garganta que le impedía hablar, pero se armó de valor para hacerlo. —Eres uno de los mejores chicos que he conocido en mi vida; grandioso y muy bello. Sabes que también te quiero mucho, que llevamos años de amistad y que me has conocido en mis mejores y peores momentos, y por esa razón, porque sé la calidad de persona que eres, es que creo que mereces a alguien que te ame de verdad, y no un amor a medias, que es el único que yo puedo ofrecer ahora. Lo siento mucho. —unas pequeñas lágrimas se deslizaron por las mejillas de la joven, quien luchaba por no bajar la mirada. —Lo siento mucho, pero yo no siento lo mismo por ti.
El joven enmudeció en su sitio, con la mirada entristecida. No esperaba el cien por ciento que Winnie lo correspondiera, pero nada podía evitar que se sintiera mal por su rechazo
—Gracias por ser sincera conmigo.—respondió finalmente, justo cuando la pizza llegó a la mesa.—No me siento tan bien ahora, perdón, pero quisiera volver a casa.
Winnie dejó que las lágrimas corrieran por sus mejillas en silencio y asintió con la cabeza.
—Yo pagaré, no te preocupes.—le dijo, y observó como el joven se alejó de ella en silencio.
...
Hay decisiones en la vida que, a un segundo de haberlas tomado, nos arrepentimos de haberlo hecho.
Winnie Gales se sentía exactamente así. Quizás había sido clara con Pierce, y el saber que posiblemente él no le hablaría en un buen tiempo, solo la entristecía más. ¿Hubiera sido correcto el aceptar su declaración y corresponderlo?
No. Pierce merecía a alguien que lo ame de verdad.
Sin embargo, Winnie Gales sentía que ya lo extrañaba, como si no hubiera hablado con él en semanas, aunque la realidad era que habían pasado solo unos minutos desde que él se había marchado de la pizzería.
Pago la pizza, aunque solo fue capaz de comer un trozo, y pidió el resto para llevar.
Salió al exterior del local y caminó calle abajo con la caja entre las manos, rogando, dentro de sí, que el cielo no la traicionara en aquellos momentos, pues la llegada de la lluvia era evidente, y si no se apuraba, terminaría empapada en plena calle con una arruinada pizza entre las manos.
¡Claro! Ella no era la chica con mayor suerte del mundo, pues, cuando cruzo la tercerca calle, el cielo comenzó a llover encima de ella, humedeciendo toda la calle.
Se refugió por debajo del tejado de un local cerrado y se preparó para correr usando la pizza como casco hacia la estación de bus más cercana, dispuesta a volver a casa.
La calle estaba tranquila, algo que era muy raro en aquella zona, pero no se preocupó por eso; en Wibston habían cerrado muchas calles por reparaciones en las alcantarillas.
Corrió en medio de la pista, a una cuadra de la parada de bus, pero algo en su camino la detuvo de golpe, mejor dicho, alguien.
Jack Weston, empapado en lluvia, al igual que ella, se detuvo al frente suyo a unos metros de distancia, y la observó en silencio con el rostro nervioso. Llevaba una pequeña bolsa en las manos, el traje mojado y el cabello alborotado por tanto correr.
—¿Jack? ¿Qué haces aquí?—le preguntó Winnie un tanto confundida por su repentina aparición.
—He venido por ti.—confesó.—He venido a buscarte
..
Nota de autora:
¿Que creen que pase?
El siguiente es el capítulo final jeje.
Y falta el epílogo.