Sensación irreal

Sexualidades

Clyde estaba en la enfermería con Kenny, porque como castigo los principales culpables de todo el alboroto habían ido a la sala del director sin recibir tratamiento para que se les quitaran los humos que se les habían subido —además de lo maricón que tenían—, y nuestro pobre Clyde tenía el labio hinchado por un golpe que había recibido de Stan. Las lágrimas no habían tardado en salir en el momento, pero como estaba frente a Craig y sus amigos, hizo su mejor esfuerzo por ocultarlas y, en vez de seguir golpeando a lo tonto como había estado haciendo, por ninguna razón lógica, fue por un profesor porque eso se había descontrolado fuerte y pronto sería convertido en una masacre con sangre y sierras eléctricas y más sangre.

Gracias a eso estaría castigado con una semana, pero al menos sus heridas habían sido tratadas con un poco de hielo y vendas, y su ropa... ahora estaba destrozada, lamentablemente, arrugada y sucia de los golpes y el frío suelo en el que había caído cuando Stan lo empujó. Lástima, era su favorita, y no podía evitar pensar en lo bien que se veía cuando lo llevaba puesto.

El cierre de la chamarra seguía abajo, y como al comienzo del día se había visto en el espejo usándola y había pensado «Qué sexy», se sintió fatal por el hecho de que no podría llevarla puesta más. ¡Su cabello resaltaba con el color rosa! Y todo había sido por la estupidez de Stan y sus amigos...

Sin pensarlo mucho miró a Kenny, quien había participado en destrozar su preciada prenda, y aunque no podía estar demasiado enojado con él puesto que Stan fue quien golpeó a Craig en primer lugar, él había continuado peleando junto a él después de intentar pararlo. Tenía parte de la culpa, y a pesar de que no lo conocía, una parte de él lo comenzaba a odiar aunque sabía perfectamente que esa no era la solución.

Kenny debió darse cuenta de su mirada sobre él —claro que se dio cuenta, si no es ciego y tiene a Clyde en frente, eso no se puede ignorar—, lo observó con atención mientras Clyde seguía perdido en sus pensamientos, vio cuán gay parecía de manera superficial y pensó que se veía muy apuesto. Demasiado, a decir verdad, no sólo por ser Clyde, sino por tener ése cierre a la mitad del pezón.

—¿Miras algo, bonito? —preguntó Kenny con el tono que usaba al ligar, con la excepción de que esta vez  era para ligar pero con un chico. Su crush, específicamente. ¿Por qué? Pues, porque, a ver, déjenme pensar... Porque era Clyde Donovan, y sólo mira esa cara tierna, preciosa, chula, ¿quién podía resistirse a eso? Debía esforzarse para que Clyde lograra fijarse en él, al menos por una mamada como que Craig Tucker, the Stan fucker y su amado iniciaran una pelea, pero eso era lo normal en South Park.

—¿Perdón? —Como lo sospechaba, por fuera era un Clyde metrosexual pero por dentro continuaba siendo el dulce y sentimental bebé llorón de siempre. Su meta estaba decidida: acercarse un poco al castaño y ver su reacción para así discernir qué tipo de sentimientos tenía por él. Buen plan, Kenny, buen plan. A ver si no la cagas como siempre.

—Lo que escuchaste —respondió el rubio sonriendo con socarronería y deseo, deseo de poseer esa cara bonita y poder escuchar las palabras afectuosas que solían salir de esa deliciosa boca, ahora herida y lastimada, pero eso no le quitaba la perfección que tenía. No esperaba nada que, en el caso de que compartiera sus sentimientos, éstos fueran correspondidos, mas con que pudiera ver esas enervantes expresiones estaba bien. Muy bien, en realidad, pues aunque ningún lazo sentimental los uniera, siempre podría provocarlo. Y eso era lo que mejor sabía hacer.

Clyde no parecía saber cómo reaccionar ante esas palabras, por lo que un rubor notorio se hizo presente en sus regordetas mejillas al procesarlo, pensando en todas las posibilidades a las que podría referirse su acompañante porque, como bien sabía, era Kenny McCormick, y éste era conocido por sus casuales noviazgos o amantes a los que conseguía tan fácilmente como cortar una rosa, fácil y límpido como sonaba. Con unas cuantas palabras ya los tenía entre sus manos —o eso se rumoreaba— y le parecía que nunca tomaba en serio ese tipo de relación, una seria donde ambas personas tenían sentimientos genuinos. A pesar de lo mucho que le agradara Kenny, no podía evitar sentirse intimidado e incómodo a niveles estratosféricos por esa simple oración, ambigua, serena y con un significado de todo menos inocente.

El castaño se limitó a parpadear perplejo y sin saber qué hacer. Apartó la mirada con brusquedad de esa sonrisa sensual que Kenny poseía —ya no sabía si siempre la había tenido o era especial para la ocasión—, no entendiendo en su totalidad por qué lo hacía. Kenny le parecía guapo, incluso, pero no era su tipo; o al menos eso quería creer ya que desde que lo había visto con tantas personas diferentes a lo largo de los años ya no estaba seguro sobre nada acerca de él.

Parecía poder explotar de vergüenza e incomodidad en cualquier momento, por lo que, en un intento por recuperar su espacio vital y alejarse un poco de su acompañante pervertido pero atractivo —y, para su desgracia, esa no era una buena combinación—, apoyó las manos en la cama y se apartó lo más que pudo de tal rubio que lo enervaba a niveles extremos.

Mientras tanto, Kenny no podía dejar de pensar que le encantaba. Era su droga ver esas expresiones delicadas y espontáneas; sus favoritas eran las sonrisas llenas de afecto que le dedicaba a todas las personas que conocía, y ese detalle le fastidiaba: a todas las personas que conocía, y digamos que Clyde era un tanto popular. Su mayor deseo era que algún día sólo le dedicara una sonrisa así a él, mas era sólo una fantasía lejana. Le hastiaba, torturaba y lastimaba, pero a la vez le parecía un reto, y no sabía cómo sentirse ante eso.

—Oh, vamos. Me conoces, nos conocemos, estamos en confianza —replicó el rubio sonriendo con lascivia muy bien disimulada y acercándose sutilmente al contrario—. Somos amigos, ¿no? —preguntó para pasar un brazo alrededor de su cuello al estar cerca de él, susurrando la oración cerca de su oído, con sumo cuidado de no hacerlo demasiado cerca, pero lo suficiente para hacer que un escalofrío frío e intenso le recorriera la columna.



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En el texto hay: comedia, coqueteo, southpark

Editado: 04.03.2021

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