LA HORMIGA INTELIGENTE

Margarita vive en la pared de mi casa, vigila y controla todo el tiempo.

 Cuando mi padre se va del jardin, ella  contraataca destruyendo las plantas con sus gigantescos dientes  similar a  cuchillas afiladas, se come todas las hojas aún no satisfecha destruye las flores y se echa a reír a carcajada, emitiendo un sonido estrepitoso y chillón

Mi padre está rojo de furia ya no soporta más las acciones de la sinvergüenza, entró a los gritos a la cochera en busca de algún elemento útil para matar hormigas y luego pasó por la cocina murmurando, va de un lado a otro desesperado y alterado  en su recorrido se tropezó con mi mamá, angustiado se disculpa con mi madre y expuso sus quejas.

 Mamá sonríe transmitiendo paz,pero a la vez consuela y tranquiliza papá dándole la razón.

Margarita ante tanto alboroto corrió a esconderse debajo de una baldosa, dándose por desentendida de los problemas que causa al tiempo que coge una varita del césped y se lima las uñas, tomando  cierta actitud de arrogancia.

Mi padre a punto de explotar de bronca e impotencia grita: ¡Es la guerra... le declaro la guerra! Dio un portazo y se marchó en el auto , al cabo de un tiempo regresó con un sin número de mata hormigas que pudo conseguir en el mercado.

De prisa prepara las trampas en cada lugar que el considera estratégico y dando de antemano la guerra por ganada se sienta a disfrutar de un café caliente bien espumoso y se recrea mirando televisión.

Al día siguiente baja al jardín en busca del cadáver de Margarita pero no encuentra nada.

Yo me levanté temprano y voy a la cocina, escucho ruidos y  me pongo en alerta, el ruido es semejante al de un tractor viejo. 

Al abrir la puerta de la alacena: ¡ Oh que sorpresa! Todas las cosas fuera de lugar, los comestibles desparramados y las bolsas rotas, pensé ¿qué es esto?, como si una bomba cayó en medio los estantes.

Sabia que mi madre diria que yo hice ese desastre y para encontrar al culpable debia investigar.

Corrí  de un estante un  paquete de galletitas muy despacio, pués de allí el ruido provenía. 

_ ¡Nooo por Dios! ¡Una gigante rata!, me quedé paralizada, atónita no le sacaba la mirada,  ese animal roncaba abrazada a su oso de peluche y vestía un simpático pijama rosa estampado de hormiguitas protagonistas de películas.

De pronto se movió un poco entre las sobras de galletas y azúcar, sin duda era no era una rata gigante era una hormiga, está inteligente traviesa había pasado la noche trabajando junto a sus amigas para llevarse toda la comida de la alacena.

Bostezo y se despertó yo sentí que moría de miedo y ataque a la hormiga con un cucharon, le grité: ¡ te tengo hoy vas a morir! Aunque yo temia más por mi integridad física, ¡quien sabe si ese insecto no me salta a la cara me muerde y me envenena!.

Y ella contestó haciendo un teatro dramático ¡ Nooo...no me mates...ten misericordia de mi!, me quedé impresionada y asustada ¡ una hormiga que habla...es un demonio!, se erguio y froto las manos  y continúa hablando muy normal, ¡ hagamos un trato no me lleves con tu padre me dejas vivir ...y pideme lo que quieras. Se rasco la cabeza con sus dedos largos y luego bajo la mano acercandola a su boca, hecho un escupitajo en medio de la mano y la acercó  frente a mí  para cerrar el pacto y dice sollozando: ¡palabrita de Margarita!.

Bien contesté, no te comas las plantas del jardín tampoco asaltos en la alacena de mamá. Entiende Margarita que mis padres trabajan muchísimo para obtener todo lo que tú ves aquí.  Tu actitud es egoísta ¿ cómo te sentirias si alguien invade la privacidad de tu hogar, destruye tus reservas de alimentos que guardas para el invierno?

Margarita abrió los ojos grandes como dos relojes de la basílica de Luján y  rreboleaba el rabillo del ojo para un lado y para el otro al mismo tiempo que frotaba su  barbilla con una mano, y después de unos minutos me dijo: ¡trato hecho nunca deshecho! Palabrita de Margarita me apretó la mano chorreando baba.

No duró mucho su silencio y siguió hablando: pero ¿puedo comerme las plantas de los vecinos?.