Qué suerte tengo que ya no sueño,
con el calor de tu cuerpo abrazándome sin venir a cuento .
Ni con tu risa de niño cuando te comía a besos,
o tu mirada a hurtadillas desnudando mi cuerpo.
No, ya no te sueño.
Y que suerte tengo que ya no recuerdo,
tu sonrisa en cada rincón de mi pensamiento.
Ni tu sonrojo al susurrarme un tímido "te quiero"
o el enganche de tu aliento al contarte un secreto.
No, no lo recuerdo
Y que suerte tengo, que ya no lamento,
tu frialdad desgarrándome por dentro.
Tu indiferencia al no sentir por mí ese anhelo.
Que con los años todo se ha vuelto tan incierto.
No, ya no lamento.
Y que suerte tengo, que ya no me acuerdo,
del ardor de tus ojos al mirarme con deseo.
Del cosquilleo de mis dedos al jugar
con cada rizo de tu pelo.
Y es algo que no entiendo,
si nada de esto recuerdo
por qué escribo estos versos.
No, yo no lo entiendo.