Tan absurda es esta vida,
tan ridículas nuestras metas.
Persiguiendo la belleza, el poder y la riqueza,
pasamos de puntillas ante la verdadera grandeza.
La visión de un atardecer que parece una acuarela,
respirar profundo sin que nada te duela.
El oído de un amigo, el abrazo de un hijo.
La emoción de una melodía,
de un amor la melancolía.
Viviendo a toda prisa por un final feliz.
Sin pensar en las valores que arrancamos de raíz.
Disfruta del camino, pues cuando menos lo esperes todo se derrumba.
¿Es que no lo ves?
Nuestro final está ahí,
esperando en una tumba.