Sentimientos de una pentathleta

Capítulo 4. Nuevos descubrimientos

Mi segundo día en esta maravillosa institución fue un sábado 13 de mayo. Cuando llegué había nuevos compañeros, bastantes a comparación del domingo anterior, entre ellos estaba mi cadete Laura, una compañera que me agrado, conversamos, y me ayudó a adaptarme.

Primeramente, la sargento nos reunió con el conteo para pasar revista, me apresuré, ya sabía el truco y no quería sanción en mi segundo día.

La primera actividad del día era orden cerrado, en palabras coloquiales, marchar. Ya no éramos un pelotón, sino una sección. Mis compañeros tenían años en la institución y solían equivocarse, claramente la sargento nos corregía de acuerdo a la antigüedad que llevábamos. Les llamó la atención casi a todos, excepto a unos cuantos incluyéndome. Practicamos paso redoblado, paso atrás, a discreción, en descanso, paso de camino, marcar, paso corto, marcar el paso, entre otros movimientos. Estar ejecutando cada uno es una adrenalina pura, puesto que tu cuerpo lleva a cabo ciertos movimientos y tu mente al mismo tiempo escucha órdenes del instructor, tienes que coordinar entre lo que dicen y haces, es confuso explicarlo, pero es hermoso vivirlo. Entonces tienes que seguir las instrucciones ordenadamente y hacerlo sobre todo correctamente, con fuerza y porte. Y si te equivocas, llega la llamada de atención o la corrección.

Posteriormente, mis compañeros fortalecieron sus conocimientos en bolear las botas y yo por ser la nueva estaba aprendiendo, a pesar de que aún no portaba el uniforme.

Por último, nos acondicionamos físicamente en ejercicios de brazo, haciendo lagartijas, plancha, burpees, entre otros. Mis padres llegaron y se sentaron a lo lejos en unas gradas cerca del cuartel, yo era una entre muchos elementos tanto varones como femeninos. Cuando noté la presencia de mis papás, sentí como el orgullo guerrillero los tomo de asombro, di lo mejor de mí. Mi cadete Laura me enseñaba algunos ejercicios nuevos para mí, la mayoría ya los conocía por medio de los videos de la Guardia Nacional.

La noche se adueñó y el cielo despejado se tornó oscuro, un azulado como el pantalón granadero de los pentathletas. Terminamos la instrucción ese día. A lo que me integro con mis padres. Llegué a casa, mamá Hanna me comenta «Tu padre te observó en instrucción, dice que te desenvuelves bien en los ejercicios físicos, incluso recalcó que te vendría bien estudiar educación física, y de seguir así puedes llegar a ser instructora como la sargento, pues lo hacías mejor que algunos varones», esas palabras, sí, esas benditas palabras, me hicieron sentir una identidad más profunda dentro de Pentathlón, con más certeza supe que la sargento no se había equivocado al decir que yo duraría toda mi vida y escalaría demasiados grados militares.

Entre tanto, recuerdo que otra ocasión, que estaba indecisa con la carrera universitaria que escogería, papá Daniel me sugiere «Educación física, se te da muy bien, yo te vi el otro día», ¡no puede ser! ¿Acaso eso era verdad? Sí, ¿Acaso, esa niña de secundaria que el profesor de deportes le recalcó que no jugará porque se lastimaría con torpeza, iba a ser capaz de ser hábil físicamente? Pues admito que papá no sería capaz de mentirme, así que tenía tantas ganas de buscar a dicho profesor de deportes para demostrarle yo misma que ahora era una pentathleta que hacía bien lo que le ordenaban.



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En el texto hay: experiencias, metas, militar

Editado: 11.05.2023

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