Ahora entiendo
lo que quería decir
aquel viejo borracho que
vivía en pensiones asquerosas
y se sumergía cada vez más en
la raíz de la creación.
Si no nace de uno mismo, no sirve.
Si no te hace gritar y te revienta
el alma a empujones para salir, no sirve.
Si no te araña y te carcome cada intestino, no sirve.
Si no te deja en paz ni en tus pesadillas, no sirve.
Si no te susurra lujuriosas palabras
en tus momentos de soledad, no sirve.
Si no te hace llorar y te incita al suicidio cuando
estás en lo más bajo, no sirve.
Si no camina a tu lado en
los tiempos de incertidumbre, no sirve.
Si no te maldice cada vez que te sientes en paz, no sirve.
Así es la poesía,
un coro angelical y una blasfemia al mismo tiempo.
Una bendición y una maldición.
Un estilo de vida y un estilo de muerte.
Un sentido del dolor y un sentido del amor.
Pensamiento lírico, le dicen.