Ella necesitaba sonreír
Y lo hacía
para romper corazones.
Con una palabra
Sentías la calidez de sus vocales
Y la ternura de sus consonantes
De camino a volverte adicto a su voz.
Con una mirada
Mirabas su alma y lo rota que estaba
Entrabas en la oscuridad de su ser
Perdiendo la razón.
Y, ¿si la amabas?
Ella era un caos, oscura y solemne
Pequeña e intensa en sus maneras
La amarías, pero serías el hombre
más desdichado del mundo.