Berta García:
Escucho una alarma, algo lejana y recuerdo, yo no he puesto ninguna, entonces de quien es, y como un balde de agua fría, siento que me despierta, y recuerdo Carlos está durmiendo aquí conmigo, en mi habitación de él ha de ser la alarma, miro hacia el sofá donde duerme, y no despierta, me levanto y voy a apagar ese aparato bulloso, cuando yo que lo voy a coger y el estira su mano, rosando nuestros dedos, en ese instante, me asusto y trato de alejarme, cuando el abre los ojos y me observa de manera extraña, directamente a mis piernas, y justo recuerdo estoy en pijama, me quiero morir, tierra trágame y escúpeme en China, ¡no, no, China no! Hay matan y comen perros y gatos, yo no podría comerme a un dulce animalito, no sé qué me pasa, parece que mi cerebro no funciona bien, que es lo que estoy pensando, no me puedo mover, que le pasan a mis piernas que no me obedecen, veo a Carlos que se cubre con la sabana, como para no verme, en eso aprovecho para correrá al baño, que vergüenza ¡DIOS!.
Salgo del baño, después de que escucho la puerta del cuarto cerrarse, creo que salió que bueno, ¡no sabría con qué cara verlo!, después de lo que paso, hace rato hago mis necesidades, me visto y bajo a desayunar.
Hay un olor delicioso, mientras más me acerco a la cocina, y me doy cuenta que tengo mucha hambre, escucho risas parece que ya todos están aquí, ingreso saludando a todos, y veo que solo se encuentran Carla y mis peques, ella me responde al unísono como mis hermosos niños, -buenos días Berta, iba a responder cuando escucho buenos días con todos, es la voz de Carlos, parece que llegamos casi juntos, volteo a la vez que digo buenos días, y puedo ver que se ha bañado y cambiado de ropa, se ve muy guapo, él se acerca a mí y me da un beso en la mejilla, para después abrazarme, no lo esperaba, pero era parte de nuestro trato, así que me relaje y sonreí, para darle un abrazo también, la señora que nos ayuda, sonríe y dice que lindos se los ve, yo quiero un hombre así para mí, y mi suegra la observa, -¡cómo no estas casada!, -sí, pero yo digo así de guapo y galante, él es un príncipe y mi marido es un sapo, en toda la extensión de la palabra, - todos reímos a la vez.
Carla y yo preparamos la mesa, y comenzábamos a llevar todo, cuando escuchamos el timbre, yo digo yo voy, y para mi sorpresa veo a dos personas en la entrada con caras de pocos amigos, parece que le debiera y no les hubiera querido pagar, les sonrió y digo, -buenos días, en que puedo servirles, -esta es la familia Jiménez García, -si aquí es, quienes son ustedes, -somos los representantes de la niñez y la familia, venimos a ver ¿Cómo se encuentran los pequeños, María y Fausto, -¡claro! Pueden pasar, justo íbamos a desayunar, si gustan pueden acompañarnos, -no es necesario, regresaremos en unos 45 minutos, para darles tiempo que desayunen, nos retiramos, - iba a decir algo cuando los veo salir, así sin más, que gente tan pedante, regreso y Carla me pregunta.
-¿Qué paso, quien era? -eran los de trabajo social, regresarán en unos 45 minutos, más o menos, nos darán tiempo para desayunar, eso dijeron.
-Bueno entonces a desayunar, rapidito para dejar todo en orden, -dijo Carla organizándonos a todos.
Comenzamos a comer, como si nada pasara, pero sabiendo que teníamos el tiempo encima, termine en 15 minutos para retirarme a la habitación, recordé que no había arreglado el sofá cama, y si ellos se hubieran quedado antes, nos habrían descubierto, me disculpo con todos, cuando veo a Carlos diciendo yo te ayudo con permiso tengan buen apetito, y me dio la mano y salimos juntos a nuestra habitación, caminamos en silencio, después que entramos Carlos comento,- debemos sacar el sofá cama, y llevarlo al cuarto de huéspedes, pueden darse cuenta, lo que es, lo estuve pensando mientras comíamos, así que ayúdame por favor, no tenemos mucho tiempo.
Arreglamos todo en nuestra habitación, Carlos trajo su ropa que uso en la noche, y la puso en el cesto de la ropa sucia, junto a la mía y dejamos indicio de que una pareja compartía esa habitación, salimos y bajamos para conversar con los niños, que llegarían unas personas a conversar con ellos, no les tuvieran miedo, y respondieran sus preguntas, que nosotros estaríamos aquí, justo en ese momento tocan el timbre nuevamente, a lo que Jacinta dice yo voy no se preocupen.
Vemos que ahora no son dos, sino cuatro, esto no me está gustando, menos mal, cambiamos el sofá cama, sino estaríamos en problemas, sonreí como si no le debiera nada a nadie, lo cual es verdad, mostrándome segura, primero muerta que sencilla, Carlos me tenía de la mano, y me dio un leve apretón como diciéndome así, eso es lo que tienes que hacer, no te dejes intimidar.
Pasen tomen asiento, desean algo, -trate de tomar la iniciativa, como si yo fuera la señora de la casa, lo que Carla había estado haciendo todo este tiempo, pero que tenía que asumir yo.
-No se preocupe por nosotros, venimos a trabajar, y nada más, - así de cortante me contesto la flacuchenta esa, escuálida de porra, le sonreí y dije, bueno podemos comenzar, cuando quieran.
-Nos vamos a dividir en tres grupos, faltan dos compañeros más que están por llegar, estamos por ese motivo haciendo tiempo, cada uno de nosotros interrogara a cada miembro de la familia, para ver si todo está bien y acorde con lo antes mencionado, por el abogado, no lo tomen personal, solo estamos actuando por el bien de los menores, ya que son ciudadanos norteamericanos, y no queremos que sean víctima de estafas, ustedes vieran la cantidad, de personas que cometen ese tipo de fraude, y como decía mi difunta madre el que nada debe nada teme.
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Editado: 23.11.2024