Ser Madre

Capitulo 21

Paulina Mendoza:

Estoy que me hierve la sangre sacarme del consultorio, y todavía insinuar que soy una fisgona, en verdad que yo debí estar ciega en la época del colegio, enamorarme de un truhan como ese, es que solo de recordarlo me dan ganas de regresar y decirle del mal que va a morir.

Me siento en el lugar más alejado de su puerta, para evitar que el se ponga a levantarme falsos, es un infeliz se desaparece por tantos años y lo primero que hace es decirme sapa.

Respira Paulina, recuerda que es por el bien de tus sobrinos, todos dicen que es muy bueno, por ese motivo la Fundación lo contrato, tus problemas con él, son aparte y lo único importante son los gemelos.

Después de unos minutos se abre la puerta, y los gemelos y Jaime salen como amigos de toda la vida, en definitiva, este hombre es un embaucador, ya se metió a los bolsillos a mis sobrinos.

Me levanto inmediatamente, camino hacia ellos, y escucho al infeliz ese decirle a los niños que quiere comer helado, estoy a punto de negarme cuando ellos me dicen podemos ir tía, no pude negarme, además Jaime comento que tiene poco tiempo, eso me dio un poco de tranquilidad no tengo que compartir mucho tiempo con él.

Llegamos a la heladería, el pidió su helado de pistacho, lógico siempre le gusto ese sabor, nosotros los tres pedimos chocolate, lo veo mirar mucho por la ventana, pero me hago la que no me doy cuenta y converso con mis sobrinos, comemos en silencio, luego dice que se va a lavar las manos, este hombre en verdad es raro, lo veo un poco nervioso, como si algo de pronto lo hubiera molestado mucho, lo note en su expresión, cuando algo lo molesta se le ve en el rostro no sabe disimular sus emociones, aun con los años no ha aprendido.

Llegó con nosotros, y conversa como si nada, de las cosas que le gusta, sus películas favoritas y juegos en línea, su conversación va dirigida a los gemelos, yo estoy pintada.

Paga la cuenta, y se despide de los niños muy amablemente, y de mí solo me hace con la mano desde su lugar, yo que pensaba ignorarlo y el que lo hizo fue el, fíjense no se enoja el dueño de la colcha sino el que se la mea, estoy tratando de contenerme, y preguntarle si no se acuerda de mí, pero no tiene sentido, fui bastante insignificante en su vida que ni si quiera me recuerda, no tiene sentido perder mi dignidad, en alguien como él.

Salimos de la heladería, y tomamos un taxi, cuando volteo y lo veo caminando al hospital todo sonriente, parece que si le gusta su trabajo, e interactuar con sus pacientes le llena de alegría, aun así me siento feliz de haberlo encontrado, no puedo negar que mi corazón se saltó unos cuantos latidos cuando lo vi.

Jaime Rodríguez:

Regreso a mi consultorio, cuándo una enfermera me intercepta, para decirme que mi prometida me estaba buscando, me quede de una pieza en verdad que Camila se estaba tomando muchas libertades, como dijo nana América o yo no me había percatado de su actitud pedante, pero por ahora tengo que actuar como si nada no tengo que ponerlos de aviso, ese par de alimañas me va a conocer, como bueno soy bueno pero como malo soy mejor.

Ellos no saben con quien se están metiendo, por ahora tengo que seguir ignorando a Paulina no pueden descubrir mi punto débil, de esa manera he sobrevivido todos estos años, ocultando mi verdadero amor, sus sobrinos serán mi fuente de información, con ellos averiguare si tiene novio o pretendientes, a los que quitare de mi camino, si señor dejo de llamarme Jaime Rodríguez, si no consigo el amor de Paulina nuevamente, pero por ahora tengo que mantenerme lejos de ella.

Me sonrió por lo bajo cuando recuerdo lo furiosa que salió del consultorio, y como me ignoraba intencionalmente en la heladería, y como se enfadó cuando me despedí de ella desde mi lugar, no puedo interactuar con ella, Camila tiene que sentirse segura, para que no sospeche que la estoy vigilando y sobre todo mi querido padre, algo me dice que ambos están confabulados contra mi madre y conmigo, inclusive me atrevo a pensar que son amantes.

Llegó a mi casa, donde encuentro a Camila sentada bien cómoda en la sala, con unos bocadillos, una taza de té, esperaba llegar a casa y contarle a la nana de mis descubrimientos, pero me encuentro a mi prometida, como ella anda regando por el hospital, la voy a dejar que se siga elevando ella misma, así la caída le dolerá más, le sonrió como si estuviera muy contento de verla, cuando sale la nana a recibirme, y me saluda con su ceño fruncido enseñándome donde esta Camila, le digo –hola amor como estuvo tu día, sé que me fuiste a buscar pero había salido, a buscar un medicamento para el dolor de cabeza, cuando regrese la enfermera me conto que me fuiste a buscar, -si fui a buscarte para ver si podíamos ir a comprar un bolso que me encanto, pero estaba corta de dinero, y quería saber si podrías comprarlo para mí, inclusive ando en taxi porque no tengo un vehículo, -recién caigo en cuenta lo que la nana dijo en la mañana, es una vividora, me saca dinero a mí, y anda con mi padre, le sonrió y digo –otro día veremos eso con calma por ahora no puedo ayudarte, como vez recién llego y estoy cansado, y estoy corto de dinero, mi madre me ha rebajado los gastos, parece que piensa que debo sobrevivir con mi sueldo, después te cuento bien, -me dirijo hacia la nana y la saludo, -hola nana ven aquí para darte un abrazo, quien te quiere.

-Mi día estuvo bastante tranquilo hasta hace una hora, pero da igual vas a cenar ahora o te vas a dar un baño.




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