Será... que te puedes volver a enamorar?

Gabriel a oscuras

Oda al mal ciego  
Oh ciego sin guitarra 
y con envidia, 
cocido 
en 
tu 
veneno, 
desdeñado 
como 
esos 
zapatos 
entreabiertos y raídos 
que a veces 
abren la boca como si quisieran 
ladrar, ladrar desde la acequia sucia. 
Oh atado 
de lo que nunca fue, no pudo serlo, 
de lo que no será, no tendrá boca, 
ni voz, ni voto, 
ni recuerdo, 
porque así suma y resta 
la vida en su pizarra: 
al inocente el don, 
al nudo ciego 
su cuerda y su castigo. 

Yo pasé y no sabía 
que allí estaba esperando 
con su brasa, 
y como no podía 
quemarme 
y me buscaba 
adentro de su sombra, 
me fui 
con mis canciones 
a la luz 
de la vida. 

Pobre! 
Allí transcurre, 
allí estaba transcurrido, 
preparando 
su sopa de vinagre, 
su queso de escorbuto, 
cociéndose 
en su nata corrosiva, 
en esa oscura olla 
en que cayó 
y fue condenado 
a consumir su propio 
vitalicio brebaje. 
  Pablo Neruda. 

Cuando desperté lo único que oía era el pitido y un zumbar. Varias imágenes destellaban en mi cabeza, tanto así que tome mi rostro entre mis manos del dolor que comencé a sentir.  
Escuché que una voz femenina se dirigía a mi pero no sabía de donde venía, ninguna que yo conociera. Comencé a impacientarme ya que no podía ver. 
-Señor Gabriel, por favor le voy a pedir que se tranquilice- me decía esa voz nerviosa. Y aunque yo la oía y comprendía sus palabras no me quedé quieto sino que me enderecé y senté de apuro, mi cabeza comenzó a girar. Sentía que me caía hacía atrás y me agarre de los cables.- Necesito ayuda gritó después. – Menos mal que apareciste Pedro, deberíamos sedarlo hasta que el doctor lo pueda atender.  
- Esta bien- afirmo otra voz masculina. 
Después de eso sentí como una leve picadura en mi brazo y sentí que mis parpados se debilitaban y cerraban mientras, mi conciencia de desvanecía h mi corazón se apaciguaba. 
Me desperté porque alguien estaba revisando mis pulmones, lo supe porque sentía el círculo frío se movía en mi pecho y una voz masculina decía que estaba todo en orden. 
Cuando se dio cuenta que desperté se dirigió a mi 
-Gabriel García, espero que no vuelva a comportarse como un niño así mi equipo no lo vuelve a dormir.- carraspeo su garganta y continúo- Lamento decirle y recordarle que usted tuvo un accidente. Tuvo quemaduras de segundo grado en muchas zonas del cuerpo. Es por eso que usted no puede ver. Lamento darle noticias de esto. Aún no se sabe que tan afectada puede estar su visión y si alguna vez podrá recuperarla- se escuchaba con pesar en su voz. Y yo estaba con mucha rabia y dolor, sentí cuando una lagrima escapaba de mis ojos pero la venda de los mismos me la absorbería.- Gracias a usted su amigo aún conserva su vida tampoco quedo al cien, ya que perdió una parte de su pierna izquierda. Ya le dieron el alta, eso se debe a usted Señor García. Ya hace un mes que usted esta aquí, esta en Montevideo, en cuanto llegó al país su familia estuvo aquí.- Escuche todo con mucha atención, sin hacer interrupción alguna, solo asentí. Era mucho a pesar de todo, era demasiado para mi cabeza. Las manos me temblaban de solo pensar que de ahora en adelante no iba a poder ver más. Se había terminado, todo era oscuridad ahora, no solo en mi corazón y mi alma sino también en mi día a día. Nunca más iba a poder leer, admirar cada escritura ajena. Y menos que menos iba a poder ver su preciado rostro, de solo pensar eso mi garganta no pudo tragar ese nudo. Una amargura entró y el calor abandono mi cuerpo.  
Sentí dolor en mi corazón, pero también creí que era lo menos que merecía, yo había causado mucho dolor en el pasado. 
Pedí que me dejarán solo, necesitaba digerir todo lo sucedido. Lloré lo que nunca había llorado.  
Luego llegó el horario de visitas y vino mi familia. Vinieron pero no todos se atrevieron a entrar. Mi padre no lo había hecho. Pero nada lo enorgullecía, nada era tan bueno como para tener su aprobación. Y yo la verdad no esperaba menos, demasiado que se había acercado a hasta este lugar. Tal vez solo para aparentar, porque el  señor de hierro que nunca se equivoca y que tampoco tiene sentimientos no lo haría por propia decisión. 
Mi madre lloró un buen rato en mi hombro, sin que su maquillaje se corriese. Creí que le importaba pero descubrí que no cuando empezó a lamentarse de que estábamos en desgracia al yo quedar en ese estado. Que ninguna mujer se fijaría en mi. Que nuestro patrimonio no crecería más.  
Maldije en vez de agradecer de que me fueran a visitar. Es que yo no era merecedor de cariño?  
Tenía que planear que hacer de ahora en adelante, mi forma de vivir cambiaría, ya no podía ver el mundo así que ahora mi forma sería usando los otros sentidos , sintiendo el mundo. 
La vida me había dado dos oportunidades de vivir y cambiar mi vida. No debía desaprovecharla. Debía valorar cada día. Debía hacer cambios y más con el accidente ocurrido.  
A la semana me dieron el alta y ya tenía solucionado de la vivienda. Había conseguido un lindo apartamento en el prado por un buen dinero. Tuve que contratar a una persona de compañía, quien estuviera vigilándome, cocinará y limpiase la casa. 
No voy a decir que fue todo de maravilla, ya que la primer semana estuve sumido en un pozo oscuro, negro de depresión. Supongo que en esos días adelgacé más que nunca. 
El idiota de mi padre quiso comprar su ausencia con un regalo. Adivinen que? No se si se enteró que quede ciego no paralítico. Allí está tirada en un rincón, prácticamente como yo. 
No podía seguir lamiendo mis heridas, no quería seguir dando lastima, tenía que superar las malas pasadas de la vida. Tenía que salir adelante Lo primero que hice cuando me levante fue pegarme una ducha 
Se que no era el fin de mi vida, pero debía aprender prácticamente desde cero. Pedí un maestro de braille. El trabajo se hizo cargo de la terapia. Me otorgaron una medalla de honor.  
Los primeros días rompí muchas cosas: floreros, lámparas, mesas, repisas y espejos. Algunas sin querer porque se encontraban en el camino y otros pagaron mi furia. Hasta se me dio la idea de atar cordones uniendo mi habitación con las demás. Cada vez que seguía esa guía contaba los pasos y así sabía a donde iba y a que distancia. Hasta que tome valor y confianza, corte esas cuerdas.  
También quien había pagado con mis locuras fueron los empleados. Ante mis gritos y malos tratos. El personal de compañía se había cambiado casi todos los días. No aprendía el nombre de nadie, como no me importaba la llamaba por cualquier otro. Obvio que cuando quise cambiar mi actitud y ser más amable ya me odiaban.  
Aún no me animaba a salir solo a la calle, aunque no quisiera debía salir acompañado, ya que vivía cerca de calles principales y de seguro me atropellaría un auto. Tenia que tener paciencia, antes de correr o volar debía aprender a caminar.  
Tenía una maestro de braille, que me enseño muy bien. El primer día  ya reconocía el abecedario. Después aprendí palabras, oraciones. Y textos completos. Fue tanto lo que me intereso que cuando me anime a salir afuera hice un curso de orientación y movilidad, y de capacitación informática.  
Me sobraba tanto el tiempo que a veces me sentaba en la plaza cercana a casa solo para oír el cantar de alguna golondrina, la sonrisa de algún niño o simplemente oír al viento silbar. El aroma a flores nuevas y naturales, el azúcar quemado de la garrapiñada o simplemente el olor a petricor, que cuando sentimos esa fragancia es porque no demora en caer. Así entendí lo que es apreciar.  
Como se venía la lluvia decidí irme, no quería mojarme y menos enfermarme. Los truenos se sentían cercanos y eso hacía a mis pasos aligerar la marcha aunque con cuidado no quería tropezar. Caerme era lo peor que me podía pasar.  

 




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