Seremos Estrellas

★ CAPÍTULO 18 ★

PATRICK

Iba de camino a casa, saqué mi móvil del bolsillo y vi la hora, eran las 11:26 pm. Mi hermano estaría preocupado, pero no me ha llamado para nada. Busco mis audífonos y los pongo al móvil. Sonaba una canción que describía perfectamente lo que sentía por Olivia. “Brillas y brillas tan lindo, y brillamos juntos entre pestañas, divina… divina sonrisa, abrazo de luna llena”

Mientras cantaba aquella canción, sentí un leve dolor en la cabeza, pare un rato porque sentí que me quedaba sin aire por un momento. Levante mi mirada al cielo. Dicen que cuando vamos por la calle, se puede ver que la luna nos sigue, pero ahora mismo, es una estrella la que me sigue. Mientras en mi cabeza busco algún recuerdo, empiezo a recordar algo, pero mi móvil suena. Es Mike.

—Dime. —contesto.

—¿Dónde estás, Patrick? —está preocupado.

—Estoy cerca de casa, no te preocupes.

Escucho que respira aliviado—Esta bien, ten cuidado. —cuelgo la llamada.

Siempre que se cumple un año más del fallecimiento de mi padre. Mi madre y mi hermano siempre se preocupaban ese día, porque siempre me escapaba de casa, los primeros años iba a donde él está enterrado, pero luego ya no me encontraban ahí. A veces simplemente vagaba por las calles.

Nunca me refugié en el alcohol ni nada. Pero todos tenemos distintas formas de destruirnos. Algunas valen la pena, otras no. Unas nos matan, otras nos dan vida. Una nos libera, otras no encierran. Unos se enamoran, otras terminan.

Yo no sabía si valía la pena, no sabía si estaba vivo, no sabía si era libre, no sabía si esto iba a terminar.

Llego a casa, abro la puerta y lo primero que veo es a mi hermano, sentado en el sofá, y en la mesa veo que hay una carta, y dice mi nombre. Pero reconozco de quien es la letra, es de…

—Patrick… —Mike habla, pero no capta mi atención.

Yo seguía mirando esa carta en la mesa, aquella carta donde llevaba la letra de mi padre.

Se dirige hasta mí, y me hace tomar asiento en el sofá. No podía procesar esto, no podía, me dolía, me consumía, como una llama que nadie podía apagar por mucho tiempo.

—Antes de que papá muriera, dejo esta carta… —dice Mike.

Siento recorrer las lágrimas de mis ojos hasta llegar a mi boca, ese sabor salado, como el mar. Como ella, ella era como el mar, nuestro amor era profundo como el mar. No sabía porque no dejaba de pensar en ella, en Olivia. Había pequeñas cosas que siempre me acordaban de ella, como si la extrañara. Obviamente la extrañaba, pero dentro de mí, esto era un sentimiento de tristeza, como si ella no estuviera aquí.

—¿Y porque me la das ahora? —dije muy serio.

—Porque él me dijo que te lo diera cuando sienta que estas preparado para la verdad.

¿La verdad? ¿Había más cosas que yo no sabía?

Mi hermano se levanta, coge la carta y me la entrega. Sin decir nada, me levanto y me dirijo a mi habitación. Me siento al filo de la cama y me quedo mirando la carta.

Para: Patrick

De su padre.

Estaba en blanco, no podía creer que después de años. Creo que era esto de lo que quería hablar mi madre.

Abro la carta lentamente, aguanto las lágrimas porque en verdad no merecía llorar por esto, era una carta, de mi padre…

No lo creía, hasta que abrí la carta completamente, levante la mirada para que ninguna lagrima cayera en la carta, tome suficiente aire, y empecé a leer.

Querido hijo, ¿cómo te encuentras? Espero que bien. Esta carta fue escrita para ti, porque me fui cuando tu estabas muy pequeño y sé que a esa edad no podías entender muchas cosas. Le pedí a Mike que te diera esta carta cuando sepa que era el momento correcto, y creo que te lo habrá dado justo teniendo 18. Felicidades hijo mío, lo estás haciendo bien, mientras eso te haga feliz, no hay porque arrepentirnos. Escribo esta carta con mucho dolor, pero a la vez con alegría, porque sé que te has convertido en un buen chico.

Se que en este momento te estarás preguntando ¿Por qué te he escrito esta carta? Porque quiero contarte algunas cosas que me hubiera gustado estar ahí contigo para hacerla, pero la vida ha querido esto. La vida puede ser justa o injusta para otros, no para todos. Para mí fue justa, porque creo que, hasta ese día, yo viví plenamente, viví feliz, tal vez no este allí contigo físicamente, pero sé que me ves desde las estrellas, como decía tu madre siempre. Hay algo del cual, tu hermano no sabe. Cuando me casé con tu madre muy joven, yo era todavía alguien inmaduro, pero amaba a tu madre, aunque no se si está bien decirlo, porque yo la engañé. Yo había traicionado a tu madre, había traicionado su confianza, su amor.

Estaba arrepentido de lo que hice, y estaba listo para que tu madre me pidiera el divorcio con justa razón, pero ella no lo hizo, ella me perdono, ella me volvió amar. En ese momento yo no lo entendí, pero cuando más pasaban los años, yo me sentía culpable. Pero luego venia ella y me sonreía, me decía que, si en verdad estaba arrepentido, ella me perdonaba. Ella me dijo que todos podemos perdonar a una persona, pero no cualquiera puede volver amar. Ahí lo entendí, tu madre tenía tanto amor para dar, que ella me hizo mejorar, no cambiar, sino mejorar.

Años después cuando me enteré que estábamos esperando un hijo, eso me hizo sentir la persona más afortunada del mundo. Y más aún cuando tu llegaste. Recuerdo la sorpresa que nos dio tu madre a mí y tu hermano. Recuerdo tus primeras palabras, tus primeros pasos, cuando te llevaba a la escuela, cuando te hacia reír, cuando íbamos cada verano a la playa, y por las noches contemplábamos las estrellas. Tienes el mismo color de ojos que tu madre, los mismos que vi por última vez. Le pedí perdón a tu madre hasta el último día de mi vida, ella me perdono, y fue ahí donde supe que podía irme.

Quiero que sepas, que siempre voy a estar ahí, en las estrellas. Cuando te sientas solo mira las estrellas, cuando estes feliz mira las estrellas, cuando este enojado mira las estrellas, cuando sientas que ya no puedes más mira las estrellas. Ya no tienes que buscarme, solo encuéntrame en las estrellas.




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