Seremos Estrellas

★ CAPÍTULO 23 ★

PATRICK

Después de haber recordado, ahora todo tenía sentido. Recordé desde el momento en que nos conocimos, hasta que día de su…

En aquella azotea donde mi vista se nublaba, jamás llegue a ver las Perseidas, no llegue a ver mi estrella fugaz. ¿Por qué ella era fugaz?

Estaba tirado en el suelo, no podía moverme, trato de buscar mi móvil y llamar a Jake, él contesta, pero no podía hablar, no salía nada de mí. Luego de un rato, pude escucharlo gritar mi nombre, pero en ese momento yo ya no reaccionaba, mi cuerpo se había sumergido en lo más profundo del mar, el mar era ella.

No sabía que era lo que pasaba conmigo, pero tenía miedo de que fuese algo grave.

Podía ver mi cuerpo, porque mi alma se había salido de ella, escuchaba a Jake llorar porque yo no reaccionaba. Llamaron a una ambulancia, y llego hasta donde estábamos. Mi cuerpo seguía sin responder, pero un momento en donde volví, y después de eso no supe que había pasado conmigo.

Despierto en el hospital, esta vez tenía más agujas en mis brazos, tenía unas cosas pegadas al pecho que veía mis signos vitales.

Mi vista todavía era nublada, pero escuchaba algo en el fondo, mi hermano se encontraba sentado al otro lado de la habitación, hasta que el doctor entra.

—Hemos sacado una resonancia a su cerebro. —dice el doctor con la voz pausada.

—¿Y qué es lo que tiene mi hermano, doctor? —el doctor no dice nada, parece que o que va a decir es algo fuerte—, ¡Que es lo que pasa doctor! —grita mi hermano desesperado.

—Hemos encontrado un tumor cerebral, se aloja en una parte de su cerebro y los síntomas que habría tenido, eran esos dolores de cabeza, náuseas y alucinaciones.

Lo último que dijo, me dejo perplejo, paralizado, sin saber que pensar en nada más que la palabra «alucinaciones». Esa palabra había destruido todo en mí, me había destruido, estaba roto.

Todo lo que había pasado estos meses, solo fueron «alucinaciones». ¿Solo eso? Mientras mi cabeza trataba de procesar todo, escucho una voz familiar, y entra a la habitación. Mi vista ya era más clara y veo que es ella, mi madre, mis ojos la reconocen, hasta que bajan a su vientre. Está embarazada.

En ese momento todo lo que había en mí, ya no se encontraba nada, como si el fuego hubiera dejado cenizas esparcidas en mí. Mi respiración se vuelve agitada y el monitor de mi costado empieza a sonar fuertemente, el dolor de cabeza vuelte con intensidad y la vista se nubla de nuevo.

El doctor llama a las enfermeras rápidamente, mientras mi madre comienza a llorar y mi hermano la sostiene para que no caiga.

En el fondo escuchaba que me decían que luchara, que todavía no era tarde, que tenía esperanza.

Error.

Ella era mi esperanza y sin ella no podía vivir.

Desperté en un lugar, en nuestro lugar. El día que la lleve a ver las estrellas.

Ella llevaba un vestido blanco, y su guitarra favorita. Sus ojos brillaban, igual que su sonrisa. Me extendió la mano en medio se esa noche oscura, y dijo:

—Cada vez que quieras recordarme, acuérdate que siempre seré la estrella que adorna la luna de noche y jamás la hará sentirse sola. —su voz transmitía paz—. Porque algún día Seremos Estrellas.

—Nunca te olvidare, y lo sabes. Porque vives en mi como yo en ti. Eso significa que estoy muerto por dentro, pero a la vez vivo, por haberte tenido al menos un momento en mi vida.

No quería dejarla ir, no podía.

Las estrellas existen para que la luna no se sienta sola. Es por eso que yo la consideraba mi estrella, porque ella hacía que no me sintiera solo, en tanta oscuridad.

★ ★ ★

Todavía estaba sumergido en aquel sueño, entre recuerdo de ella y yo.

Desde el día que le preste mi camiseta, nos veíamos más seguido. No quise preguntar sobre el tipo con el que estaba, porque sentía que podía alejarla de mí, pero en el fondo quería tenerla cerca, protegerla y quererla más de lo que ya lo hacía.

Siempre hablamos afuera de su casa, ella me contaba todas las cosas que una vez inicio, como empezó con las clases de guitarra, con la idea de ser astrónoma algún día, hasta escribir un libro. Todo sus anhelos, sueños y deseos, también se habían vuelto los míos, yo quería lo mismo para ella, quería que cumpliese todos sus sueños.

La invite a salir un día a un parque de diversiones, y fue ahí donde le regale el collar de estrellas.

—Es muy hermoso —dice mientras se acerca a abrazarme—, Gracias.

—De nada, pero, no tiene mucho sentido, regalarle un collar de estrellas, a una «estrella». —me refería a ella así

Ella simplemente sonrió y eso me hizo sentir muy feliz, no podía creer que ya había roto la promesa, pero luego me di cuenta que en algún momento de nuestras vidas, vamos a romper una promesa, ya sea por alguien, o de alguien.

No había hablado sobre con el tipo que salía, pero yo ya sabía algo de ese tipo. Mientras regresábamos a casa luego de pasar toda la tarde juntos, me atreví a preguntar.

—Olivia… ¿Qué sucede con el chico con el que estas? —veo como su sonrisa se apaga cada vez más.

—Yo… —murmura.

—Escúchame —le digo mientras me acerco a ella y el tomo de las manos—, sé que él te ha hecho daño, no debes permitir que nadie te haga eso. —veo que la primera lagrima cae y la acerco a mi hasta abrazarla—. Déjame ayudarte por favor.

—Jean te lastimara, como siempre lo ha hecho. —eso me deja pensando cada vez más—. No quiero que te haga daño.

—Prefiero recibir el daño, a que lo siguas recibiendo tú. —le digo mientras mis ojos lloran con ella.

—No, por favor. —dice y se aleja de mí.

—Olivia… no está bien esto. Quiero estar contigo, sin tener que tengas que vivir con miedo cada día, yo podría hablar con él… o tal vez…




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