Capitulo 1
La madre adoptiva de Charlotte y Juan se había demorado mucho en su trabajo, Juan se paseaba en un vaivén en la cocina, Charlotte pensaba que sus pisadas iban a formar un hueco en el suelo, pero aun así pensó preocupada « ¿Mamá dónde estás?».
Juan tomo de nuevo su celular en sus manos y marcando una vez más el numero pero de nuevo como las mil veces antes le salto al buzón de voz, la voz cantarina de su madre resonó en sus oídos: “Soy Patricia Lakewood y por el momento no puedo tomar tu llamada por favor deja tu mensaje y lo revisaré lo ante posible. Gracias”.
Juan gruñó en respuesta y cancelo la llamada.
—Tú sabes Charlotte, mamá nunca nos manda a buzón, sabes que ve nuestro número y nos contesta, tengo un mal presentimiento, no sé, tal vez algo que nosotros no vemos.
Charlotte lo miro desde su silla y Juan puso los ojos en blanco. Pero tranquilamente y con voz plausible le contestó.
—Vamos Juan, nosotros sabemos que mamá no sé demora, pero siempre hay excepciones con su trabajo, sabes lo demandante que es su jefe. Tal vez un incendio a última hora, ya sabes, los horarios de los bomberos son demandantes y exigentes. Ya sabes, cosas suelen suceder.
Charlotte movió su mano sin importancia y siguió leyendo un libro sobre cosas paranormales.
El chico retomó su vaivén y dejó de hablar por un buen rato.
“…Los demonios son seres que han sido conocidos por todas las religiones y mitologías, en todas siempre hay seres que propagan maldad y son generadores claves en los problemas terrenales.
Pueden tener nombres diferentes a lo largo de la historia pero como son seres que tienen una clase de perspectiva del tiempo muy diferente a la nuestra, pueden vivir eones sin siquiera dar un esfuerzo en su forma divina o celestial; ya que antes de ser “demonios” eran ángeles… ángeles de la oscuridad”
— ¿Charlotte me estas escuchando?
— ¿Hmm?— Charlotte dejó de nuevo de mala gana el libro en su regazo y lo miro ceñuda.
—Están tocando la puerta.
—Entonces abre.
“…ÁNGELES DE LA OSCURIDAD: También llamados en el Libro de Samahel (a partir de la página 1349 en adelante del texto original) Ángeles de la Sombra o Sombras Angélicas. En este mismo escrito se habla de ellos como energías que están alimentadas por las flaquezas humanas, la envidia, la ira, los celos, el odio, orgullo, etc... Y que pueden ser convocados inconscientemente por toda aquella persona que se comporte afín a esas vibraciones.
También aconseja el texto no acercarse a ellas conscientemente dada su peligrosidad, por lo que solo muestran sus nombres y categoría energética con el fin de saber sobre su existencia real. Los Ángeles de la Oscuridad son emanados de las llamadas “Oscuridades”….”
—Buenas noches.
Alguien se había aclarado la garganta y desprevenida dejo de nuevo el libro, al alzar la vista a la figura que estaba en frente de ellos se produjo un ardor en medio de la espalda y tuvo retroceso a esa habitación como quince años atrás, la figura sonreía y con su cara llena de hollín y uniforme de bombero creyeron que era compañero de su madre.
—Su madre me ha mandado a buscaros, está en la estación y podíamos ir ahí inmediatamente, ah, verdad, mi nombre es…Hmm…Julio Esteban pero me pueden decir Julio.
Juan y Charlotte se miraron, Juan andaba más nervioso que antes y su pálido rostro y sus manos temblorosas daban un aspecto enfermizo, pareciese que hubiera envejecido rápidamente.
—No nos contestaba el celular, ¿Ha pasado algo?
— ¡No! Nada de eso, se le cayó el celular y se quebró, pero no puede venir y quiere que se lo lleve que así estará más seguros, ha habido muchos incendios últimamente, ustedes saben, las cosas están un poco espeluznantes.
Avanzo hacia la puerta y se detuvo pensando algo y se le iluminó el rostro de nuevo.
— ¡AH SÍ! Empaquen ropa, las que necesiten, no sé para qué así que no pregunten, cosas de aseo y objetos personales no pesados por favor. Nos vemos afuera dentro de diez minutos—señaló su reloj de mano— no tenemos más tiempo.
Ambos se miraron y subieron rápidamente a llenar sus mochilas de viaje, Charlotte le tomo más tiempo decidir que llevar en vez de empacar. Mirando si habían libros ligeros que pudiera empacar y leer un poco y tranquilamente en la estación. Once minutos después, Charlotte y Juan bajaron con sus mochilas gordas y pesadas de cosas que creían mesarías, como la laptop o los libros sobre cosas sobrenaturales de Charlotte.