HADES
Tengo mucho trabajo, mandar mas alma al mismo inframundo. No es nada fácil ser quien soy, no cuando tengo muchos enemigos y entre muchos de ellos esta uno que bien muerto.
-Listo para partir- remo lentamente observo su rostro, el cabello grasoso cubre por completo sus ojos. La vestimenta que lleva esta sucia y rasgada por partes. Su castigo, su condena, y su destrucción esta apunto de comenzar.
-Quiero silencio- me rio con mas ganas. Mirándolo malévolamente detengo el barco en la orilla donde le esperan mis empleados.
-El silencio es lo que nunca tendrás, por traición pagaras con la misma moneda. Nunca debiste hacerte el listo, era incapaz de evadirme- me acerco a el su tomo su mentón peludo.
Se muerde los labios y comienza a derramar lagrimas. En sus ojos veo caos como también el odio ¿Hacia que?, lo averiguaremos.
Lo bajan del barco y me arrastro con ellos mientras mi hermosa túnica negra se arrastra por la espesa niebla del oscuro valle si ninguna pizca de luz.
-Jamás pediré perdón por nada- sonrió con desgana.
-Ya lo sabia Benjamín, bienvenido al inframundo-pega un grito cuando es arrastrado hacia la oscuridad.
Después del desayuno de esta mañana tuve que irme sin despedirme de Elphi, un hombre, había pecado de traición y termino con su vida arrastro a varios inocentes con él. No podía ignorar mi trabajo ya que siempre debo encargarme de llevar las almas a su condena. Aunque quería pasar tiempo con el ángel era imposible. Y cada día lo va ser.
No se como puedo usarla sin herirla sin ser un maldito aprovechado. Me siento angustiado y es bueno que Antonie lo vea porque estaría revelando sentimientos que no debo tener.
Aun recuerdo la mirada que me dio cuando le dije que no se podía sentar conmigo. Parecía ¿Aliviada? , ¿Decepcionada? No lo se pero seria bueno leerle la mente.
-Señor, ya comenzamos con el invitado- miro a Alvor otro empleado mas, ahora que Antonie no esta, tengo que poner por un tiempo a otro que haga sus obligaciones y Alvor es el mas indicado.
-Bien, pacemos a la acción- doy cinco pasos y su voz me detiene.
-Señor- lo vuelvo a ver, su mirada es nerviosa, mete su mano en el bolsillo y saca un sobre azul- una mensaje de uno de sus hermanos- ¡Mierda!, azul como el mar seguro es del loquillo del ese.
Se lo quito para leerlo.
‘‘Es hermosa, pero no durara mucho tiempo hasta que sepa de donde viene, te odiara. Así que no te encariñes”
¡Mierda!, Poseidón me ha estado vigilando. Eso quiere decir que los demás también. No quiero que ninguno sepa mis planes , si no me lo van a destruir hasta detenerme.
Y a mi nadie me detiene. Miro a mi empleado enojado y parece querer escabullirse.
Quemo la carta y jalo el pelo de Alvor. Chilla. No me detiene. No tiene el maldito derecho. Lo acerco hacia mi.
-No dejes que ninguna palabra salga fuera de este mundo. Si me entero- estiro bruscamente su cabello falso- que alguien cuenta mis cosas, la va pagar muy caro- asiente rápido mirándome a los ojos- y ahora transfórmate, muestra tu verdadero yo.
Maldito monstruo. Rio fuerte. Y camino para analizarlo de pies a cabeza. Mitad del cuerpo parecido al de un humano y lo demás muy peludo igual al de un animal.
-Bien, vamos a castigar al humano.
**
El eco de las voces lo atormentan. Repite una y otra vez el suceso. Personas siguiendo, luego ignorándolo y después castigándolo con la muerte.
Aprieto mis manos mientras veo varias veces la escena.
-Por favor, ya basta- chilla, el débil humano.
-No.- mi voz retumba fuerte haciendo que las paredes alrededor tiemblen.
-Ya aprendí el castigo. Lo siento. Lo siento. Fue mi culpa. ¡Yo tuve la culpa!- derrama lagrimas.
-Cúlpate todo lo que quieras, pero de este infierno no saldrás. Nunca-me levanto mientras miro a la cucaracha- aunque tu purgatorio haya terminado, tu sentencia ya esta escrita.
Alvor camina hacia el con una túnica roja. Benjamín solo mira mi obsequio.
-¿Qué es esto?- pregunta derrotado y sin entender. Tan difícil es.
-Tu ropa, para tu nuevo trabajo. Alimentar a mis macotas- me burlo mientras salgo del purgatorio y escucho sus gritos estrangulados. Y como gozo eso.
Me siento en mi trono, y veo que estado demasiado tiempo abaja. Mas o menos una semana, tiempo sin ver a la pequeña angelita. Pero mientras mas lejos este mejor. Porque que ya se como involucrarla en el inicio de mis planes.
Es hora de salir a la luz. Es hora de manipularla.
Como lo que esta en la mesa y miro una rosa roja con espinas. La tomo viendo lo perfecta que esta. Es decir bien formada con sus curvas redondas.
-Aquí esta su nuevo traje señor- mande a ver un nuevo traje de seda completamente negro para verme bien. Porque al fin y al cabo debo verme como un rey del inframundo. No asustar a los mortales pero si atraerlos hacia lo prohibido. Engañar con la apariencia, engañar con las palabras y mentir para que caigan.
-Perfecto- observo y coloco la rosa en el bolsillo principal de la chaqueta- déjame solo.
-Si señor-escucho que cierra la cortina y me visto.
Mis ojos miran el espejo, el traje me queda a la medida y los lujosos zapatos que también son del mismo color están muy brillosos justo como lo quería. Peino mi cabellera negra. Y bebo un poco de vino.
Es hora de salir al mundo mortal.
Camino por la oscura noche, buscando a mi objetivo. La luna esta radiante, y a lo lejos la mansión ilumina el valle. El ocena se ve infinito, una alta figura de mujer lo esta observando. Sigo caminando y el corazón me comienza a palpitar.
¡Mas mierda!, porque lo hace.
El viento sopla y justo en el momento algo cambia en mi.
Esa mirada, esa sonrisa y ese vestido que es movido por el viento. Muy celeste como el mismísimo cielo despejado. Solo faltarían las alas y seria una gran ángel.
-Señor-corre hacia mi mientras permanezco estático viéndola como un enamorado embobado. Porque esta persona me cambia cuando estoy alado suyo.
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secuestro y amor prohibido, dioses griegos y ángeles del cielo
Editado: 30.06.2025