-Vamos, vamos – susurra de nuevo en mi oído.
-Vamos- le digo sonriente.
-¿Segura que estas lista para descender?- después de setenta años estoy más lista que nunca.
-Estoy lista mentalmente, necesito despedirme de él- despliego mis alas y junto con Dru descendemos sobre las montañas de Escocia. El atardecer es resplandeciente.
Caminamos a grandes pasos hasta ver una casa de madera, nos acercamos a ella.
-Buenas tardes- saluda Dru. Una joven adulta inmortal nos recibe abriendo la puerta, Sasha, no ha envejecido. Supe que aparecieron sus alas y dones muy tarde, le costó controlarse.
-Bienvenidos- sonríe y Dru la queda viendo boquiabierto por su crecimiento.
-Hola Sasha – saludo y me acerco abrazarla.
-Soy Dru- se presenta y parece nervioso.
-Lo sé, pasen- nos adentramos al cómodo hogar donde ha envejecido Santiago. Doy pasos lentos, Sasha nos guía y salimos al jardín. Ahí lo veo sentado en una silla de ruedas viendo el resplandeciente atardecer. Regreso a ver a Dru.
-Te dejare sola- asiento feliz.
-Siéntete cómoda- Sasha también se marcha.
Me acerco despacio a Santiago, le toco el hombro y el me regresa a ver.
-Isabella, cuanto tiempo- me arrodillo delante de él.
-Hola- le saludo amablemente, toco su suave mano que está llena de manchas cafés.
-‘‘Mírame estoy viejo y tu estas joven, voy a morir pronto y tu vivirás para siempre’’.
- No....- sigo- no voy a vivir para siempre, algún día yo también me iré- digo pensando en todo este tiempo que he vivido.
-No, tú no te iras, se ve que quieres conocer más del mundo que te rodea- sonríe y me aprieta la mano.
-Me cansare algún día Santiago- le digo con tristeza mis labios tiemblan- nos miramos a los ojos y esas palabras mencionadas por él y por mi fueron justamente las de un sueño que tuve hace mucho tiempo atrás. Era una predicción.
- ¿Cómo le va a Diocles?
-Bien y pronto vendrá – me siento en el césped por el impacto del sueño que tuve. Tal cual fueron las palabras.
-Alicet tuvo una buena vida después de que ustedes se marcharan, decidió retirarse del modelaje, prefirió abrir una tienda de ropa, tuvimos dos hijos, un niño y una niña- regreso a verlo y me levanto para presenciar la primera estrella que se asoma en el cielo.
Debajo de esta montaña hay un inmenso hueco. Como pudo vivir su etapa de vejez aquí.
-Quieres que te indique unas fotos- saca del bolsillo de su saco negro una fotos viejas- puedes que te lleves una sorpresa- extiende su brazo para que las tome y camino hacia ellas para recogerlas.
Las veo, y mis ojos se llenan de felicidad. En la foto veo a un joven que parece estar en sus veinte igualito a mi viejo amigo a Moe.
-Reencarno, Alicet me conto todo acerca de Moe. Se llevó un gran impacto a la medida que iba creciendo- lagrimas caen de mis ojos.
-El sigue vivo- Santiago se ríe.
-Claro, es mi hijo… tiene como setenta años, hasta ya es abuelo- miro a la otra hija, es igualita a su madre. Le devuelvo las fotos.
-Dime algo – digo y cruzo los brazos- la descendencia de Ali y tuya… mejor dicho presenciaste algo… me refiero si son ángeles alguno de ellos.
-No, Alicet se convirtió totalmente en humana y Arcángel recuerdo que una vez le dijo que todas sus habilidades tanto como su inmoralidad desaparecerían para siempre y que mi descendencia no tendría nada de aquello.
-Arcángel les dijo eso- me sorprendo.
-Fue cuando nació nuestro primer hijo, vino con un regalo, era una espada- pone una cara de tristeza como si le doliera recordar-Bill siempre se burlaba por la espada chistosa y deformada que nos dio, hay mi pequeño ya está viejo igual. A veces viene.
-Bill, apuesto que es un gran hombre, padre y abuelo y cuéntame ¿cómo murió Alicet?- tengo tanta curiosidad, no he sabido mucho de ellos desde que me fui. Ser una reina hace que tengas muchas labores.
-Murió…. – se pone la mano en el pecho – a los noventa y cinco años mientras dormía. Déjame decirte que estaba feliz, dijo que era digno- me pongo a pensar en una joven Alicet, cuando la conocí, las tantas veces que me apoyaba. Me alegro que hayas sido feliz amiga.
Veo que ya oscureció y decido ayudar a Santiago que está en su silla de ruedas para que entremos.
-¿No te da miedo vivir aquí?- le pregunto mirando lo oscuro que se ve el paisaje.
-Ya me acostumbre además tengo dos adorables compañías, Sasha y tu hermanastro Gerónimo- entramos por la puerta y sonrió al ver a Gerónimo llevando un plato de bocadillos para la sala.
-Vaya- digo. Entramos y coloco a Santiago en un buen lugar para seguir hablando, en presencia de Dru. Me siento alado de él.
Gerónimo llega con un plato de bocadillos y finalmente toma asiento con Sasha que extraño. Porque le abraza.
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amor verdadero, recuerdos del pasado, angeles malos y buenos
Editado: 26.07.2021