Shades | Libro #1

Prólogo

–Tienes que aprender a defenderte, Jake –escupió aquel hombre.

El pequeño niño castaño se encogió en su sitio al escuchar el tono agresivo de su padre.

Había estado en una pelea, otra vez. El niño estaba despeinado, tenía la ropa arrugada, la cara sucia y bajo su ojo derecho se estaba empezando a poner morado.

–Si no puedes defenderte de los golpes de unos simples niños jamás podrás defenderte de los golpes de la vida –dijo el hombre poniéndose a la altura del pequeño– ¿Tan difícil es poner en su sitio a esos jodidos mocosos?

Él jamás tenía la oportunidad de defenderse. Los niños eran crueles con él, nadie le hablaba. Cosa que no le molestaba, ya que a Jake no le gustaba hablar.

–No puedo, Ben… –dijo limpiando una lágrima que resbalaba por su mejilla.

Jake había sido adoptado hace tres años en un orfanato de New York. Para él, su “nueva mamá” era un ángel bajado del cielo. Mientras que su “nuevo padre” no hacía más que demostrar cuanto le molestaba y despreciaba la presencia del niño. Ni siquiera le permitía llamarlo “papá”, él quería que lo llamara por su nombre de pila: Ben.

Por un momento Jake pensó que Ben se ofrecería a ayudarlo, que iría con él a buscar a los padres de esos niños y les haría pagar por lo que hicieron. Pero al parecer el comentario de Jake solo aumentó la ira del hombre.

–¡¿No puedes?! –gritó sin importar cuántos padres y maestros observaban la escena– ¡¿Qué no puedes, Jake?! ¡Vaya marica que estoy criando!

–Ellos me molestan… –dijo con voz temblorosa, luchando por no seguir llorando, no frente a estas personas.

El hombre se irguió y lo señalo con un dedo, como acusándolo de algo.

–¡No, tú me molestas a mí! –exclamó–. Tener que venir por tus jodidas peleas todas las putas semanas me molesta, el que tu madre te trate como a un bebé me molesta. No tengo ni la menor idea de porqué carajo de todos los niños que estaban allí te escogimos a ti…

Eso último lo susurró. Pero no lo suficientemente bajo como para que Jake no lo escuchara, y por décima vez en el día se sintiera horrible. El corazón del niño se encogió y volvió a sentir las lágrimas luchando por salir. No quería llorar, no más. Pero aun así las lágrimas empezaron a caer por su rostro causándole una leve picazón.

–Ben, ellos me molestan. Trato de alejarme de ellos, pero da igual… nunca me dejan en paz, tengo miedo… –esa fue la frase más larga que le había dicho a Ben desde que lo conoció.

–¿Huyes de ellos? –preguntó mirándolo con desprecio–. Escúchame bien: Es o aprendes a defenderte o te enseño yo a defenderte. Y créeme que la segunda opción no te gustará –advirtió en un tono brusco– ¿No has visto a Logan o a Michael? ¿Has visto como la gente les teme? ¿Sabes lo que se siente que la gente te tenga miedo?

El pequeño negó con la cabeza mientras bajaba la mirada.

El hombre rio con amargura antes de ponerse de cuclillas para así mirar al pequeño.

–Pues tendrás que conformarte con las historias sobre eso, porque tú nuca podrás sentir eso, Jake –dijo regalándole una mirada cargada de odio–. Solo eres y siempre serás alguien insignificante. Todo el mundo pasará sobre ti, usándote como tapete.

Ya no podía más. Él ya no podía quedarse allí y oír a ese hombre decir aquellas cosas.

Jake corrió a abrir la puerta trasera del auto, entró, cerró la puerta rápidamente, tiró su mochila sobre el asiento y se sentó en el alfombrado, escondiéndose tras el asiento del piloto.

¿Por qué Ben lo odiaba tanto? ¿No se supone que como padre (aunque fuera adoptivo) debía amar a todos sus hijos?

Él ya no quería que se burlaran de él. Ya no quería volver a escuchar a Ben insultarlo de esa forma. Él quería que la gente corriera a esconderse apenas lo vieran, él quería ser un monstruo.



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En el texto hay: chicklit, romance, chico malo

Editado: 06.11.2018

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