Tendría que pensármelo otra vez, tendría replantearme el por qué estoy haciendo esto.
No es que me esté por echar para atrás, pero sinceramente empiezo a dudar de mi decisión.
¿No sería mejor quedarme aquí, ver unas películas, comer algo de comida chatarra y dormir? Aunque esa es mi idea de un perfecto sábado por la noche, parece que los planes para este fin de semana han cambiado ¿quién los cambió? Mi mejor amiga, Kate.
Camino frente a la ventana una y otra vez, de ida y vuelta, esperando que a Kate se le ocurra salir del baño de una vez.
Llevamos planeando este escape toda la semana y aunque no es un plan muy elaborado cada uno de nosotros sabe lo que debe hacer.
Nunca en mi vida he asistido a un club de pelea, de hecho, jamás en mi vida he visto una pelea real –sin contar los videos en los que me agarro a punta de ladrillazos con mi hermano mayor, Ryder–.
Kate sale del baño y lanza su neceser directo a mi edredón color verde pálido.
–Ya estoy lista, vamos a despedirnos de tus padres –me dice.
De repente miles de imágenes de mí siendo raptada, drogada e incluso golpeada vienen a mi mente y me hacen dudar.
–Creo que ya no quiero ir –le digo.
–¡Oh, vamos! –exclama– No te harás para atrás ahora, no ahora que es tu oportunidad de decirle lo que sientes…
Mi amigo Austin pelea esta noche, es por él que estoy yendo.
Él me ha gustado desde hace un tiempo, aunque hemos sido amigos desde muy pequeños jamás tenido algún tipo de sentimiento romántico hacía él…hasta hace un tiempo.
Se supone que después de la pelea, dejaremos a Kate en su casa para luego ir los dos a comer pizza o algo así a algún lugar. Y es allí cuando aprovecharé para decirle lo que siento; seré directa, hay suficiente confianza con él como para evitarme ese bochornoso momento en el que miras a esa persona esperando a su respuesta.
Pero claro, puedo ser directa y todo eso, pero eso no significa que su respuesta vaya a ser buena. Tampoco es que vaya con muchas expectativas por la vida, es decir, le diré lo que siento aun sabiendo que él no siente nada por mí.
–No tiene sentido, Kate –le digo–, es obvio que Austin no querrá nada conmigo, él solo me ve como a una amiga.
–Escucha, pase lo que pase… te diga que siente lo mismo o no, estaré allí para ti, soy capaz de dejar a un lado mi amistad con él para ayudarte a recoger cada pedazo de tu corazoncito roto.
–¿No crees que te estás apresurando? –le pregunto– No es que espere que me diga que siente lo mismo, pero tampoco quiero pensar que me romperá del corazón de semejante manera.
Pone su mejor cara de “¿en serio?” para luego sonreírme como diciendo que soy un caso perdido.
–¿Estás lista o no? –pregunta alcanzándome mi sudadera azul noche.
–Sí, lista –contesto.
–Bien, porque se nos hace tarde para ver la pelea de Austin –me dice recogiendo mi mochila.
Al bajar las escaleras mamá corre hacia nosotras dejando el trapo de la cocina colgado en el barandal.
–¿Ya se van? –pregunta.
–Sí, no queremos dormir muy tarde –dice Kate sonriéndole.
–Bien, las dejo irse, solo con la condición de que mi hija esté aquí antes del medio día –dice mamá.
Mamá lleva su largo y marrón cabello atado en una coleta un tanto despeinada, lleva la camisa de franela de papá y pantalones de pijama.
–No se preocupe, estará aquí temprano –asegura Kate con una sonrisa encantadora.
–Que disfruten su noche de películas –dice mamá envolviéndome en sus delgados brazos.
Teddy me lanza una mirada llena de recelo.
Él sabe que ver películas no está dentro de nuestros planes…
Por otro lado, Ryder baja disparado las escaleras con su chaqueta de cuero en manos, y se va, sin despedirse de nadie.
Después de que Kate se despidiera de mi madre, salimos de casa dispuestas a subirnos a su Van
Pero al ver el auto al instante noto que ese no es suyo.
Evito hacer comentario alguno ya que mamá y papá nos observan desde la puerta.
Pero una vez dentro del auto y que mis padres han cerrado la puerta pregunto:
–¿De quién es el auto?
–Es de Evan Gurdlinger –responde acariciando el cuero del volante–. Me lo prestó solo por hoy, para que mis padres no vean que me he ido con la Van, ya sabes, creen que me he quedado cuidando a los monstruos de mis hermanitos.
–¿Desde cuando eres amiga de Gurdlinger? –pregunto riendo.
–Sé que está enamorado de mí –dice encogiéndose de hombros.
–¿Eso lo facilita todo, no? –pregunto riendo.
–Claro que sí, está bien abusar un poco de las personas, sobre todo si están enamoradas de ti ––dice pero no le encuentro mucho sentido.
–Diría lo mismo si alguien se hubiera enamorado de mí alguna vez en la vida ––digo.
–Hola, chicas –dice Austin asomándose desde el asiento trasero.