Los músculos de mi cuerpo se tensaron ante la invasión de la voz de Lisa en mi interior. No era igual que Seth, a pesar de hallarse en calma. Se sentía como una invasión, como una autoridad que ejercía sobre mí que debilitaba.
Repentinamente las lágrimas amenazaron con desbordarme una vez más. Los ojos de Lisa me estudiaban en una sonrisa calmada.
Ariadna aún estaba en peligro bajo la tutela de Lisa. Y quizá no la hubiese conocido nunca antes, pero estaba segura que sus palabras afirmaban que era capaz de asesinar a alguien para conseguir lo que deseaba.
La culpa me invadió entonces, arañándome la piel, los pensamientos, los recuerdos que tenía de Ariadna. Todo aquello sucedía por mi culpa. Ari estaba desde siempre; cuando las sombras amenazantes me rodearon en aquel callejón oscuro de niña y mi llanto despertó en la morena un instinto maternal del que nunca se desprendería. Estaba desde que mi primer amor por Jenks me había llevado a arrastrarme fuera de la habitación para saciar una necesidad que me había parecido nueva y tentadora y que con ella había acabado con la vida de Jenks. Ariadna había estado incluso cuando mis padres me apresaron, protegiéndome.
Era mi culpa que hubiésemos escapado juntas de todo lo que conocíamos. Las sombras, el asesinato de Jenks, mi alejamiento de las personas, todo se debía a mí.
Ari no tenía culpa en nada. Y sin embargo, la había arrastrado siempre a mis problemas. Había sido tan injusta de verla feliz con Logan, ella en realidad nunca había tenido a alguien que la apoyara de la forma en que ella me apoyaba a mí.
La voz imperiosa del líder Hendrick habló nuevamente:
—Dando este espacio para el juramento de sacrificio...
No lo hagas.
La voz de Seth me despabiló.
No aceptes, lucecita, di que no quieres hacer el sacrificio.
Seth quería generar más problemas de los que ya tenía. No podía culparlo, se sentía invencible en ese papel de chico malo y buscador de problemas.
Busqué sus ojos por algunos segundos buscando algún tipo de emoción en ellos. Pero me di por vencida, observando a Lisa al otro lado.
No pueden lastimarte si no aceptas.
Decidí ignorarlo, intentando oír lo que expresaba el líder Hendrick.
Le darás el permiso a Lisa para asesinarte a su antojo, ¿tú sabes lo que hará contigo?
Mis ojos se cerraron tragando amargamente. No, hasta ese momento no había querido considerar lo que un sacrificio implicaba. Pero Seth era tan generoso al recordármelo. Debía recordar intentar ahorcarlo si salía de esto con vida.
Selene mírame. Mírame por favor.
Obedecí. No tenía sentido continuar ignorándolo, perfectamente él podría convencerme de que eso es lo que yo quería. Aunque para otorgarle paz a mi salud mental, no lo hizo de esa forma.
La expresión de su rostro era de preocupación. Estaba inquieto. No comprendía lo que significaba eso.
No soy un ángel, Luz, soy un demonio que vive de la extracción de fuerza vital de los mortales. Y aunque eso te asuste sé que aun así confías más en mí que en cualquier persona de aquí, así que escúchame. No hagas el juramento. No sabes lo que sucederá.
Lo observé muda, sintiendo cómo aquellas palabras en mi cabeza causaban estragos. No podía concentrarme en nada más que en él. Y tenía razón sobre lo que decía, por mucho que intentara negarme, existía la posibilidad de que aún tuviese algo de confianza en Seth como para querer oír lo que tenía para decirme.
Pero era un demonio, al igual que Lisa y al igual que todas los fans de moda dementor que se hallaban a mi alrededor.
Y yo les temía.
Pero Ariadna se mantenía insondable en mis pensamientos y nada podía apartarme del objetivo. Tenía que salvarla. Por ello aparté los ojos de Seth y me mostré interesada en los ojos de Lisa y en la potente voz de Hendrick preguntando a su raza de túnicas, si presentaba oposición al mandato y exigencia de una de sus compañeras.
Selene habla.
Seth insistió. Pero no estaba oyéndolo. Deseaba no hacerlo.
Te asesinarán.
Cerré los ojos.
En el momento en que Hendrick se volvía hacia Lisa, la sorpresa me obligó a despertar del trance con la voz masculina y segura de Seth, elevándose en el salón y reclamando atención.
—Yo, líder Hendrick.
—Seth —una joven detrás de la líder Kenia susurró su nombre con sorpresa en sus facciones.
—Seth —repitió Kenia—, ¿estás desafiando la voluntad y exigencia de tu compañera?
—Sí, líder Kenia.
— ¿Y tu motivo? —Inquirió Hendrick con hostilidad.
Seth buscó mis ojos y tomó una larga bocanada de aire antes de dar un paso al frente y hablar:
—He seguido de cerca su linaje, líder Hendrick, y a lo largo de los siglos me he hecho cargo de que su familia no interfiera con el pacto entre los inmortales —explicó Seth. Mi atención estaba sobre él, intentando comprender a qué se refería con hacerse cargo de mi familia. Seth prosiguió—: Pero en el último siglo, la familia Vriednoch echó sus raíces en los hebreos y colocó a su última descendiente bajo la protección de los judíos. Es cierto que su sangre es mestiza, pero, ¿no cree que sería conveniente esperar a su despertar para conocer la procedencia de sus habilidades?
Murmullos despertaron entre el Consejo de Inmortales de Infratierra, mientras las miradas de los líderes, Hendrick y Kenia se cruzaban.
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Editado: 16.05.2020